Patricia Martínez, vanguardia en Casa
Al repasar el programa del Premio de Composición Casa de las Américas 2023, se advierte una deplorable ausencia que de algún modo, para suerte de todos, han salvado los organizadores. Falta, y sin embargo está, Patricia Martínez. La muerte se llevó temprano —en octubre de 2022, cuando apenas contaba 49 años de edad— a la compositora argentina, ganadora en dos ocasiones del certamen.
La mejor manera que tiene un creador de hacerse tangible es mediante su obra. El más hermoso tributo a la memoria de Patricia fue la inclusión de su obra Apenas el aliento, que se acreditó el lauro en 2019. Esta se escuchará en la audición que tendrá lugar hoy jueves a las cuatro de la tarde en Casa de las Américas, aprovechando la presencia de los compañeros de Patricia de la Universidad de Quilmes, en Argentina.
Al irrumpir, cuatro años antes, en el circuito de Casa de las Américas, Patricia era mucho más que una joven promesa. Se había formado en el Conservatorio Manuel de Falla, con estudios de piano y guitarra, y en realización musical con técnicas electroacústicas en la Universidad Nacional de Quilmes. Viajó a París para perfeccionar el uso de esas técnicas en los talleres del Instituto de Investigación y Coordinación en Acústica y Música, uno de los centros más avanzados de la especialidad en el Viejo Continente. De regreso a su país, pávida de ensanchar sus conocimientos, estudió canto e integró varias agrupaciones de la escena de la vanguardia sonora argentina. La obtención del primer premio en el concurso de música Ciudad de Buenos Aires, en 1999, la hizo visible como uno de los más firmes talentos en la ruta de iniciación del nuevo siglo.
Cuando en el verano de 2015 llegó a las manos del salvadoreño Germán Cáceres, el costarricense Eddie Mora, el dominicano Darwin Aquino y los cubanos Edesio Alejandro y Beatriz Corona la partitura concursante bajo el seudónimo Baldesar y titulada Un abismo encendido de miradas, coincidieron en que se trataba de una obra madura, en la que se decía mucho con poco, por lo cual no vacilaron en distinguirla por encima de las 20 piezas aspirantes al Premio Casa de ese año. Existe una grabación de la obra que data de 2009, a cargo del Stanford New Ensemble. Para el envío a Casa de las Américas, Patricia pulió detalles que redundaron en una mayor condensación del material, dispuesto para voz, violonchelo, percusión y flauta.
Lenguaje minimalista, frases bordadas desde el silencio, lo cual es una de las más sugerentes hendijas para asomarse a la invención de los sonidos, a partir del sustrato inspirador que halló en la obra Pien d’amoroso affetto,del compositor Giulio Caccini, autor del cinquecento italiano.
“Orgánico engranaje del tiempo, la emisión vocal y el sonido”.
Lo que en ciertas zonas de la vanguardia europea, dicho sea con todo respeto, parece agotamiento, en el caso de Patricia Martínez se percibe como anunciación, aun cuando coincidan procedimientos y códigos. De ahí la pertinencia del juicio que avaló la presentación de la pieza de Patricia en la colección del Premio de Composición, hecho que tuvo lugar en 2017 en la institución fundada por Haydée Santamaría, y en el que se puso énfasis en el orgánico engranaje del tiempo, la emisión vocal y el sonido.
Los últimos años de la carrera de Patricia Martínez fueron sumamente intensos. Estrenó el díptico interdisciplinario Breve sueño, por encargo del Centro Experimental del emblemático Teatro Colón, de Buenos Aires; la obra Beyond, de música y danza, para el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana, y la ópera de cámara La niña helada, comisionada y estrenada durante el 48vo Ferienkurse de Nuevas Músicas en la ciudad alemana de Darmstadt, seleccionada luego para ser producida íntegramente por el Centro Cultural Recoleta en la temporada de 2017. Me detengo en esa experiencia, puesto que una propuesta tan novedosa atrajo al público asistente al Festival de Ópera Nueva de Buenos Aires, al punto que cumplió diez funciones con todas las localidades agotadas.
Esa trayectoria encajó plenamente en el perfil con que Patria se definió en las primeras décadas de la actual centuria: artista interdisciplinaria, performática, interesada en conjugar la producción sonora con la visualidad; dotada de una vocación artística orientada a las expresiones multidimensionales que amplifican el nuevo teatro musical hasta convertirlo en un lenguaje cargado de potencialidades dramáticas.
Su conexión con la escena continuó con la ópera 2001, galardonada en 2019 con el Premio del Concurso Internacional de Compositores Stanislaw Moniuszko, estrenada ese mismo año por la Ópera Nacional de Varsovia. Por entonces también sobresalió entre los autores laureados en el concurso de composición New Note del Festival de Samobor, Croacia, y fue merecedora de la Medalla de Oro, Premio a la Excelencia en los Global Music Awards, de Estados Unidos, en 2019. A este palmarés deben añadirse los reconocimientos concedidos en Alemania por el Premio Internacional de Composición Eisenacher Bach en 2020, y el premio New Musik de 2021 en Munich, así como el estreno en Leipzig de la pieza dramático-musical Hoy no muero, para voz femenina y electrónica, basada en un poema de María Medina, víctima de feminicidio.
Patricia estaba muy ilusionada con otro sugerente espectáculo que pensó estrenar este 2023, previamente pactado con la dirección del Teatro Regional (Landestheater) de Linz, Austria, y el Festival Maia, en Madrid. Lo había titulado El fin del mundo y lo estaba trabajando con la directora de escena Carmen Krause y la libretista Giuliana Kiersz. Una de sus secciones es precisamente Apenas el aliento, la partitura merecedora del Premio de Composición Casa de las Américas 2019, centro del homenaje de la institución y sus colegas latinoamericanos en la actual edición del certamen.
“Artista interdisciplinaria, performática, interesada en conjugar la producción sonora con la visualidad”.
Acerca de esta propuesta, Patricia Martínez dijo: “Yo trabajo cuestiones muy crudas, muy expuestas, y tiendo a buscar una síntesis. No me interesa la redundancia, la sobrecarga, sino la contundencia y la focalización de los elementos. La cantante trabaja con el sonido del cuerpo, que no llega a ser palabra, sino sonidos previos a la palabra. Está todo el tiempo en una situación entre el animal y el ser humano, y a mí me interesa mantenerme en esa barrera fuera de lo racional, fuera de la mente estructurada, occidental, binaria. Me interesa correr el eje y que la música sea parte de eso”.
A fin de cuentas, las creaciones de Patricia Martínez se inscriben en las búsquedas de un lenguaje que dé cuenta en esta época de lo que somos en esta parte del mundo.