¿Réquiem por una galería?
3/10/2018
En octubre de 1963, La Habana acogió el VII Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), el primero realizado en América. Por tal motivo, se realizaron un conjunto de acciones urbanas encaminadas a enriquecer la imagen de La Rampa, una de las arterias más importantes de la urbe capitalina.
Entre esas iniciativas contaron la transformación de la Funeraria Caballero (ubicada en la intersección de 23 y M) en Casa de Cultura, el diseño y la construcción del Pabellón Cuba, dos paradas de ómnibus en el perímetro de Coppelia, la cascada y fuente de 23 y Malecón, y la remodelación de las aceras, las cuales habrían de incluir una serie de mosaicos realizados por algunas de las figuras más significativas del panorama artístico del momento: René Portocarrero, Wifredo Lam, Sandú Darié, Hugo Consuegra, Antonia Eiriz, Raúl Martínez, Salvador Corratgé, Mariano Rodríguez, Antonio Vidal, Cundo Bermúdez, Guido Llinás, Antonio Quintana y Luis Martínez Pedro.
Los mosaicos, realizados en granito integral por la empresa cubana Ornacén, con la intervención de los arquitectos Fernando Salinas y Eduardo Rodríguez, se extienden desde calle J hasta calle Infanta, alcanzando la cifra de 180. Hoy, gran parte de ellos exhiben un deplorable estado de conservación. Muchos están rotos, otros han desaparecido a trozos bajo los efectos de remodelaciones emergentes y cambios de tubería o circuitos eléctricos. Los pocos que sobreviven están sepultados bajo años de polvo y suciedad, o carcomidos por los efectos de la intemperie. Los ubicados frente a la parada de Coppelia en 23 y K (que en estos momentos no ofrece servicios debido a la construcción, en sus inmediaciones, de un nuevo hotel) han sido maltratados por las máquinas empleadas durante el proceso de cimentaje.
Más abajo, cerca del Banco Metropolitano de 23 y P, un trozo de cemento exhibe un rostro de habanera del artista cubano José Manuel García Rebustillos. Se trata de un dibujo hecho sin la debida autorización, por un ¿creador? que busca legitimarse y satisfacer su ego colocando una ¿obra? junto a piezas realizadas por grandes artífices de nuestro país.
Las preguntas se imponen: ¿por qué ocurren cosas así? ¿Por qué dejamos que el patrimonio arquitectónico y escultórico cubano se pierda frente a nuestros propios ojos? ¿Arquitectura y escultura ambiental no forman parte de nuestra identidad? ¿Por qué permitimos que desaparezcan estas piezas únicas, invaluables, rubricadas por lo más significativo del arte cubano de la Vanguardia y los primeros momentos de la contemporaneidad?
Comprendo que la construcción del futuro hotel más alto de La Habana en plena calle 23 juega un papel fundamental para el desarrollo económico del país, pero, ¿debemos edificarlo a costa del deterioro y la muerte del patrimonio artístico y arquitectónico ya existente? Por otro lado, ¿puede cualquier artista fundir un pedazo de cemento y dibujar en La Rampa por tal de que su obra forme parte de esta galería al aire libre?
En octubre del 2003 se conmemoró el 40 aniversario de la celebración del VII Congreso de la UIA en La Habana y, por tal motivo, fue convocado un concurso para seleccionar 15 nuevos diseños que serían emplazados en nuevas aceras de La Rampa. De las propuestas presentadas, solo se ha emplazado una: Guitarra, de José Miguel Pérez Hernández, ubicada en el Parque El Quijote.
Estamos en el 2018; han pasado 55 años desde que los mosaicos de La Rampa vieran la luz y comenzaran a engalanar nuestra ciudad. ¿Por cuánto tiempo más podremos disfrutar de ellos? ¿Los verán nuestros hijos y nietos?
