A los 12 años de edad, el trovador Raúl Torres escribió su primera canción. Le puso por título “Celia” porque se inspiró en la extraordinaria heroína de la sierra y el llano Celia Sánchez Manduley, merecidamente identificada como la flor más autóctona de la Revolución.
“Compuse aquella canción cuando murió Celia y toda su letra estaba dirigida a exaltar la valentía y la obra de esta admirable mujer que fue tan querida por todos los cubanos. La canté en todas las escuelas de Matanzas. Es decir, que mis inicios en la música fueron haciendo canciones inspiradas en líderes y obras de esta Revolución”.
Después vendrían otros muchos temas musicales hasta sobrepasar con creces el centenar y no todos, precisamente, de corte político.
“Aunque he llevado siempre conmigo ese tipo de canción, mi obra más conocida es la romántica, esa que es trovadoresca. Sigo escribiendo canciones románticas, lo que sucede es que las más divulgadas, las que más se dan a conocer, son estas que reflejan temas sociales. Quizás ello se deba a que son canciones necesarias en estos tiempos. Puedo asegurar, incluso, que compongo muchas más canciones románticas que de corte político.
“Escribo canciones casi todos los días. Esa actividad es para mí un ejercicio íntimo, una manera de escapar, de refugiarme en mí. Y escribo de lo que acontece en el día. La vida como tal me inspira. Me asomo a la ventana, por ejemplo, y veo una pareja de enamorados y eso me sensibiliza, me inspira. Vivo de eso y también por y para eso, para escribir canciones que salen sin una preferencia de gusto. Por supuesto, las historias, las noticias fuertes, como esos grandes que han fallecido, me conmueven y enseguida convierto esos acontecimientos en letras de una canción. Pero en sentido general disfruto cada canción que hago”.
“Escribo canciones casi todos los días. Esa actividad es para mí un ejercicio íntimo, una manera de escapar, de refugiarme en mí”.
¿Discos grabados?
A partir de 2010, todos los años he grabado un disco. Justo por estos días estoy en pleno proceso de grabación. No tenemos todavía su título, aunque ya fueron seleccionados los temas que incluirá.
De estos fonogramas, ¿cuáles consideras tus preferidos?
Uno es Vendedor de nubes y el otro, El niñito historia, que ahora mismo es producido por el sello Unicornio de Abdala. Mientras que Vendedor de nubes vio la luz con el auspicio del sello Colibrí, casa discográfica de la cual soy artista exclusivo.
Tanto como esos discos, ¿qué canciones han marcado tu carrera y en general tu vida?
Mi carrera ha estado marcada por varias canciones. A pesar de ello, puedo citar tres que han calado muy hondo: “Se fue”, “El regreso del amigo” y “Cabalgando con Fidel”. Son canciones que me identifican y dicen de alguna manera quién soy y cómo pienso.
Raúl Torres no lo dijo, seguramente por la modestia y humildad que le caracterizan. Pero nos atrevemos a afirmar que en su memoria guarda de manera indeleble el momento en que vio a Fidel, visiblemente emocionado, escuchando “El regreso del amigo”, compuesta a raíz del fallecimiento de Hugo Chávez Frías, presidente de Venezuela.
¿El hecho de contar en tu repertorio con un número considerable de canciones de marcada filiación política ha sido en algún momento obstáculo para tus presentaciones en el extranjero?
No, nunca, en ninguna presentación. Recientemente tuve la oportunidad de viajar a Argentina y la acogida que recibí allí fue maravillosa. Era el público el que me solicitaba esas canciones, lo cual es demostrativo de que ya las conocían. Este tipo de canción ha trascendido nuestras fronteras y ha llegado a otras muchas regiones del mundo.
¿Cómo te sientes más a gusto sobre un escenario: acompañado solo por tu guitarra o con una agrupación?
Prefiero y disfruto más las presentaciones en solitario, acompañado solo por mi guitarra. Me resulta un poco difícil compartir un escenario con amigos o músicos integrantes de una agrupación que entiendan mi discurso, mi lírica, mi manera de proyectarme en la música. En mi opinión, no todo el mundo está preparado para acompañar a un músico que tiene una posición radical ante la vida. No obstante, sí creo que hay mucha gente dispuesta, aunque no comulgue con el mismo discurso, con el mismo pensamiento, a hacer por la música cuanto sea necesario.
¿Qué es para Raúl Torres un trovador?
