Tumba Francesa La Caridad de Oriente: 160 aniversario
Para Cuba y muy especialmente para la familia de la cultura popular tradicional, febrero es un mes de regocijo. Cómo olvidar cuando en el año 2003 recibimos con satisfacción la noticia de que contábamos con la primera expresión tradicional inscrita por la Unesco en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, manifestación que este 24 de febrero está celebrando su cumpleaños 160. Hablamos de la Tumba Francesa La Caridad de Oriente, asentada en la ciudad de Santiago de Cuba.
Sin duda los procesos migratorios desde el Caribe insular (excepto Bahamas) han sido constantes y crecientes desde el período colonial y han influido en el perfilamiento demográfico y cultural de determinadas regiones de Cuba, por la significación socioeconómica de la mayor de las Antillas y su decisivo lugar en el área desde el punto de vista poblacional y territorial.
Una parte importante del poblamiento histórico de Cuba ha estado constituido por inmigrantes de la región del Caribe, desde el período colonial hasta nuestros días. En su libro Componentes étnicos de la nación cubana (Editorial Adagio, 2008, Pág. 89), Jesús Guanche pone al descubierto una serie de argumentos y análisis que nos ubican en el verdadero decursar de estos procesos etnodemográficos de estirpe caribeña:
No es posible realizar, operativamente, una valoración exhaustiva, de tipo etnodemográfica, de los procesos migratorios del Caribe continental hacia Cuba a la luz de los datos estadísticos, pues las fuentes escritas no siempre hacen distinción del área o lugar específico de procedencia de los inmigrantes y se limitan solo a señalar el país en su sentido global. A pesar de ello, si tomamos en consideración la información que aportan los archivos parroquiales durante el período colonial podemos establecer tendencias globales durante el siglo XIX en este tipo de inmigración, lo que contribuye a la delimitación de zonas de procedencia. [1]
En primer lugar, se observa un flujo y reflujo constantes de familias desde la Florida, tanto durante la etapa en que este territorio era colonia de España y su gobernación radicaba en La Habana, como cuando pasa a formar parte de los Estados Unidos de América en 1821. Incluso, durante la primera mitad del siglo XX, este proceso migratorio se mantiene como hecho consustancial a una movilidad demográfica por motivos económicos y/o políticos.
En segundo lugar, se aprecia una corriente migratoria desde las zonas costeras de México (Yucatán), Colombia (Santa Marta, Barranquilla y Cartagena) y Venezuela (Maracaibo) desde antes del proceso de liberación anticolonial, que obviamente se incrementa tras este durante el resto del siglo XIX. En el caso particular de México, debemos enfatizar en la presencia de indios yucatecos (mayas) desde el mismo siglo XVI hasta fines del siglo XIX donde aparecen en condiciones de explotación y servidumbre junto con los esclavos africanos y criollos, así como con los culíes chinos (Rodríguez, 1987-1988:28-93).
En tercer lugar, a diferencia de lo anterior, no es significativa la presencia de inmigrantes del área caribeña continental centroamericana (Belice, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá), ni del norte costero de Suramérica.
“La Tumba Francesa La Caridad de Oriente es la primera expresión tradicional cubana inscrita por la Unesco en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”.
En este sentido, tras la Revolución haitiana, y como una de sus consecuencias, se generó una corriente migratoria hacia Cuba desde el último decenio del siglo XVIII hasta los primeros años del siglo XIX. Junto con los franceses que emigraban, se asentaron unos 30000 haitianos, desde propietarios hasta esclavos, que ejercieron su mayor influencia en la parte más oriental de la Isla. Uno de estos aportes culturales lo constituyeron las sociedades de tumba francesa, de gran significación en el ámbito músico-danzario. [2]
Lo cierto es que la Tumba Francesa como expresión tradicional representa el resultado de la inmigración de colonos franceses como consecuencia de la sublevación de esclavos en Haití a finales del siglo XVIII. Las mujeres, en su mayoría esclavas domésticas, no solo se permearon de las costumbres festivas de sus amos, sino en ocasiones también heredaban los vestidos, chales y pericones de las señoras, los cuales fueron incorporando a las propias fiestas y toques de tambor, unido a la influencia de la elegancia y el estilo de los bailes de salón por parte de los hombres, como el masón, el yubá, el fronté y la cinta. Se interpretan con el refinamiento de las danzas de salón y se caracterizan por la formación de parejas y la elegancia de los movimientos, donde se conjugan el estilo francés y los ritmos cubanos.
En la actualidad contamos con tres agrupaciones portadoras de Tumba Francesa: la Tumba Francesa de Bejuco, en Sagua de Tánamo (única de tipo rural); la Pompadour o Santa Catalina de Rissi, en la Loma del Chivo, Guantánamo, y La Caridad de Oriente, la primera en surgir y la que nos ocupa en este homenaje por su 160 aniversario.
