No podría recurrir a la figura de Mañach sin establecer una conexión directa con la Dra. Luz Merino. Acompañan al libro en sus formatos físico y digital los años de investigación, las largas horas de estudio y muchos cafés pospuestos. Focalizado en la necesidad de poner en superficie una arista del quehacer versátil del escritor, Jorge Mañach ¿crítico de arte? cubre vacíos historiográficos en el estudio de la crítica de arte en Cuba, una de las ramas que continúa siendo de las más desestimadas en la producción editorial.

Jorge Mañach ¿crítico de arte? nos acerca a la palabra de quien marcó un punto de inflexión en el modelo con el que periódicos y revistas se enfrentaban a los acontecimientos culturales habaneros”.

El aparato metodológico que construye la Dra. Merino se erige en obligada consulta para cualquier análisis posterior a este texto que pretenda situar a la crítica en el foco de atención. Incluso su primera sección constituye una guía detallada para investigadores que proyecten acometer estudios de posgrado, entre los que se incluyen maestrías y doctorados afines a las prácticas de las ciencias humanísticas.

En el horizonte situacional que constituye el núcleo de la investigación —inserta entre los años 20 y 60 de la centuria pasada—, recorre un contexto plural y elabora, reconociendo de antemano que todo fraccionamiento o periodicidad deviene reduccionista, demarcaciones que juegan con los propios tiempos de Mañach, a la vez que desde la contemporaneidad cimenta nuevos espacios temporales.

Luz se arma de un aparato teórico para “colocar a la crítica en el centro de gravitación”.[1] También aborda la temática con un claro dominio de los recursos formales, siendo partícipe de la evolución, modificación y continua transformación del ejercicio escrito de este autor, adelantado en muchas ocasiones a la propia producción artística.  

La selección del corpus crítico de Mañach se presenta ante nosotros polémica, pero certera. Detecta y da vida a textos otrora colocados en plataformas que validaron en la palestra pública la práctica de la escritura sobre arte, y se posiciona en los terrenos de una modernidad emergente, en el límite de un ejercicio colocado entre lo tradicional y lo nuevo.  

Luz defendió siempre la premisa de que las publicaciones periódicas constituyeron aquellos soportes de modernidad que tuvieron en la caricatura, las portadas y los anuncios comerciales una plataforma de expresión marcada por su inmediatez, originalidad y accesibilidad. Por tal motivo, revindica —como en ocasiones anteriores— la importancia de la prensa plana (espacio autónomo donde el ser individual hace uso público de la razón) y la necesidad de atenderla no solo para comprender un horizonte cultural determinado, sino también para advertir las perspectivas desde el sujeto que escribe, así como las posibles relecturas que pudieran sugerir nuevos rasgos dentro de las más variadas aristas de modernidad.

Jorge Mañach ¿crítico de arte? nos acerca a la palabra de quien marcó un punto de inflexión en el modelo con el que periódicos y revistas se enfrentaban a los acontecimientos culturales habaneros. En su universo discursivo devela las estrategias empleadas por el crítico, quien funcionó como tabique iniciático de un nuevo estilo que superó los caminos y poéticas esquematizados hasta el momento, así como la asistencia de este al proceso de asimilación y reinterpretación de códigos heredados en función de la modernidad. Una mirada a la oración de Jorge Mañach, quien desde el ejercicio de la crónica otorgó al periodismo cultural un sentido más agudo que el concepto fugaz de la noticia o el suceso.

Jorge Mañach ¿crítico de arte? cubre vacíos historiográficos en el estudio de la crítica de arte en Cuba”.

La precisión y nivel de detalle de la Dra. en el estudio de un lapso temporal que recorre más de tres décadas descifra claves fundamentales para comprender el contexto cultural y el quehacer artístico de una Habana de dinámicas cambiantes y heterogénea. A la vez, se proyecta con sentido de actualidad, pues enfatiza que la emisión de criterios estimativos está lejos de considerarse crítica, y que esta supone criterio e implica un afán de justicia y una ponderación objetiva de la obra, desligada de simpatías y antipatías. Elementos a subrayar en los tiempos que corren, donde discursos manidos, benevolentes y plagados de vaguedad abundan en los predios de una pseudocrítica, destinada más bien a validar, y no a justipreciar el producto artístico. “La sinceridad debe ser el sello del crítico”.[2]

“Una mirada a la oración de Jorge Mañach, quien desde el ejercicio de la crónica otorgó al periodismo cultural un sentido más agudo que el concepto fugaz de la noticia o el suceso”.

Denota este libro la humildad científica de la autora, quien, apoyada en los aportes, hallazgos y vacíos de su propuesta, propone un acercamiento a aquellos contenidos que no fueron incluidos en la actual selección. Esto propiciaría el diálogo con el presente estudio inaugural.  

Podríamos pensar que la publicación de este libro constituye un regalo para la Dra., que de seguro guía el proceso. Sin embargo, al reconsiderar esta idea, es Luz Merino quien nos lega un referente de obligada consulta para aquellos que, de alguna forma, nos acercamos en nuestro ejercicio profesional a las artes y la historia.


Notas:

[1] Luz Merino Acosta: Jorge Mañach ¿crítico de arte? Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2019.

[2] Ídem.