La posibilidad infinita. Pensar la nación: 110 años del Museo Nacional de Bellas Artes
El Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), institución insigne de la cultura cubana, cumplió este viernes 110 años. En sus edificios se salvaguardan, restauran y promueven obras patrimoniales, colecciones cubanas y de arte universal. Alrededor de 49 000 piezas entre pinturas, esculturas y papel se conservan en la institución, que también tiene como premisa la investigación sobre todo lo referente a la historia de las artes visuales en Cuba.
En el marco de los festejos por este aniversario se presentó el catálogo de la muestra La posibilidad infinita. Pensar la nación, que formó parte de las acciones del MNBA en la XIII Bienal de La Habana. Este proyecto, según el director de la institución, Jorge Fernández Torres, hizo que el Museo colocara su observatorio en sus colecciones, pues “desde la transversalidad se pusieron a dialogar obras creadas en disímiles momentos históricos, concebidas por artistas de diferentes generaciones”.
“Alrededor de 49 000 piezas entre pinturas, esculturas y papel se conservan en la institución, que también tiene como premisa la investigación sobre todo lo referente a la historia de las artes visuales en Cuba”.
La posibilidad infinita… es el intento de hacer un recorrido de carácter etnográfico, antropológico e histórico por las disímiles acepciones que puede tener el objeto como valor simbólico, refiere el catálogo, al tiempo que explica que, aunque el punto de partida es la creación visual, el concepto museográfico utiliza elementos del cine, la literatura, el teatro y los soportes documentales, además de los fundamentos de carácter etnológico que han estado en la formación de un país en constante transformación.
Nada personal, Más allá de la utopía. Las relecturas de la historia, Isla de Azúcar, El espejo de los enigmas. Apuntes sobre cubanidad y Museos interiores —diseñados por el Centro de Arte Contemporáneo Wilfredo Lam— son las exposiciones que integran el catálogo, unidas todas por las referencias a la cubanía o el hombre como ser social y su relación con la historia y el mundo de aquí y ahora.
Y en ese intento por mostrar varias aristas de la sociedad se insertan el arte y el MNBA, no solo en estas muestras. Precisamente, agregó Fernández Torres en la presentación del catálogo, “un museo debe hacer corresponder sus estrategias museológicas con un relato de nación que se construye a través de superposiciones culturales y como fragmentos dispersos”.
Cada una de las exposiciones marca su singularidad, añadió, y, a la vez, se interconectan entre sí. Nada personal, a criterio de Jorge Fernández Torres, es una reflexión desde el arte sobre la racialidad, un asunto que se comenzó a colocar en la escena del arte desde los 90’, además de proponer desde su concepción una genealogía que viene desde la época de la Colonia.
Sobre Más allá de la utopía. Las relecturas de la historia, refirió: “Resulta una epilogación que habla del correlato que puede existir entre la instauración de un símbolo y su deconstrucción desde el basamento que establecen las relaciones de poder: el acontecimiento histórico como motivación para la conversación intergeneracional”.
Isla de Azúcar, por su parte, muestra lo controversial que fue la industria azucarera en el crecimiento de Cuba; también los lados oscuros que pocas veces se pueden ver. El suceso económico se presenta desde sus connotaciones políticas, sociales y culturales con una museografía fresca que apuesta por conectar el testimonio con el arte.
En El espejo de los enigmas. Apuntes sobre cubanidad, la curaduría se centra en resaltar esos elementos fundacionales de la nación, que conviven con la literatura, el arte, la historia y otras disciplinas de las ciencias sociales “para revelar nuestra información como imagen del devenir”. Los Carpinteros, Carlos Garaicoa, René Francisco Rodríguez, Alexis Leyva Machado Kcho, José Manuel Fors y José Villa Soberón crean un museo que parte de su propia subjetividad y sus afectos.
Organizar esas exposiciones, valoró Fernández Torres, fue una manera de reinventarse y construir tesis curatoriales que no podían resolverse solo en las salas transitorias y tuvieron que ocupar otras áreas del MNBA. Tal reto, fue el idóneo para este catálogo, que es también un reflejo del trabajo del Museo y del por qué continúan siendo un referente luego de 110 años.
Al finalizar la tarde, el patio del Museo Nacional de Bellas Artes recibió a Tony Ávila y su grupo, quienes presentaron oficialmente en La Habana su último álbum Universo, bajo el sello Bis Music; un disco que “acorta distancias en el contexto de la pandemia”, como valoró en declaraciones a La Jiribilla el propio cantautor.
En el concierto —íntimo y lleno de buenas vibras, como acostumbra a hacerlo el músico—, también celebrando el aniversario del MNBA, el autor de “Mi casa” regaló al público un recorrido más amplio en el espectro musical y sonoro de la agrupación, desde el funk, el kizomba, timba, trova. “Es un disco más irreverente desde lo literario a lo musical”.