Este primero de junio el público cubano tendrá la oportunidad de acercarse al filme más reciente de Fernando Pérez: Últimos días en La Habana, una cinta que desborda su acostumbrado simbolismo y centra su trama en dos amigos atormentados por sus problemas.

Fotograma de Últimos días en La Habana. Foto: Internet

Aunque aborda temas archiconocidos en el séptimo arte de la Isla como la emigración y el abandono, la entrega de este laureado realizador no deja margen al aburrimiento. Protagonizada por Patricio Wood —un hombre obsesionado por marcharse a los Estados Unidos—, y Jorge Martínez —homosexual enfermo de Sida en condiciones terminales—, la película muestra a dos amigos de la infancia en una suerte de contradicción. Mientras que el primero, en plenas condiciones para desplazarse, es presa de sus obsesiones; el segundo permanece postrado en cama por su enfermedad, solo en “movimiento” a través de su actitud e imaginación.

Una vez más, otro Diego (Jorge Martínez) llama la atención sobre los modos de asumir los pesares de la vida y los debates existencialistas. Partiendo de una concepción tragicómica —como señaló el crítico Rolando Pérez Betancourt—se le colocó“en una línea expresiva dominada por los aires del sainete. Sentimental, tan tierno como viperino, sibarítico hasta la muerte, da lugar a situaciones risibles y a otras que estrujan la garganta”[1].

Últimos días en La Habana, pese a haber sido tildada de caer en sitios de “fácil consumo” en su guion, promete, sin dudas, hora y media de buenas actuaciones, fotografía, escenografía, y claro, una impecable dirección.

Estrenada en el pasado Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, la cinta ha sido ganadora de lauros como la Biznaga de Oro a la mejor película iberoamericana del Festival de Cine en Málaga y tenido excelente acogida en otros eventos europeos. En Cuba, las principales salas de cine la acogerán desde el próximo jueves.