Del destierro en el alma la traje / entre tantos recuerdos dispersos, / y he sabido rendirle homenaje / al hacerla flotar en mis versos.
Bien por Bonifacio Byrne, que desde antes de constituirse la República y ya dentro de ella, nos alertó para siempre del peligro norteño, como en verdad ya había hecho José Martí, pero tal alerta nunca está de más, siempre incluso puede estar siendo necesaria que se repita.
Si “Mi bandera” será siempre el poema mayor de Bonifacio Byrne y como poeta habrá que recordarlo por esta insigne composición, convengamos en que otras aristas también brillaron en esta personalidad que siempre estuvo acompañada de “patriótico sigilo”.
Además de ser “el poeta de la guerra”, del fervor patrio, Bonifacio Byrne legó a nuestro terruño otras aristas cuya lectura también puede resultarnos placentera.
Valdría la pena reeditar sus poemas —y sus prosas― con una selección más amplia y, sobre todo, que se leyeran en nuestras escuelas algunos de sus poemas y de sus breves e intensas narraciones, en “dosis exactas”, combinados con temas más actuales, y no como “mal necesario” para cumplir un programa, sino como instrumento eficaz para la construcción de nuestra identidad patriótica y para la formación cívica de cualquier ciudadano cubano.