Del ingenio de los arquitectos cubanos Fernando Martínez y Pascual de Rojas y de los acaudalados bolsillos del empresario, también del patio, Antonio Heiler Rodríguez, nació el teatro América, concebido inicialmente como sala de cine. Con una ubicación privilegiada en la céntrica calle Galiano, actualmente Avenida de Italia, esta majestuosa instalación, una de las máximas expresiones del estilo Art Decó en Cuba, fue oficialmente inaugurada el 29 de marzo de 1941 y en septiembre del propio año ofreció su primer espectáculo musical con el debut en Cuba de Pedro Vargas, merecidamente reconocido como el Tenor de las Américas.
A decir de su director Jorge Alfaro Samá, el teatro América es “un templo de variedades” que justamente por estos días conmemora el aniversario 82 de su fundación.
¿Cuánta historia atesora cada rincón de esta emblemática institución, que usted dirige desde hace 25 años?
Además de ser un templo de variedades, nuestro teatro ha sido, desde su propia creación, el centro del espectáculo musical en Cuba. Desde hace mucho tiempo goza de la preferencia de extraordinarias figuras, de grandes estrellas de la música, el teatro y la danza, nacionales y extranjeras, que han llenado de gloria este escenario.
La lista sería interminable. Por solo citar algunas mencionaremos a la Novia de América Libertad Lamarque, Pedro Infante, nuestra inolvidable Rita Montaner, Lola Flores, Josephine Baker, el siempre querido y popular Bárbaro del ritmo Benny Moré, Sara Montiel, Bola de Nieve, Esther Borjas y María de los Ángeles Santana. Junto a ellos, connotados compositores como Gonzalo Roig, Rodrigo Prats, Adolfo Guzmán, el también pianista Chucho Valdés y Ernesto Lecuona.
En general, han honrado el escenario del teatro América cantantes, actrices y actores dramáticos y humorísticos, artistas circenses, guionistas, coreógrafos, directores artísticos. Todos con el único y principal propósito de complacer a ese público conocedor, y por tanto exigente, que se da cita en esta hermosa instalación función tras función.
Grandes estrellas de la música, el teatro y la danza, cubanas y e internacionales, han llenado de gloria este escenario.
En días recientes, con motivo del centenario de Benny Moré, realizamos una gala homenaje a ese ídolo de la música cubana. Fue un gran espectáculo concebido íntegramente con las composiciones del Benny, interpretadas por reconocidos cantantes de la actualidad. Contamos, incluso, con la presencia de uno de los integrantes de su Banda, a quien agasajamos como realmente merece.
Un espectáculo similar ofrecimos a Chano Pozo, una figura muy singular de la percusión cubana.
En la historia del teatro América cuentan, igualmente, las presentaciones de zarzuelas, óperas, operetas, conciertos, recitales, revistas musicales y temporadas dedicadas a la danza y a las artes circenses, además de acoger diversos festivales, concursos y eventos, muchos de ellos de carácter internacional.
¿Cómo celebraron las más de ocho décadas del teatro América?
Este nuevo aniversario comenzamos a celebrarlo desde los primeros días del mes de marzo, con la programación de diversas actividades que tuvieron su colofón en un grandioso espectáculo con el cual hicimos un recorrido por toda la historia de esta institución. Comenzamos en 1941 con la inauguración del teatro, y durante el desarrollo de esta producción artística se fueron destacando los hechos, los momentos más relevantes recogidos en la historia y otros conservados en la memoria prodigiosa de algunos personas concurrentes asiduos a esta instalación.
Junto a su intensa vida cultural y la realización durante todo el año de diversos talleres, seminarios y cursos académicos, el teatro América, con una capacidad para 1618 espectadores, continúa promoviendo a nuevas figuras y talentos artísticos.
Trabaja asimismo en varias líneas de espectáculos acordes con su tradición, priorizando géneros de la música cubana como el chachachá, el son, la guaracha y el danzón. “Porque es una necesidad de nuestra música rescatar y preservar sus raíces. Y con las de la música, la cultura de nuestra nación”.
Accedimos al teatro América por una de sus puertas laterales. Inmediatamente, experimentamos la sensación de haber llegado a un lugar mágico que más allá de la calidad y variedad de sus producciones artísticas, brilla por su impresionante belleza y excelente estado de conservación, por la pulcritud en cada uno de sus espacios internos, por el esmero y buen gusto que evidencia cada elemento ornamental o constructivo.
“Afortunadamente contamos con el respaldo de un colectivo laboral caracterizado por su entusiasmo y gran sentido de pertenencia. Trabajadores que aman el oficio o la profesión que desempeñan; que buscan alternativas, nuevas opciones que permiten sortear, suplir las carencias y dificultades que enfrentamos diariamente.
“Considero que uno de los logros más significativos de esta institución es que nunca ha cerrado sus puertas por razones de reparación o mantenimiento. Solo durante los meses duros y difíciles de la pandemia, en cumplimiento de las medidas higiénico-sanitarias establecidas en el país, se prohibió el acceso del público. Pero ese receso obligado nos sirvió para concebir novedosas iniciativas. Para meditar acerca de la puesta en marcha de nuevos proyectos. Para pensar nuevas maneras de hacer, de crear.
“La práctica cotidiana en este, nuestro teatro, nos ha demostrado que cuando se ama lo que se hace, cuando hay sobre todo amor, se alcanzan grandes y provechosos logros”.
Precisamente por su meritoria labor al frente de esta institución, orgullo de los habaneros, Jorge Alfaro Samá, exintegrante de la prestigiosa agrupación Irakere y quien asegura de sí mismo que es “un veterano de la música”, ostenta la condición de Hijo Ilustre de La Habana, otorgada en el contexto de las celebraciones por el aniversario 500 de la fundación de la villa. Asimismo, la Distinción por la Cultura Nacional y Gitana Tropical, entre otros premios y reconocimientos guardados celosamente en su lugar de trabajo como valiosísimos trofeos de muy bien ganadas batallas.
Entre todos ellos, sin embargo, hay un galardón al que le concede un valor muy especial. “Acostumbro a pararme a un lado de la puerta principal del teatro cada vez que finaliza una función. En ese momento escucho las opiniones, los comentarios de quienes presenciaron el espectáculo. Muchos se acercan para felicitarme por su calidad o para expresar sus inquietudes. Otros llevan en sus rostros satisfacciones y sonrisas. Y no pocos me estrechan la mano agradecidos. Esas muestras de afecto y gratitud, y hasta de respeto, son el mejor, el más importante premio”.
Hoy ,mañana y siempre el Teatro América es el gran templo de la cultura cubana, como bien escribio Pedro Urbezo en su libro “Teatro América: El Gran Templo de la cultura cubana”