¿Cómo pueden ocurrir cosas como estas? es increible que en una calle céntrica del capitalino VEDADO, nada más y nada menos que en La Rampa, suceda un hecho tan bárbaro, a la vista de todos y no pase nada… No estoy en contra de la construcción de un Hotel en ese terreno abandonado por años, pero quienes acometen la obra tenian que haber puesto a buen recaudo esas obras que forman parte de nuestro patrimonio. Y como dice ese viejo refrán “a río revuelto, ganancia de …” (no pega poner pescadores) más bien Rebustillo. Espero que con este trabajo y su repercusión en las redes, quienes tengan que actuar lo hagan…
El autor del artículo dice: Comprendo que la construcción del futuro hotel más alto de La Habana en plena calle 23 juega un papel fundamental para el desarrollo económico del país, pero, ¿debemos edificarlo a costa del deterioro y la muerte del patrimonio artístico y arquitectónico ya existente? Por otro lado, ¿puede cualquier artista fundir un pedazo de cemento y dibujar en La Rampa por tal de que su obra forme parte de esta galería al aire libre?
Y está muy bien su inquietud por los mosaicos de La rampa, pero el hotel más alto de La Habana que se piensa construir puede traer como consecuencia afectaciones mayores que el tema de los mosaicos. Nos hemos preguntado: ¿El mirador del obelisco del memorial José Martí dejará de ser la mayor altura de La Habana?
El mirador del Obelisco del Memorial José Martí es el punto más alto de la ciudad de La Habana con 141 metros sobre el nivel del mar, y que tiene (hasta que se construya el nuevo hotel) una vista de hasta 50 km a la redonda y que desde este sitio, se aprecia en toda su magnitud las excepcionales vistas de la capital de Cuba.
Quiero llamar la atención sobre el hecho de que la ciudad de la Habana fue declarada “Ciudad Maravilla” sobre todo por el magnífico patrimonio arquitectónico que posee y sin necesidad de tener hasta ahora grandes rascacielos. No excluyo que se pueda construir algún edificio alto donde no provoque ninguna afectación…
¿Cuáles son las regulaciones urbanas que con respecto a la altura de los edificios debe Planificación física autorizar?, ¿Estas regulaciones limitan la altura con respecto al mirador del obelisco del memorial José Martí de la Plaza de la Revolución?
http://martianos.ning.com/profiles/blogs/el-mirador-del-obelisco-del-memorial-jos-mart-dejar-de-ser-la
Recuerdo como tantos otros estudiantes universitarios de esos años, la impresionante inauguracion del Pabellon Cuba, con pintores colgados pintando murales, la bella jardineria y el ambiente de cultura que prevalecio durante años en aquel lugar.
Por curiosidad se me ocurrio visitarlo a finales del mes de Agosto. Cuanta decepcion, desorden, desilusion y frustracion ante otra obra del pais perdido como tantas cosas en Cuba que no tienen dueños ni dolientes.
Antes de eso, habia visita mi antigua Facultad de Ciencias Agropecuarias en la Quinta de los Molinos y el dolor se hacia casi insorpotable al ver aulas, laboratorios, parques y cafeterias convertidos en ruinas o escombros.
Que decir de nuestra famosa e historica escalinata que tantas luchas simbolizo, mugrienta, sucia, a pesar de haberles ofrecido un par de maquinas de lavado a presion para restituir su vitalidad, pero no, eso proviene de un Cubano radicado en el exterior!
En dias pasado hice un llamado a todos los cubanos de dentro y fuera del pais para aunar fuerzas alrededor de las celebraciones del 500 aniversario de la Habana para adquirir camiones, montacarga, cargadores frontales, palas, escobas para higienizar una capital sucia, mal oliente, llena de escombros y las personas orinando en cualquier lugar por falta de baños publicos……y nadie ha respondido a esa plegaria. Que hacer?
Estimado Sr. Maikel José Rodríguez Calviño . Aprecio su articulo que tiene a bien de indicar lo que acontece con esta conocida area de nuestra capital. Ello me permite decirle que al revenir usted por medio de este trabajo periodistico sobre este asunto de interes ciudadano, bien se puede esperar una atención debida. Tengo a bien de citar un comentario que escribi y se publico en el periodico Trabajadores. Cito :
20 septiembre, 2018 a las 11:48
EN PELIGRO OBRAS DE RECONOCIDOS ARTISTA CUBANOS UBICADAS EN LA PARADA DE AUTOBUSES DE LA CALLE 23 ENTRE J Y K.
Atendiendo a los inicios de los trabajos en esta area, donde se situara esta instalación hotelera.
