Pablo Menéndez: Ojalá la vida fuera como el jazz
Increíble. Así cataloga Pablo Menéndez cada Festival Internacional de Jazz que se realiza en Cuba. Nacido en California pero tan cubano como el que ha nacido en esta Isla, ha permanecido creando Mezcla, de diferentes músicas, en la agrupación que nombró así, desde hace más de 30 años.
Fundador del evento que hoy disfrutamos a plenitud, pondera lo logrado durante 38 años.
“Empezamos un festival de jazz contra viento y marea. Resulta que hoy es uno de los más increíbles del mundo”.
“Hace 60 años, la agresividad y la hostilidad del gobierno de Estados Unidos convirtió en el imaginario popular a este país como enemigo de Cuba. Lejos de la verdad, porque el enemigo no es el pueblo de ese país sino su gobierno imperialista, que en realidad es enemigo de la humanidad.
“No querer escuchar la música de Estados Unidos fue simplificar mucho esa historia. Causó confusión, dolor… sucedió con el rock, con el jazz. Muchos músicos lucharon por defender que estos géneros son también parte de la historia de la música cubana.
“En la Casa de la Cultura de Plaza se encontró el lugar ideal para empezar unas jam session, una especie de festival de jazz con quienes queríamos defender el género. Todos éramos como una familia: Carlos Averhoff, Manuel Valera, Eduardo Ramos, Emiliano Salvador, Ignacio Berroa, yo, entre otros.
“Empezamos un festival de jazz contra viento y marea. Resulta que hoy es uno de los más increíbles del mundo porque vienen figuras de diversos países, se celebra en dos ciudades, se convierten esas siete noches en jornadas memorables. Realmente es una muestra de lo que siempre se ha dicho: Una verdad desde el fondo de una cueva es mas fuerte que un ejército.
“Los jóvenes deben aprender, darse cuenta de todo lo que se puede hacer. Nada es imposible, hay que luchar por todo lo que se cree. Mira lo que ha sucedido años después con lo que soñamos hace tiempo.
“Los jazzistas cubanos logramos este Festival. Con los aciertos sabidos y los problemas de organización propios de lo que se gesta, como decía, contra viento y marea. Pero el resultado es loable.
“Este festival borra fronteras y políticas divisorias. Tantas personas no pueden estar equivocadas”.
“Ahora vivimos tiempos difíciles desde el punto de vista económico, pero es único a nivel global que por 60 pesos cubanos en el Teatro Nacional de Cuba las personas puedan disfrutar de conciertos exquisitos como los que trae esta edición, de artistas premiados a nivel mundial. Es insólito, en el resto del mundo no es así.
“Por eso vienen tantos y de tantas latitudes. No se les paga, pero vienen porque admiran a Cuba y anhelan ofrecer música a personas de todos los rangos sociales. Entonces este festival borra fronteras y políticas divisorias. Tantas personas no pueden estar equivocadas.
“Lo más importante del jazz es que es una música de colaboración, nadie mira hacia arriba o hacia abajo… Los músicos se miran entre sí, se cuidan el uno al otro. Es una democracia en la que uno hace un solo y luego acompaña al otro para que también se exprese. Es una de las características del jazz… Ojalá todo fuera así en la vida… como el jazz”.