En ocasiones algunas personas llaman cantautor a un trovador. Cantautor es un término genérico para identificar a alguien que hace canción y la canta. Trovador, sin embargo, es algo más personalizado. Trovador, la palabra en sí misma lo dice, refiere un compromiso con muchas cosas. Pudiéramos mencionar, por ejemplo, con una letra buena, fluida, comprometida. Es una música innovadora, vanguardista. Yo diría que el trovador es algo más completo que un cantautor. Por tanto, me considero un trovador y a estas alturas de mi vida podría añadir que soy casi poeta. Un poeta que musicaliza sus canciones. Al menos eso me han dicho, y de tanto escucharlo voy a empezar a creérmelo.
No pocos trovadores, fundadores de la Nueva Trova, se han convertido en mi ideal: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Sara González, por citar solo algunos nombres. Me han servido igualmente de inspiración trovadores brasileños y cantautores españoles, específicamente andaluces. Asimismo, me he alimentado del feeling y de maestros de este género como César Portillo de la Luz. Todos, entre otros muchos, han aportado a mi formación.
Celebramos por estos días el aniversario 50 del Movimiento de la Nueva Trova. ¿Tienes previsto algún concierto con motivo de este gran acontecimiento?
El pasado 23 de septiembre ofrecí un concierto en el parque El Quijote, organizado por el Instituto Cubano de la Música. Esa será mi única participación. Considero que fue una actividad programada de manera apresurada. Por otro lado, se juntaron conciertos con otras fiestas populares, con lo cual, a mi juicio, se apaga un poco la intención de promover la trova, de conmemorar sus 50 años. No son cinco, tampoco 20, sino medio siglo de un suceso verdaderamente relevante. No estoy ajeno a las carencias que padece el país. Pienso que todos los esfuerzos deberían volcarse a la celebración de la fiesta de la Nueva Trova y lo ideal hubiera sido la realización de un concierto maratónico, largo, bien organizado, donde estuvieran representados todos los trovadores, noveles y consagrados; donde fueran honrados aquellos trovadores que se han ganado ese derecho por su rica trayectoria.
La trova ha sido desde su surgimiento un baluarte, un estandarte de la Revolución, y no creo que deba pasar desapercibido ninguno de sus aniversarios.
Más allá de tus compromisos profesionales, eres uno de los principales exponentes del proyecto A Cuba hay que quererla. Y como parte de esa hermosa labor, además de importantes y necesarias donaciones, te vemos frecuentemente compartiendo tus canciones con niños y jóvenes sin amparo filial, de escuelas especiales, y en los últimos días, con familiares y víctimas del incendio en la base de supertanqueros de Matanzas. ¿Serán acaso estas expresiones altruistas respuestas a las exigencias de tu gran corazón?
No sabría decir realmente, pero es algo que he hecho durante toda mi vida, solo que ahora se promocionan más estas actividades. Ayudo a coordinar esas donaciones y encuentros, realizados también en asilos y hospitales. Todo ello con un propósito muy bien definido: remover los corazones de las personas, invitar a la gente a que ayude, principalmente a algunos artistas que no saben todavía cómo ayudar a nuestra sociedad. Enseñarles cómo auxiliar a los más necesitados. Y cuando ese propósito esté cumplido, me retiraré al anonimato como cuando empecé. El proyecto ha funcionado. Mucha gente se ha sumado a él gracias a esa labor de visualización que se ha desarrollado. No soy el único. Junto a mí se encuentran ya varios artistas, personalidades y deportistas, deseosos de contribuir.
Indudablemente, a este destacado trovador le sobran razones para sentirse “una persona muy feliz porque, a pesar de los apuros, las vicisitudes afrontadas a partir de haber adoptado una posición, digamos un poco parcial, en un gremio donde existen diferentes formas de ver la vida y diferentes perspectivas con relación a la situación actual de nuestra nación, sigo sosteniendo las mismas ideas que en principio defendí y continuaré defendiendo”.
Al concluir esta entrevista, Raúl Torres expresó su agradecimiento a los trabajadores de La Jiribilla. Aquella tarde la emoción no le permitió a esta reportera decir que el privilegio fue mío. No todos los días tenemos la oportunidad de conversar con trovadores de su grandeza y menos aún con aquellos que, como él, remueven los sentimientos más puros con canciones cuyas letras, magistralmente concebidas, convocan a confraternizar, a amar, particularmente a este, nuestro terruño natal.