Me permito de alertar a las autoridades del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la República de Cuba. Para que se cuiden y se preserve las hermosas losas de mosaico de granito integral, que en numero de 180 mosaicos fueron insertado a lo largo de las amplias aceras que se extienden de la calle 23 de J, hasta la Avenida de Infanta.
Alli se rediseño el pavimento con estas losas a partir de las creaciones de artistas como: Mariano Rodrigues, Luis Martinez Pedro, Wifredo Lam, Amelia Peláez, Rene Portocarrero, Raul Martinez, Salvador Corratge, Antonio Vidal, Sandu Darie, Cundo Bermundez
Es bien de recordar brevemente que todo ello se debio a la celebración en el año 1963 del VII Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos, que fue todo un evento social, cultural y politico, debido a que era la primera vez tenia lugar en América.
Ademas he de indicar en favor de su significación internacional, porque se celebro a un año de la Crisis de Octubre de 1962, asi como a dos años y medio de la Victoria contra la Invasión Mercenaria de Playa Giron. ( por cierto atendiendo a este hecho de gran simbolo en la defensa de la soberania nacional, se realizo un concurso internacional para realizar un monumento en este heroico lugar )
Por las fotos que se publican se aprecia este lugar y la estructura de la epoca, que protege y abriga a las personas de la lluvia y el sol.
Por ultimo el 26 de abril de este año lei en el sitio Cubadebate esta noticia y los comentarios fueron muy numerosas.
Ahora bien cual es la razon que la Sra. Deysi Malvares, directora de Desarrollo de la Empresa Inmobiliaria Almest, no se ha manifestado por medio de una comunicacón publica transparente de como se llevara a vias de hecho estas obras que se inician.
Ademas de como su enpresa va a sustituir de forma adecuada espacio protegido para los peatones y las paradas de los autobuses que han sido dislocadas
Ante este proyecto hotelero selecionado he de comentar lo siguiente :
Los profesionales del turismo conocen bien de los errores donde no se deben caer, siempre he pensado que tenemos el derecho y el deber de imaginar, una forma bien distinta, asi como creativa en la gestion del turismo, sea en cuanto a sus instalaciones, que estan sean ademas sostenible.
Deseo que la cultura y la economia del hecho turistico nacional e internacional, que se oferta en Cuba sean bien alejada de ” zona de confort ” en su interpretación y acción.
Un saludo fraterno. Fin de la cita.
La verdad y la objetividad deben ser premisas de un crítico, más allá de criterios y afinidades personales, y leer este artículo más allá del loable llamado a preservar ante la desidia (pretexto?) ver cómo se ataca con saña goobeliana a un artista que ha sembrado méritos de sobra alejado de las elites y acercando su arte al pueblo, el verdadero crítico. Es algo digno de condena, más de unas acusaciones repetitivas y falsas, de las cuales como un títere creo que eres sólo el triste vocero… Te aplaudo tus ganas de rescatar el patrimonio, pero deploro que te escudes en el tema para atacar a un artista que defiende desde su modesta contribución la cultura de este país… Buenos ya te di tus 15 minutos de gloria para que alimentes tu mismo ego, porque a otros que acusas no necesitan lo que no buscan, se un crítico verdadero, cultiva y guía al público a la apreciación del arte, en toda su variedad y genero… no en mentiras y chismes bajos de pasillo al puro estilo del marcantismo y la prensa amarilla… Instruyete e investiga irresponsable.
Un verdadero creador no maltrata el patrimonio artístico de la nación por tal de satisfacer su ego. Un verdadero artista respeta los conceptos urbanísticos, museales, arquitectónicos de entornos e instituciones a su alrededor. Un verdadero artista no invade los medios de comunicación con obras de dudosa calidad, con modelos iconográficos repetidos hasta el hartazgo, con “rostros de habaneras” que avergonzarían a René Portocarrero y a Servando Cabrera Moreno, quieres hicieron de la mujer cubana y capitalina motivo de inspiración, abordándola con gracia y belleza. Un verdadero artista aguarda por el aplauso merecido en función de sus logros, de su poética, de sus estamentos artísticos, y no lo busca con facilismos ni en zonas de confort. Invito a ese verdadero artista a que proponga una exposición para Bellas Artes o cualquier otra institución que visibilice y promocione lo más significativo del arte cubano, a ver qué respuesta recibe. O mejor, esperemos que salga nominado entre los candidatos al Premio Nacional de Artes Plásticas de este año. Yo ataqué con saña ¿goobeliana? (perdón, pero no conozco el neologismo) a un (y cito sus palabras) “artista que defiende desde su modesta contribución la cultura de este país”. Perfecto. Él atacó con egotismo y mal gusto el patrimonio ambiental y arquitectónico cubano realizando un dibujo sin permiso de nadie en una galería al aire libre. Si eso es defender la cultura de nuestro país, que baje Dios y lo vea. Sigo cultivándome e investigando. Gracias por sus consideraciones.