La Tumba Francesa surge como una imitación de los esclavos a los bailes que sus amos franceses acostumbraban hacer en los salones, en principio en forma de burla; luego los amos franceses, curiosos y admirados por ser imitados por sus negros bailando al ritmo de los tambores africanos con la misma cadencia y elegancia de los bailes franceses, fueron identificándose con el modo de bailar de estas personas; así surgieron las tumbas francesas, primero en el campo y luego en la ciudad.
La Tumba Francesa La Caridad de Oriente se funda el 24 de febrero de 1862 y originalmente se llamó Sociedad de Tumba Francesa Lafayette; posteriormente toma el nombre de La Caridad de Oriente, en honor a la Virgen de la Caridad, un símbolo.
Esta formación se diferenciaba de los demás bailes por la forma de vestir. Las mujeres se ponen pañuelos en la cabeza amarrados al frente o detrás, utilizan enaguas y vuelos para resaltar más la bata decorada con encajes y cintas de colores; mientras los hombres se cubren con el chal, conservando los cuellos de las camisas bien almidonados y un alfiler, detalles que le otorgan mayor elegancia. El calzado utilizado era de tipo pantuflas o alpargatas. Las de los hombres eran de tela doble como una lona; las de las mujeres, floreadas y de tacón.
El conjunto instrumental que utiliza esta agrupación está integrado por el bulá, segón y premier, los cuales poseen diferentes funciones musicales, pues el premier es el más grande de los tambores y tiene el parche de mayor diámetro, por lo que produce el sonido más grave, ocupa su posición en el medio de los tambores, y es el que dirige y protagoniza la música. El bulá se sitúa al lado derecho del premier, siendo entonces el mediano, su parche es de menor diámetro, sus sonidos se sitúan en un sentido más agudo; su función es la de mantener un sentido repetitivo o fijo. El tercer tambor se denomina segón, realizando un toque similar al bulá. El cata es otro de los instrumentos, considerado entre la familia de los idiófonos, se fabrica a partir de un árbol seco y ahuecado, y su percusión se establece a través de un par de palitos llamados bolillo boa (bois) catá; sus sonidos son los más agudos, fuertes y penetrantes.
Estos bailes se interpretan con el refinamiento de las danzas de salón donde se conjugan el estilo francés y los ritmos cubanos.
Los bailes representativos de la Tumba Francesa son el masón, el yubá y el fronté. El masón es un baile de pareja, cuya pretensión no es más que la de imitar el baile de los amos; por lo que se comienza a interpretar una alabanza al masón, mientras un coro de mujeres lo secunda repitiendo el estribillo. El composé canta ycompone, organizando el coro y avisa al catá que comience la música, momento donde los bailarines se aparejan y realizan diversas evoluciones como paseo en filas que se cierran, ruedas al centro, cadenas en espiral en espera de cambios que se producen a la señal de un silbato y que duran tanto tiempo como resistan bailadores y tocadores durante su evolución. El baile del yubá, es considerado mucho más antiguo, y en él participan tanto parejas como bailadores individuales que realizan sus ejecuciones en el centro, mientras los demás forman un círculo alrededor para cantar y bailar. Entonces aparece un bailarín —también en el centro—, creando figuras para establecer una controversia con la tumba principal o tambor premier, en estos momentos se hace el front o fronté, donde los bailadores sin dejar de marcar suavemente el paso al compás de los tambores que no cesan de tocar, atan sus pañuelos al pecho del bailarín cruzándolo del hombro a la cintura por el cuello y en el antebrazo; acción clímax del baile y toques, donde se le desea el éxito. Los movimientos danzarios se ejecutan con el cuerpo recto, la cabeza se mueve a uno y otro lado de forma sincronizada con los pies, los cuales se deslizan y alternan hacia atrás de forma muy peculiar. A estos tres tipos de baile se le añade el conocido carabiné y la popular tajona.
Las figuras descritas en estas danzas, así como los pasos y el aire de galán, le imprimen elegancia, pero también sandunga, al ser bailes franceses fusionados con ritmos e instrumentos de origen africano.
Como hecho significativo podemos contar con orgullo el de las membresías de patriotas de la talla de Guillermón Moncada y Quintín Bandera, quienes se destacaban como tocadores, cantantes y bailarines; mientras Antonio Maceo acostumbraba visitarla con el propósito de conspirar y alistar adeptos para la lucha por la libertad de Cuba.
Varios han sido los practicantes considerados como tesoros humanos vivos, y por tanto principales guardianes de la tradición. Entre estos hombres y mujeres contamos a Consuelo Venet Danger (Tecla) y Glaudiosa Venet Danger (Yoya); mientras en la actualidad la presidencia está en manos del matrimonio formado por Andrea Danger Venet y Flavio Figueroa Padilla.
La Tumba Francesa La Caridad de Oriente ostenta el Premio Nacional de Cultura Comunitaria y el Premio Nacional Memoria Viva que otorgan el Consejo Nacional de Casas de Cultura y el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, respectivamente, ambas instituciones del Ministerio de Cultura.
¡Felicidades y enhorabuena por su siglo y seis décadas manteniendo una tradición autóctona de la cultura cubana!