Es comprensible que a quienes dominan las ciencias jurídicas les moleste que los demás opinemos sobre sus materias, así como a los médicos nos irrita que alguien ajeno al gremio haga sugerencias sin conocer del tema. Sin embargo, cuando se trata de asuntos que atañen a la mayoría —o a una minoría que no resiste quedar al pairo—, dicho intrusismo profesional poco importa. En el acmé de la COVID-19, por ejemplo, aceptamos cuanto consejo aportó hasta el más pinto de la paloma, debido al incuestionable hecho de que todos éramos vulnerables en ese momento.

En los instantes en que redacto esta página es tal la conmoción derivada de los actos repugnantes de un trovador, que llevamos semanas debatiendo si la sanción que le fue impuesta tras un juicio legal prolongado, en el cual se demostró su culpabilidad, era o no la que correspondía según la gravedad de sus actos.

“Nos alzamos al unísono y clamamos justicia y el cese de la tolerancia”.

Hubo muchas manifestaciones de inconformidad en aquel tiempo (cuando lo sometieron a internamiento domiciliario), aunque la mayor parte de las mujeres víctimas dijo estar de acuerdo, ante lo cual, optamos por respetar la decisión. Después de todo, quienes sufrieron vejámenes estaban satisfechas con el reconocimiento de las agresiones. Uno de los argumentos esgrimidos, en el intento por aplacar voces que protestaban ante lo que consideraban un castigo demasiado débil, era que el susodicho victimario había sido juzgado según el código penal vigente en el momento de sus agresiones machistas y violentas. Hubo, pues, un momento de tregua que apenas duró tres meses.

Justo en enero de este año 2023, el ser a quien nombraremos El Impresentable, no contento con la benevolencia con la que fue tratado, y a pesar de que también le habían tolerado presentaciones en público —cuestión que nunca debió permitírsele—, publicó en Facebook dos engendros, dizque letras de música, cada una peor que la otra. En uno de esos bodrios que no es posible reproducir en su totalidad, por nauseabundo, insulta con particular saña a las mujeres que nos posicionamos del lado de las víctimas, pero también agrede a la mujer en general, sea o no feminista; haya sido solidaria o ajena a los actos brutales denunciados. Grosso modo, El Impresentable solicita “una feminista que no sea tan universitaria, que no parezca un consorte, y que le grite machista” (sic). Inaceptable, francamente. No contento con las reacciones que de inmediato saltaron a la palestra en las redes públicas, arremete contra quienes protestamos ante el agravio de su nueva repugnancia, invitándonos a tomar medicina contra el vómito. Las nuevas inconformidades no se hicieron esperar, como es natural, porque, repito, muchísimos nos sentimos agredidos, desde todas las orientaciones sexuales, y en casos así no es posible detenerse en el tiempo que requieren los expertos en materias específicas, como es el derecho penal. Se trata del equilibrio de la sociedad, de un elemental sentido común, de voces que, independientemente de credos, preferencias e ideologías, nos alzamos al unísono y clamamos justicia y el cese de la tolerancia.

“Politizar la violencia, viejo recurso, además de manipulador, es un mecanismo absurdo, inútil e inadmisible”.

Por si algo faltara en este lamentable cuadro vergonzoso, El Impresentable ondea la bandera de su supuesta condición de Patria o Muerte, como si fuera posible perdonarlo debido a sus falsas convicciones. Bajo ese paraguas pretende encontrar cobija. Sin embargo, la sentencia de que “el verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor”, es algo que obviamente ignora este sujeto. No es la primera vez que un hombre abusador e inescrupuloso se escuda en la ideología que defiende, lo sabemos. Politizar la violencia, viejo recurso, además de manipulador, es un mecanismo absurdo, inútil e inadmisible. Basta ya de engaños. Hablando en plata: Todos somos vulnerables al maltrato, todos debemos unirnos contra él, y todos tenemos el deber de combatirlo, como el cirujano que extirpa un tumor. Las leyes, como la medicina, fueron creadas para protegernos a todos, aunque no conozcamos sus detalles más específicos. Celebro la adhesión de la Federación de Mujeres Cubanas y de las muchas voces que a título personal e institucional se suman a la exigencia de un país en paz, respetuoso y armónico.

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