“No me gustan las películas que son una pieza de relojería perfecta”

Thais Gárciga
14/4/2016
Fotos: Tomadas de Internet
 

Miguel Coyula se inscribe en esa generación que en los albores del tercer milenio emergió como el movimiento de nuevos realizadores audiovisuales en Cuba. Bajo la convocatoria de exhibir el trabajo de jóvenes menores de 35 años, el llamado se convirtió en la plataforma que a partir de entonces comenzó a visibilizar más, y en cierto modo, contribuyó a legitimar obras y nombres que a día de hoy forman parte indiscutible de la cinematografía nacional.

Este movimiento que a la postre se convirtió en la actual Muestra Joven tiene entre sus precedentes El almacén de la Imagen. De esa primera hornada figuran nombres reconocidos en la actualidad en los predios del cine, el videoclip y la televisión, dígase, Esteban Insausti, Pavel Giroud, Lester Hamlet, Arturo Infante, entre otros.

Ya para ese entonces y hasta el presente, la línea autoral de Coyula es inclasificable; ni siquiera encaja en alguna de las estéticas reconocibles hasta el momento. Tampoco ubicándolo fuera del contexto de “audiovisual joven cubano” y todas sus variantes nominativas, podría adjudicársele al treintañero director una etiqueta predeterminada. Si hay algo que caracteriza a Coyula, aparte de su milimétrico proceso de trabajo cuando se sumerge en un proyecto, es precisamente la descaracterización.

Coyula el cineasta cinéfilo, participó en varias ediciones y también presidió el jurado del concurso de la 11na celebración en 2012. Un año antes había ganado el premio al mejor largometraje con Memorias del desarrollo (2010), basado en el libro homónimo de Edmundo Desnoes, y Red Cockroaches (Cucarachas rojas, 2003) había obtenido el Premio Especial del jurado en una de las ediciones precedentes.


 

La crítica de arte, Anaeli Ibarra, denomina a este primer grupo (Insausti, Giroud, Hamlet, Coyula, Molina, etc…) que nació al amparo de la Muestra —han sido varios los que esta ha dado a luz— La generación de las venas quebradas. “El hecho de que esta generación no asimile determinados conceptos e ideas y manifieste como rasgo principal el descompromiso y la falta de sentido grupal, se debe a que las argumentaciones sobre las cuales se sostenían muchos de los ideales de los 60, los 70, los 80, eran determinados por imaginerías, esquemas, representaciones y nociones, hoy todas deconstruibles”. [1]

Transcurridos 15 años, cuánto puede diferir hoy de aquel movimiento de jóvenes para los que “el ánimo de vanguardia, la idea de la resistencia y el enfrentamiento han perdido su significado social, son inoperantes para esta generación que no tiene vínculo alguno con una verdad fundamental, y para la cual la utopía ha pasado a ser un significante a la espera de un nuevo significado”. En calidad de juez y parte, el guionista, editor, fotógrafo y director al unísono, rememora sus comienzos en la Muestra Joven.

Si hay algo que caracteriza a Coyula, aparte de su milimétrico proceso de trabajo cuando se sumerge en un proyecto, es precisamente la descaracterización.¿Cómo se enteró de la convocatoria y qué lo motivó a participar, teniendo en cuenta que al principio no tenía carácter competitivo?
Me enteré casualmente durante el Festival El Almacén de la Imagen. Jorge Luis Sánchez, y creo que Dean Luis Reyes, estaban allí y me comentaron sobre este evento —Muestra de Nuevos Realizadores, a la sazón—. Recién me había graduado de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio. Me interesaba mostrar mis obras en nuevos lugares, así que envié el cortometraje Clase Z Tropical, mi primer trabajo luego de egresar de la EICTV.

El Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC) necesitaba formar un relevo que sucediera a los cineastas que había en ese momento, pues la mayoría pasaban los 60 años. La idea era crear grupos de realizadores a partir de las obras destacadas en esa muestra para prepararlos y rodar tres largometrajes. Uno de ellos fue Tres veces dos, sin embargo, no todos llegaron a materializarse. Escribí un guion que no se aprobó. Más tarde me dieron una beca en EE.UU. para filmar mi primera película, Cucarachas rojas, que envié con posterioridad al concurso.

Independientemente de buscar un relevo, este se volvió un espacio para exhibir la obra de los jóvenes realizadores, más allá de que ulteriormente formaran o no parte de la industria.

¿Cuándo regresa a la Muestra?
Continué participando como concursante hasta que ya no pude continuar más porque traspasé el límite de edad. Presenté Cucarachas Rojas y Memorias del desarrollo. El año pasado envié el corto Psique que se presentó fuera de competencia.

