“Una casa con ventanas abiertas, nunca entornadas” es la frase palpable que recuerdo siempre de Rubén Darío Salazar, cuando pienso en Teatro de Las Estaciones. La frase que quedó prendida en nuestra primera entrevista y que me reafirma cuánto de virtuosismo hay en un hombre que sueña los sueños de otros y que conquista, desde su retablillo, la superación humana. “El arte de títeres debe ser una gran casa con muchas puertas y ventanas abiertas, para que el aire entre y se regenere el arte”, me dijo aquella vez.

Pero Las Estaciones es también Zenén Calero, mago curioso que da vida y colores a los sueños e ideas que se gestan en esa gran casa edificada en Matanzas. Rubén Darío y Zenén, premios nacionales de Teatro 2020: dupla creativa que ha logrado llevar a Las Estaciones a la vanguardia del arte titiritero en el país y del teatro cubano en su amplio espectro, pero sobre todo a ser un espacio de libertad absoluta, donde todo confluye y se regenera como la vida misma; ese espacio que tanto soñaron y que fundaron ambos “en el lejano 1994, en medio de la crisis de los balseros y de un fuerte Período Especial en la isla”.

Esa era la manera que tenían de hacer algo contra el dolor, pues nada los podía desilusionar. Perdieron muchísimas cosas en el camino, pero existieron pese a todo, contra viento y marea. Hace 30 años ambos hacen teatro con cabeza y corazón. Son 30 años que hablan de una estética de crecimiento, de tomarle el pulso a la vida y seducir, enamorar y hacer felices a los demás. Son “30 años de títeres con cabeza”, como reza el eslogan de su aniversario que celebrarán en agosto.

Rubén Darío y Zenén Calero, dupla creativa que ha logrado llevar a Las Estaciones a la vanguardia del arte titiritero en el país.

Desde entonces Teatro de Las Estaciones es ese espacio para la experimentación, unión y diálogo de todas las artes, una especie de laboratorio teatral que ha dado buenos frutos a la escena cubana. Así han formado parte de sus representaciones y aventuras titiriteras la soprano Bárbara Llanes, la cantante Rochy Ameneiro, el pintor Alfredo Sosabravo, la coreógrafa y bailarina Lilian Padrón, el cineasta Marcel Beltrán y el cantautor William Vivanco, entre muchos otros artistas.

Acompañar la obra de los grandes maestros, especialmente los hermanos Camejo, continuarlos y enriquecerla, es para ellos un ejercicio tremendamente hermoso y fecundo. “Asumir el riesgo de comenzar un proyecto exploratorio de sus obras y no tenerlo todo tan claro, pero sí algunas zonas de misterios que uno debe ir conquistando es importante. Sobre todo aproveché la experiencia que ellos asumieron de trabajar con personas como Leo Brouwer, Martha Valdés, Miriam Ramos, Iván Tenorio y Raúl Martínez. Eso era el completamiento de la profesión, enriquecerla. Es lo que también hemos hecho al trabajar con otros artistas, porque las buenas influencias hay que defenderlas, asumirlas y superarlas. Y en eso estamos, porque la superación lleva tiempo”, afirmó Rubén Darío Salazar.

“Lo que nos hace vanguardia es no subvalorar nada y tomar de diferentes estéticas teatrales. Serlo es no aferrarte a nada y conocerlo todo del teatro de figuras, es ser auténtico en lo que haces. Pero lo más importante es saber sentarte y levantarte, y saber saltar, ver el mundo a distancia y verlo también de cerca, porque para la vanguardia no hay fórmulas…”

Las Estaciones es un colectivo docente que sigue formando nuevos titiriteros desde la creación perenne en la Unidad Docente Carucha Camejo y anfitriones del Festitaller Internacional de Títeres de Matanzas (Festitim). “Siempre que escucho la palabra vanguardia para referirse a Las Estaciones siento que el pecho me palpita, porque es un compromiso bastante grande mantenerse a la vanguardia, porque significa estar joven eternamente. Los premios que hemos alcanzado han sido un resultado muy subjetivo de un jurado muy real, pero también hay que aprender que siempre no se puede tener un galardón en la mano, pero cuando no lo tienes debes luchar por alcanzarlo. Viajar también ha sido un privilegio para Las Estaciones y eso lo hemos aprovechado. Además, nos mantienen en la vanguardia nuestras aproximaciones a la danza, la pintura, la música, el cine, el circo. Pero lo que nos hace vanguardia es no subvalorar nada y tomar de diferentes estéticas teatrales. Serlo es no aferrarte a nada y conocerlo todo del teatro de figuras, es ser auténtico en lo que haces. Pero lo más importante es saber sentarte y levantarte, y saber saltar, ver el mundo a distancia y verlo también de cerca, porque para la vanguardia no hay fórmulas, y también saber que la vanguardia dura poco y eso es lo que nos hace así”, expresó.

Así han hecho soñar a tantos niños y a un público diverso dentro y fuera de Cuba. Y lo siguen haciendo con obras como La niña que riega la albahaca, Pelusín y los pájaros, La caja de los juguetes, Los dos príncipes, La virgencita de bronce, Federico de noche, Alicia en busca del conejo blanco, Por el monte Carulé, Retrato de un niño llamado Pablo, Carnaval…

Los integrantes de Las Estaciones han hecho soñar a muchos niños y a un público diverso dentro y fuera de Cuba.

Las Estaciones, además, es un discurso estético potente, un estilo inconfundible y una límpida e irrepetible iconografía. Su visualidad perfectamente reconocible no desdeña el hecho de que, para las infancias, haya un tema tabú. Detrás de esa imaginería están los diseños de Zenén Calero, referente del diseño escénico en Cuba: hermosos y únicos, inconfundibles.

“El títere tiene una gran variedad visual que se abre al mundo de lo formal, destacó Zenén, pues no solo hace pensar en lo dramatúrgico sino en la atmósfera de la obra y en la posibilidad hermosa de acercar la sensibilidad de los niños al arte a partir de diferentes estéticas, pero también enfatizando en la obra de los grandes maestros”.

Rubén Darío sigue creyendo que el teatro es un arte de riesgos, sueños e investigación, y que en las contradicciones a nivel creativo va el riesgo de equivocarte o acertar. “Para suerte nuestra hemos acertado bastante y es porque hemos trabajado y experimentado mucho”. Por ello mantiene con firmeza que “si no te quieres a ti mismo, nadie te querrá, si no te respetas, nadie te respetará. El arte debe superarse y el éxito de uno está en uno mismo, porque la vanguardia, esa que tanto me atemoriza por efímera, es siempre inabarcable”.