El Corsario: una ágil versión

Toni Piñera / Fotos: Nancy Reyes
4/3/2016

El Corsario
En el principio fue el apasionado poema de Lord Byron, compuesto en 1814, cuando el poeta bordeaba apenas los 26 años. “El Corsario” pronto ganó en notoriedad y se convirtió en uno de los íconos del romanticismo literario. Su afán por la búsqueda de lo exótico, la exaltación de la valentía y el elogio de la vida aventurera de aquellos hombres de mar pronto lo convirtieron en canon a seguir para creadores de otras artes.

La ópera El Corsario, del célebre Giuseppe Verdi apareció en escenarios italianos en 1848 y, aunque el estreno no gozó del pleno favor del auditorio; doce años más tarde, el público francés tendría ante sí la visión danzaria del famoso tema inaugurado por Byron, con la coreografía de Joseph Mazilier y música de Adolph Adam; en una ballet pantomímico de tres actos.

El estreno tuvo lugar el 23 de enero de 1856 en el Teatro de la Ópera de París. Pero no era esta la primera versión de El Corsario que se asomaba al mundo de la danza. En 1826, el italiano Giovanni Calzerini estreno su obra en Milán.

El Corsario llegaría en sus naves hasta tierras lejanas. El gran MariusPetipá trabajó mucho sobre la versión de Jules Perrot, donde había interpretado el papel de Conrad, y al adicionarle varias escenas, en especial del pas de deux que hoy conocemos como El mercader y la esclava, insertado en el primer acto, contribuyó decisivamente a conformar la obra tal y como llega hasta nosotros. Durante el siglo XX, la versión de El Corsario, realizada por KonstantínSergueiev sobre la versión de Petipá, se mantuvo en los escenarios del Bolshoi y el Kírov, de donde lograron beber algunos bailarines y maestros cubanos que coincidieron con ella, a la vez que se trata de una adaptación bien conocida en el ámbito internacional.

El Corsario en Cuba
El estreno cubano de El Corsario llegó de la mano de los bailarines del Ballet Clásico de Francia cuando en 1968 presentaron fragmento de la obra en el teatro García Lorca. Dos años más tarde, el pas de deux del tercer acto sería llevado a la escena habanera durante la graduación de Ballet de la Escuela Nacional de Arte, interpretado por los graduandos Clotilde Peón y Fernando Pi.

El Ballet Nacional de Cuba habría de incorporar definitivamente a su repertorio el conocido pas de deux de El Corsario en el año 1976, interpretado por dos de sus bailarines  estrellas: María Elena Llorente y Lázaro Carreño.

Desde aquellos tiempos a la fecha, dadas sus exigencias virtuosas, el pas de deux de esta pieza ha ganado un lugar principal en las selecciones de obras para concursos de ballet. Hemos visto interpretarlo a varias generaciones de bailarines que han hecho de él su caballo de batalla para tales lides, tanto en Cuba como en el extranjero.

El Corsario, del Ballet Laura Alonso
Los maestros del Centro Prodanza presentaron durante el Cuballet del año 2002, por vez primera en Cuba, una versión “completa” de El Corsario que es la base de donde parte la visión entregada este fin de semana en las tablas del teatro Mella.

La versión coreográfica de Iván Monreal y Héctor Figueredo; organizada en un Prólogo, dos actos y cinco escenas y encabalgada en la música de Ludwig Minkus y Ricardo Drigo.

El acto primero tiene como eje estructural el pas de deux conocido como El mercader y la esclava, con el digno desempeño de Mariem Valdés (Gulnara) y Vladimir Piedra (Mercader), jóvenes que deben proseguir puliendo técnica e interpretación pero que no desdicen del encargo que les ha entregado su compañía.

El acto segundo, con las escenas del palacio del PasháSeyd y de la playa en la isla griega, con sus peripecias bien ensartadas, lleva en las inmediaciones de su cierre el conocido pas de deux homónimo al ballet con los personajes de Medora (Patricia Hernández) y Conrad (Yojanis Céspedes). Su desempeño hizo vibrar a los espectadores en sus butacas del Mella pero este cronista considera oportuno entregar algunos apuntes para el joven Céspedes.Bailarín de excelente presencia, su figura se impone en el escenario. Dueño de un gran salto que sabe explotar con eficiencia, aún debe resolver ciertas carencias en los giros, en especial, aquellos que demandan la pierna a la seconde. Puede crecer mucho más y ello dependerá en gran medida de seguir las indicaciones precisas de sus maestros. Patricia Hernández se presentó muy bien y con su pareja fue merecedora de los elogios.

Muy grata resultó la presencia en escena de los niños que estudian en Prodanza, otorgándole a la puesta un hálito de frescura.

Feliz desempeño de los corsarios amigos de Conrad, Alí, el árabe (Jahdiel Rodríguez) y Birbanto, el portugués (Ernesto Fariña).El solo hecho de traernos esta pieza en una versión coherente merece nuestros aplausos.