Elogio a Iván Nápoles
1/4/2016
¡Cuánto puede decirse de un hombre con el nombre de Iván Nápoles que comenzó de luminotécnico en los cabarets Monmartre y Sans Souci!
Recordar que muy temprano se encuentra en Cine Revista con Titón y otros cineastas, eso lo marca para siempre y en 1960 ya está en las filas del ICAIC naciente.
Si el crítico Amir Labaki habla de Santiago Álvarez como el ojo de la Revolución, por su cine urgente entonces hay que decir y reconocer a Iván Nápoles como el hacedor de imágenes que le han dado la vuelta al mundo. No puedo menos que recordar en Hanoi, Martes 13, la mirada intensa de un niño vietnamita bajo la tapa de un refugio antiaéreo. O en 79 primaveras los pies casi descalzos de un Ho Chi Minh caminando con el peso de una guerra necesaria en sus espaldas… o de las bicicletas en una ciudad devastada.
Excepcional corresponsal de guerra supo sentir y reflejar para el mundo lo terrible de ella.
¿Cómo olvidar esa cámara en mano que registra para siempre en Mi hermano Fidel la conversación emotiva de Salustiano, el que le cuenta a Fidel que conoció a Martí?
O la fotografía atrevida en Estado de gracia de Silvio el trovador en la Sierra Maestra.
Su indudable talento le permite hacer magia con la cámara en mano y por el paso de la tecnología del 35 mm al digital, ni le asusta, multiplica su creatividad, mostrando en todos los trabajos su impronta. Su curriculum consta de más de 130 documentales y una ficción. Está presente de una forma u otra en más de mil ediciones del mítico Noticiero ICAIC.
Son tantos los momentos que recordamos gracias al pulso de Iván, ese saber atrapar el momento justo.
Aunque no lo parezca, por su timidez ante las cámaras, Iván es un gran conversador y escuchándolo entras de lleno en miles de vivencias, riesgos, aventuras de sus experiencias junto a Santiago.
Me considero privilegiada por haber dado mis primeros pasos en la realización junto a él, y sobre todo por la complicidad que se da en cada proyecto que hacemos y que seguiremos haciendo juntos. Porque como dice Iván: todavía hay mucho que dar y seguir dando.
Santiago Álvarez dijo: El documentalista es quien tiene un pie en la tierra bien enraizado y el otro en una nube para soñar e imaginar mundos mejores. Ese es Iván Nápoles.