Centro de Desarrollo de las Artes Visuales: parada obligatoria en la Bienal
15/4/2019
Las coincidencias de la vida no están escritas. Al menos así lo dicta el saber popular. Tres artistas colombianos emprendieron viaje al oriente cubano un día después de la muerte del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Su intención: conocer los actores sociales y culturales de la Isla mediante una interrogante y sus posibles respuestas: ¿cómo imaginaban su vida en diez años y qué necesitaban para lograrlo?
De esta forma pudiera definirse —a manera de síntesis— la primera exposición de la planta baja del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales (CDAV) titulada (d)estructura.
Un dato importante: la visita de los creadores a la zona oriental resultó pura casualidad en ese momento concreto.
¿Cuál es el resultado de la muestra? Una pequeña radiografía —de algunos poblados de Cuba— sobre las pretensiones de los ciudadanos en cuanto a salud, economía, placer, bienestar y otras condiciones necesarias para la vida.
En pequeñas maquetas se presentan tales aspiraciones, donde un color simboliza un deseo o sentimiento. Por ejemplo: en la provincia de Las Tunas los ciudadanos querían paz, amistad, amor. El experimento varía en una misma zona según los días y el color que cada comunidad atribuyó a las necesidades indicadas.
Gracias a los artistas colombianos tenemos hoy una investigación sociológica para ser leída y pensada. Lo más importante es satisfacer, desde lo viable, esas demandas que ayudan a forjar una Cuba posible y soñada, a la altura de las aspiraciones personales.
La información de la muestra será analizada por un grupo de especialistas cubanos. Diferentes estructuras en cuanto a tamaño y forma hablan de quienes somos, pero, sobre todo, lo que pretendemos tener como nación.
En la sala, otro dibujo irresistible a la vista forma parte de la exhibición. La Isla pintada en la pared es la primera gran imagen de la entrada. Cuba vista desde la perspectiva de los tres creadores extranjeros en sus dos viajes, el primero en noviembre del 2016 y el otro un año más tarde.
Palabras como abundancia, organización, familia, innovación, diseño, entre otras, conforman las impresiones recogidas en cada uno de los territorios frecuentados por los artistas colombianos.
En el contexto de la Bienal vuelven a la Mayor de las Antillas, esta vez para mostrar su obra, con el deseo de conocer “lo real maravilloso” que nos define ante el mundo.
(d)estructura forma parte de la plataforma de producción artística y cultural El puente lab, de Medellín, cuyo objetivo es desarrollar proyectos culturales en el ámbito de la localidad creando puentes de comunicación.
SUB/ Mary Sibande disfraza su alter ego
El segundo espacio expositivo de la planta baja del CDAV trae más enigmas de los imaginados a simple vista. La sudafricana Mary Sibande propone una máscara similar a su rostro con tecnología 3D para invitarnos a conocer su alter ego y cuán cercano o diferente puede ser del nuestro.
Miedos, silencio, una figura que cobra vida y habla desde la fantasía y la realidad desatan los genes creativos del espectador para dar paso a las más heterogéneas historias. El trabajo de Sibande se basa en el empleo de la escultura y la pintura para explorar la identidad del continente conocido como la cuna de la humanidad, en el contexto poscolonial.
SUB/ Jababacoa: el arte de lo posible
Desde la propia entrada, el proyecto de Luis Gárciga y el colectivo C.A.S.I.T.A. (Lorenzo Alonso, Eduardo Galvagni y Diego del Pozo Barriuso) va dando señales de vida.
Un video llama la atención del público al entrar en el salón. Varias mujeres costureras hablan del pasado glorioso de Guanabacoa, cuando se conocía como ciudad industrial.
“Hoy en día somos ciudad agrícola”, recuerda una de las trabajadoras. El material ofrece una visión abarcadora sobre los numerosos talleres ubicados en el municipio habanero conocido como “la villa de Pepe Antonio”, pasando por el período especial, los momentos difíciles y con una mirada puesta en los tiempos actuales y sus demandas en relación con la manufactura.
Las luces juegan un rol importante en la instalación, dan diversos matices de la historia narrada en una habitación pintada totalmente de blanco. Dos sillas indican al espectador que debe sentarse y estar bien atento al discurso que se ofrece, porque quizás sea la primera y última vez que lo escuche. El sonido de una máquina de coser anuncia que el tiempo acabó. Las luces en rojo, azul, verde y amarillo alumbran tres carteles con las palabras de Guanabacoa, Industrial y Agrícola, dualidad que aún perdura en la mente de los pobladores de uno de los municipios habaneros con mayor historia.
SUB/ Ruy César Campos: puntos terminales y humanidades digitales
Tres instalaciones del brasileño Ruy César Campos ocupan el piso intermedio del CDAV. Entre ellas sobresale su obra Infraestructuras circunvecinas, testimonio de las nuevas dinámicas en la juventud, a partir del fenómeno de Internet.
En un inicio, varios jóvenes hablan de sus experiencias en sus barrios y, al mismo tiempo, la información se complementa con vistas panorámicas de la ciudad donde habitan los adolescentes. No obstante, sus palabras finales son las de mayor impacto: ¿cómo y para qué utilizan la red de redes?
Más allá de las prácticas comunes, las respuestas no tienen lecturas preocupantes, con la excepción de una de las muchachas entrevistadas.
“La mayoría de los jóvenes no saben usar el Internet”, dice. Lo cierto es que cientos de estudiantes pierden incontables horas al día en las redes sociales, siendo cada vez mayor la vida virtual como parte de la rutina cotidiana. César Campos nos recuerda esta verdad.
SUB/ Busca una pista en el proyecto Hipotermia
“A nadie le gustan las polillas”, comentó una mujer al entrar a la muestra —de la guatemalteca Lourdes de la Riva— Busca una pista, inventa la historia. De la serie Los creadores.
¿Y si por una vez en la vida estos insectos dieran paso a relatos sorprendentes? ¿No serían héroes en vez de villanos? Un gran mapa visual con recortes de cientos de libros y revistas dañados por las polillas, nos dice que es posible entender su función en la tierra, si lo analizamos desde la perspectiva artística.
El poder de asociación puede desatar un gran torrente de pensamientos. Surge entonces una fantasía virgen en el inconsciente, tal vez para decirnos que necesitamos volver a la literatura.
En el mismo espacio, el creador cubano Frank Martínez sorprende con imágenes de gran tamaño y un contenido poco usual. Un cocodrilo inmenso confunde un dron con una presa. Al lado, una lámpara aparece en medio de la nada, sin función aparente que cumplir. ¿Qué lectura permiten estas piezas?
Al decir del artista, su intención es hablar “de sucesos locales y universales sedimentados en la memoria colectiva. Así son (re)descubiertos “objetos absurdos en ambientes gélidos”, plantea en una breve descripción al inicio de su muestra, la cual nombró Proyecto Hipotermia.
¿Preferimos la sensación de movimiento o la simple estática de las cosas? El espectador, por momentos, puede sentirte incómodo con la quietud de los dibujos, porque de alguna manera la mente es inquieta y siempre busca actividad.
Martínez sabe cómo captar la mirada de quien busca la diferencia en colores sobrios, discretos, congelados en el tiempo. Su poética es bien simple, e invita a entrar en las obras para no salir de ellas nunca más.
Durante el mes de la Bienal, el CDAV, ubicado en Teniente Rey y San Ignacio, propone una mirada a las más heterogéneas esencias del arte contemporáneo.