120 años de la agrupación portadora de la cultura cubana Haitianos de Barrancas
Siempre he dicho que una denominación etnodemográfica esencial de las formadas en Cuba como parte de los procesos migratorios devenidos de diversas partes del planeta durante cientos de años es, sin duda, la franco-haitiana. Caracterizada por su resistencia cultural y perdurabilidad, con un reconocido sentido de pertenencia hacia sus valores y elementos tradicionales e identitarios, esta denominación etnográfica incluye las dos principales oleadas pertenecientes a las islas del Caribe de habla francesa, sobre todo las procedentes de Haití.
Santiago de Cuba fue una plaza importante para las migraciones en la primera mitad del siglo XX; pues un grupo considerable de inmigrantes de la región del Caribe, mayormente de Haití y Jamaica, se establecieron en esa provincia para formar parte de los cientos de obreros asalariados que se necesitaban en los cortes de caña durante la zafra azucarera, y también en el cultivo y la recolección del café.
Al respecto Jesús Guanche, en su libro Componentes étnicos de la nación cubana, nos ilustra haciendo referencia de alguna manera a dicho proceso:
(…) Sin embargo, los procesos inmigratorios desde el Caribe insular (excepto Bahamas) han sido constantes y crecientes desde el período colonial y han influido en el perfilamiento demográfico y cultural de determinadas regiones de Cuba, por la significación socioeconómica de la Mayor de las Antillas y su decisivo lugar desde el punto de vista poblacional y territorial en toda el área.
En este sentido, tras la Revolución haitiana, y como una de sus consecuencias, se generó una corriente emigratoria hacia Cuba desde el último decenio del siglo XVIII hasta los primeros años del siglo XIX. Junto con los franceses que emigraban, se asentaron unos 30 000 haitianos, desde propietarios hasta esclavos, que ejercieron su mayor influencia en la parte más oriental de la Isla. Uno de estos aportes culturales lo constituyeron las sociedades de tumba francesa, de gran significación en el ámbito músico-danzario.
El propio Guanche también hace alusión a algunas consideraciones sobre condicionantes identificadas a partir de estadísticas censales:
En el censo de 1899 ya el 57,98 % de esta inmigración se asentaba en las provincias de Camagüey y Oriente (entonces Puerto Príncipe y Santiago de Cuba, respectivamente), y la composición por sexo es mucho más equilibrada en relación con el censo referido anteriormente (51,24 % de hombres), aunque solo constituían el 0,18 % de toda la población de la Isla.
La crisis y decadencia del sistema colonial español en América, la tenaz lucha del pueblo cubano por su independencia y la frustración de esta con la implantación de una república neocolonial dirigida desde los Estados Unidos de América condicionaron que la fuerte penetración de capitales norteamericanos en la industria azucarera viniera aparejada de la adquisición de fuerza de trabajo barata para el corte de caña y otras labores agrícolas, mediante la inmigración de miles de antillanos franco y anglohablantes fundamentalmente, lo que significó en esencia una peculiar resurrección de la trata negrera, en este caso intra-caribeña, y una burla histórica a la abolición de la esclavitud realizada apenas dos décadas atrás, pero ahora en las condiciones del capitalismo monopolista transnacional.
Lo cierto es que nos encontramos celebrando el aniversario 120 de la agrupación portadora de estirpe franco-haitiana “Haitianos de Barrancas”, fundada en noviembre de 1902. La misma la podemos localizar en la zona azucarera de Barrancas, perteneciente al central Dos Ríos, en el municipio de Palma Soriano, provincia de Santiago de Cuba.
En esta oleada de haitianos se encontraban los fundadores del grupo portador músico-danzario Gagá Barrancas. El principal promotor de esta agrupación fue Ti Gois, quien cantó con el apoyo de Eduard, Yoyef y Fual como parte de las celebraciones por su fundación.
La agrupación portadora Gagá de Barrancas representa un sólido baluarte de la cultura cubana.