Estimado Maikel:
Saludo su oportuno artículo y como coetáneo de la trasformación que evoca, a la cual me asombré deslumbrado en mi niñez, me permito hacer unos comentarios:
El deterioro de la Rampa, como concepto de galería abierta, va más allá de sus imprescindibles mosaicos, pues exhibe un doloroso retrato de la indisciplina administrativa y ciudadana de las que con frecuencia nos quejamos sin comprender que todos somos parte de ella y que para acabarla, tenemos que asumirnos todos como sus corresponsables. Por eso la Rampa necesita ser revisada, replanteada y hasta discutida con los organismos, instituciones, sus consejos populares y los vecinos que la habitan como el proyecto de boulevard citadino que se concibió. Podemos listar por partes:
La acera y la calle no solo están rotas y se hunden en varios lugares, especialmente a partir de La zorra y el cuervo, hacia la calle O. También están sucias (por cierto, delante de varias dependencias públicas y cooperativas que deberían preocuparse por su limpieza diaria). Hay jardineras originales destruidas, jardineras nuevas inventadas, y pseudojardineras impuestas. En algunas partes se levantaron muros y a alguien se le ocurrió, sin poderlo concluir, construir contenes en torno a los árboles de la avenida, quebrando con el diseño arquitectónico de sus aceras.
El pabellón de la moda, al lado de la pizzería Milán, fue convertido en una vulgar tiendecita-vende-de-todo, desaprovechando las virtudes de un espacio que serviría para promover la industria nacional de las confecciones -tanto la pública, como la cooperativa y la privada, y organizar los desfiles que promueven y reclaman muchos productores y artesanos afanados en proyectar una imagen auténtica de modas y modos cubanos, sin necesidad de los fatos y gastos que imponen realizar estas actividades en los grandes salones hoteleros. Quizás el primer desfile atraiga a una multitud en la acera, pero cuando eso sea lo natural y cotidiano, pasará a formar parte de la vida bullente de nuestra ciudad y a enriquecerla.
De paso, al rescatar el espacio, limpiarlo y llenarlo de luz, podrían suprimirse los estacionamientos de un Lada en la acera y los malos olores que allí, en la esquina del otrora cabaret-restaurante Montmartre-Moscú e incluso en la calle O junto a Wakamba, y en la calle N, en los basureros frente al MINSAP, “perfuma” el ambiente.
En el pabellón Cuba se modificaron áreas de su arquitectura sorprendente, se introdujeron quioscos de madera y tejas ajenos al lugar, se invierte en pintura, plantas y se obtienen ingresos como resultados de las actividades culturales -feriales y musicales- que allí tienen lugar. La exposición de Imaginarios de la Bandera Cubana fue un cometa fugaz en ese otrora centro de arte inaugurado con el inolvidable Salón de Mayo de 1968. Si al menos lo iluminaran, si repararan el asta partida de la bandera y la izaran con el de la UJC o de la Asociación Hermanos Saíz, que al parecer lo administran, si suprimieran el viejo salidero de aguas albañales que se filtra entre el pabellón y el edificio ENE donde tienen sus oficinas varias dependencias públicas; si limpiaran el Pabellón, si tan solo limpiaran sus sucias aceras y fuentes; si las rehabilitaran, si regaran las plantas y rescataran el salto de agua que mantenía húmedo el ambiente, quizás las cosas se verían diferente y se ahorraría el dinero que periódicamente se invierte en jardinería.