Cada vez se advierte un mayor atrevimiento a la hora de contar ciertos temas tabú obviados por el cine industrial, el ICAIC o la televisión.¿Intercambiaban con el público, en los debates, y en otras secciones en esa primera etapa?
La primera vez solo se proyectaron las obras porque se estaba creando el espacio, si hubo debate no lo recuerdo… han pasado 15 años. Más adelante sí sé organizaron encuentros, pero no participé en ninguno. A propósito de Memorias… sí hubo un debate, incluso proyecté un video de cómo se hizo la película y la manipulación de los efectos especiales.

¿Cuánto se parecen las recientes generaciones que se presentan a la suya?
Creo que cada vez se advierte un mayor atrevimiento a la hora de contar ciertos temas tabú obviados por el cine industrial, el ICAIC o la televisión. Ello también ha traído problemas al interior de la muestra. En 2012 fue seleccionado un documental, Despertar, que lo censuraron luego de haber sido colocado en el catálogo. Fue la razón por la cual Fernando Pérez renunció a su cargo como director de la Muestra.

A pesar de esos golpes el evento continúa siendo una buena oportunidad para que los jóvenes den a conocer su trabajo. Igual sigue siendo muy limitado, aunque después continúen proyectando los audiovisuales premiados, no sucede así con los trabajos controversiales.

Antes de la muestra estaba el Almacén de la Imagen, luego aquella se fue organizando mejor con el tiempo y tomando protagonismo sobre cualquier otro evento en el país. Si un proyecto ganaba premio empezaba a sonar entre los jóvenes de otro modo y conocerse. Lo que pasa es que esas proyecciones son  limitadas puesto que responden a la programación del evento, y se ven solo dos o tres días. Lo ideal sería que trasmitieran esas películas y cortometrajes en televisión, eso le otorga mayor visibilidad porque ya muchas personas no van al cine.

¿Alguno de sus trabajos ha sido transmitido por la televisión?
Se transmitió Clase Z Tropical en un programa que se llamaba En Video. Ningún largometraje mío ha sido estrenado fuera de la Muestra, ni en cine ni en televisión.

¿Qué temáticas les interesaba abordar a ustedes?
Es que todas las películas son diferentes, por ejemplo Cucarachas no tiene nada que ver con Memorias, puede funcionar en cualquier lugar del mundo puesto que no está atada a una realidad sociopolítica como esta última, que sí tiene que ver con la historia de Cuba y EE.UU.


 

Cada vez hay mayor disposición de las nuevas generaciones de explorar distintos géneros y maneras de hacer. En los últimos lustros se ha abierto más esa posibilidad, aunque la primera generación ya la tenía. El cine de género, de ciencia ficción, de horror, por ejemplo, no se producía antes en el ICAIC.

Su experiencia como jurado de la 11na edición…
No es algo que realmente disfrute. Cada quien tiene una sensibilidad que puede chocar con la de los otros miembros y entrar en conflicto de intereses con ellos y con otros trabajos que quizá no se avienen con tu visión. El año que me tocó ser jurado tuvimos que debatir bastante. Pienso que un realizador no puede ser crítico, porque tienes que tomar distancia y eso es muy difícil. Aunque no te identifiques con una historia, si está bien contada tienes que reconocerlo.

No me gustan las películas que son una pieza de relojería perfecta, y todo sucede cuando tiene que suceder.Desde hace tiempo la crítica alerta sobre el guion como talón de Aquiles que padece la Muestra.
No solo ella sino el cine cubano en general. Cuando deseas buscar cosas nuevas el guion debe ser un esqueleto al que le vas añadiendo carne, a veces son accidentes u obstáculos que uno se encuentra y lo incorpora al relato. No me gustan las películas que son una pieza de relojería perfecta, y todo sucede cuando tiene que suceder, entonces sientes que no queda nada por interpretar, ningún elemento de caos. Es lo que se decía del cine imperfecto, y sucede que la gente lo interpreta de otra manera para justificar chapucerías.

El guion debe ser ejecutado con mucha disciplina, pero las películas tienen que respirar y encontrar elementos impredecibles, para mí eso es fundamental. Cuando construyes la dramaturgia, independientemente del género de la película, cada escena debe generar una pregunta que la siguiente puede contestar o no, pero que a su vez genere otra, y así sucesivamente. Ese es mi modo de trabajo.

A su juicio ¿qué distingue a la Muestra de otros espacios de proyección audiovisual como el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, salvando las distancias?
Es una lástima que tenga límites de edad para concursar. A mí me interesa más lo que se ve ahí que lo proyectado en el Festival de Cine. Más allá de una oportunidad para los realizadores jóvenes se necesitan espacios para el cine alternativo, no obstante, el Festival este año tuvo una buena recepción de películas con producción independiente.

 

Notas:
  1. Ibarra, Anaeli. (2012) “Miguel Coyula y la generación de las venas quebradas”. Artesur. Revista Latinoamericana de Artes Visuales. No. 1. www.artesurmagazine.com/sites/default/files/field/pdf/anaeli.pdf