Por otra parte, cómo olvidar cuando el legendario Joel James me contaba de la profundidad y distinción de las comunidades franco-haitianas, muy especialmente las que se encontraban en plena Sierra Maestra; sobre todo, los grupos tradicionales Pilón del Cauto, La Caridad y por supuesto la que nos ocupa en este homenaje: Gagá de Barrancas. Recuerdo muy bien la intensidad con la cual los admiraba; era una inigualable devoción y respeto hacia cada uno de sus cultores, que la hacían grande dentro del panorama cultural e identitario de la Isla. A través del Festival del Caribe tuve un privilegiado acercamiento a sus prácticas y sus portadores.
La comunidad de Barrancas fue uno de los tantos lugares preferidos como legítimo asentamiento por los inmigrantes llegados del Caribe insular, especialmente aquellos procedentes de Haití. Como era costumbre por parte de las comunidades de origen haitiano asentadas en la parte oriental de la Isla, luego de cada jornada de trabajo estos hombres se reunían para divertirse mediante cantos, toques y bailes; algunos de tipo laico, y otros, religiosos. Ellos trajeron consigo sus creencias, las costumbres del culto a sus deidades y la celebración de la Semana Santa o “bandé-rará” como genuina expresión de su cultura.
Cuentan algunos de sus tesoros humanos vivos que el grupo portador Gagá Barrancas surgió a partir de las primeras organizaciones culturales creadas por los inmigrantes haitianos. En sus inicios, simplemente fue un grupo para festejar a la manera de las celebraciones devenidas de Haití. Estas reuniones tenían su momento cumbre y más esperado en la ya mencionada festividad del “bandé-rará”, donde acostumbraban visitar otros barrios de asentamientos haitianos de la zona, que también realizaban sus celebraciones. Los puntos de congregación eran las guardarrayas, bateyes, cuatro caminos y otros lugares, con un propósito común: cantar y bailar como expresión de los saberes y arraigos traídos desde el Caribe insular de habla francesa.
Este grupo portador, al ser fundado en 1902, llevó el nombre de La Fleur, lo cual traducido al castellano significa flor. A través de su principal tradición en plena Semana Santa, se fueron nutriendo de las prácticas tradicionales de aquellos grupos de haitianos y sus descendientes que acudían al festín; así fueron creando un repertorio propio, generando bailes como “gagá” o “bandé-rará” (fiesta suprema), “vodú”, “ibó”, “congó”, “merengue”, obra a “papá guedé”, obra a “papá levá”, entre otros; los cuales son acompañados por el delicioso arte culinario de tradiciones haitianas. También tiene lugar la adoración de sus santos, sin faltar la populosa bebida del “ti-fei”. Sin duda, se genera una indescriptible atmósfera entre toques, pitos, cantos y bailes.
Como agrupación fundadora ha participado de forma ininterrumpida en todas las ediciones del Festival del Caribe; ostenta el Premio Gueba Crellor, así como el Premio Nacional Memoria Viva, ambos otorgados por el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello. Además, le fue entregada la Placa José María Heredia, máxima distinción que otorga el sector cultural en Santiago de Cuba.
Durante las fiestas haitianas en Barrancas se hace muy común la demostración de ciertas destrezas y habilidades, como la de un hombre que se pasa un machete afilado por la lengua o por el brazo; mientras otro golpea los pies contra el vidrio, y otro levanta una mesa con los dientes. No olvido tampoco cuando en el Festival del Caribe del año 1997 —en su emblemático patio como escenario por excelencia de las agrupaciones portadoras— tuve el privilegio de disfrutar de una obra de teatro realizada por los propios integrantes de Gagá Barrancas, la cual trataba algunas de las vicisitudes que sufrieron los haitianos durante años a su llegada a Cuba, por lo que significó en lo personal una experiencia única que nunca he olvidado.
¡Muchas felicidades para la agrupación portadora Gagá de Barrancas por sus 120 años de existencia, representando un sólido baluarte de la cultura cubana!