Enfrente, al lado de lo que fue la funeraria Caballero, que en 1966 fue Casa de Cultura, luego sede los Estudios de Animación del ICRT y hoy no se sabe qué es, existe un parquecito devenido en feria de artesanos. Es un magnífico espacio para el comercio informal y la curiosidad de turistas y paseantes, pero donde lamentablemente, a veces se cuelan “ilicitudes”. ¿No sería mejor –culturalmente hablando- convertir el área en un minipabellón, digamos hijo o reflejo arquitectónico del de la otra acera, que ordene ese comercio y lo haga más atractivo, seguro, iluminado y permanente, y que incorpore, también de manera formal cafeterías para suprimir de paso el pequeño contenedor del DiTú? Imaginemos que tal decisión eliminaría los peligrosos acarreos de carretillas que al amanecer y al atardecer obstaculizan el tráfico y destruyen con su peso y ruedas metálicas calle y aceras mientras suman s contaminación ruidosa a la del transporte circulante. Además, adecentaríamos un espacio aledaño al Ministerio de Salud Pública, emblema de la revolución.
Hablando de circulación -y de estacionamiento- es obvio que hoy no discurren por la calle 23 y sus vías aledañas la misma cantidad de vehículos de los años 60. No hay muchos espacios para el estacionamiento. De día, quien se mueva en el área debe estacionar casi siempre lejos del lugar de trabajo o de reunión, y en las noches, violando las normas de la vía, no son pocos los autos que se estaciona en la avenida. Si tan solo uno de los varios parqueos de un nivel que hay en el área -municipales o de organismos- se convirtiera en un edificio de estacionamiento de tres o cinco plantas, cómo cambiaría todo. Un solo parqueo, bajo administración municipal, bien iluminado, con sus parqueadores y cámaras de seguridad, de día y de noche, las 24 horas. ¡Generaría ingresos al Municipio para su mantenimiento y permitiría financiar otras obras, incluso en el área!
Está también el cierre de vidrieras con paredes de ladrillos o toldos metálicos, que dotó de un aire de opacidad almacenera fea a la avenida y sus escasos portales: la Biblioteca Nacional de la Salud, Cubanacán, el Centro de Prensa Internacional, el Karabalí, los bancos, las líneas aéreas, el MINCEX, todos son hoy lugares inaprensibles que se asoman tímidamente en las mañanas y se invisibilizan o se ocultan al caer la tarde. Muchos conocemos las razones de ello, pero nos preguntamos si hoy son válidas. Algunos de esos lugares ocultados han tenido la pésima suerte de la clausura, convertidos en basurero, como el restaurante Sofía -el antiguo Volga, situado en el nivel bajo la calle-, mientras que la versión visible del Sofía es un escandaloso timbiriche sin cultura gastronómica ni de servicios, que irrita a los vecinos con su música estridente y las borracheras de sus clientes. Otros fueron transformados en oficinas, como la tienda Indochina, en los bajos del edificio Retiro Médico, que hoy, a 60 años de su inauguración (25.12.58), recibe finalmente una intervención capital para rescatarlo como lo que siempre ha sido: joya principal de la arquitectura moderna cubana y patrimonio arquitectónico de la Nación.
He dejado para el final la iluminación nocturna en esa populosa arteria, la de la calle y la de los organismos y locales: escasa, irregular –un día se enciende y otro no-, a veces fea, inventada, sin armonizar con el entorno ni con las normas de planificación física (como algunos reflectores que deslumbran al tráfico y a las personas). La cascada de 23 y el pabellón Cuba a oscuras. Los árboles sin poda cubriendo las lámparas. ¡Y la ausencia de lumínicos! Porque la Rampa, como centro de la ciudad moderna, tiene que llevarlos. No hablo de publicidad comercial, de marcas de refrescos, cosméticos ni electrónicos. Hablo de los simples nombres de los comercios, de los restaurantes, de las líneas aéreas, incluso de las oficinas públicas. Hablo de publicidad turística, cultural y cinematográfica (como antes existió). Hablo de iluminar los fabulosos mosaicos de Amelia Peláez en el Hotel Habana Libre. Hablo de que sobre 23 podrían estar proyectando sus imágenes de Cuba en una pantalla todos los canales de la TV cubana, y podría estar corriendo un cintillo lumínico con las últimas noticias de la Agencia Cubana de Noticias. Hablo de que las vallas de propaganda revolucionaria sean atractivas, se reciclen, actualicen e iluminen también. Hablo de conceptos nuevos para una ciudad diferente en un siglo distinto.
Y no se puede dejar todo ello al buen hacer del gobierno municipal de Plaza, o al gobierno provincial, e incluso, al Gobierno central. Hace años había una orientación a los organismos de no desentenderse de la comunidad en que están enclavados y de contribuir en lo posible a su bienestar. ¿Algunos se han olvidado de ello? Asumirlo colectivamente, de manera conciliada y concatenada, sin improvisaciones, en arreglo a un plan común, integral, al que todos aporten y que, según disponibilidades financieras, jerarquice recursos y prioridades, sin aprestos de parcelitas, es comportarse con relación al socialismo, al horizonte de bienestar aspirado y a la ciudad que habitamos conforme educa nuestro Partido y exige el pueblo. La Rampa lo merece tanto como el centro histórico de la Habana Vieja o la zona del Capitolio. Pero sobre todo, lo merece el modelo de socialismo próspero y sostenible que estamos diseñando.
Ojalá que pronto podamos sustituir el réquiem por una alabanza.
Estoy de acuerdo con el autor. Nadie puede por decision propia ponerse a la altura de los grandes maestros que conforman esa galería. La autopromoción puede ser legitima pero tiene sus limites.
Estoy de acuerdo que hay que hacer algo por salvar esas magnificas obras enclavadas ademas en una arteria principal. ¿Llevara tantos recursos o es falta de voluntad ?
A mi juicio debe incluso señalizarse cada una con nombre del autor y de la obra y seria un verdadero museo al aire libre.¡ La Habana se lo merece!
No, no estoy de acuerdo con destruir parte de la historia artística de la ciudad y de tanta relevancia por la construcción de algo nuevo. Lo nuevo debe respetar lo viejo, lo digno, lo bello y lo que es particularmente importante para la ciudad.
Quiero que permanezcan por siempre esos mosaicos tan hermosos que pisamos a diarios , pero sabemos que están ahí para embellecernos el alma.
BHS
Espero poder contribuir, aunque sea de manera modesta, a despejar algunas cuestiones planteadas por el autor de este articulo.
En primer lugar elogio su entusiasmo en defender el patrimonio cultural y arquitectónico de nuestra ciudad, las muestras de deterioro y abandono estas a la vista de todos. Sin embargo, su afán de justicia en beneficio de nuestro patrimonio y se otorga el derecho y la autoridad de, subjetivamente, criticar con saña la obra y al propio artista tachandolo de ególatra y de no se cuantos epítetos de su extenso diccionario. Coincidirá conmigo en que un crítico de arte no ha de confundirse con un opinador, y a usted no se donde situarlo, entre los unos o los otros.
Por cierto; un verdadero artista, contrariamente a lo que usted manifiesta en su derecho de réplica, está para subvertir todo aquello que usted considera intocable. Por cierto, a Servando Cabrera se le acumularon las criticas al inicio de su carrera, pero nunca dichas criticas fueron tan desproporcionadas y de tan mal gusto como usted ha mostrado.
MG
1) Gracias por sus comentarios sobre mi interés con respecto al patrimonio de la Nación, que debe ser respetado en todo momento. Ningún artista, sea quien sea, tenga los méritos que tenga, puede atacarlo e invadirlo, pues, ¿quién garantiza que su propia obra, dentro de cincuenta o cien años, no sea agredida a su vez? El artista, ante todo, respeta el arte, venga de donde venga. Un verdadero artista debe subvertir códigos estéticos, proponer nuevos puntos de vista, marcar un punto de giro a partir de un lenguaje simbólico fresco y novedoso, pero eso no le da derecho a maltratar el patrimonio cultural de su Nación ni a manipularlo o modificarlo a su antojo por tal de figurar entre creadores descollantes o que forman parte de la historia del arte de su país. Procuremos que la irreverencia se cometa en el campo de lo estético, en pos de un discurso único y actual, y no en detrimento de proyectos urbanísticos, curatoriales o arquitectónicos ya establecidos por el tiempo y la tradición, máxime cuando sus gestores y protagonistas no pueden defenderlos porque han dejado de existir. Si nos llevamos por su opinión, entonces todos nuestros artistas podrían invadir Bellas Artes y manipular a su antojo las colecciones, rediseñar las exhibiciones permanentes, reestructurar curadurías, colgar cualquier cosa en las paredes. Dichos ¿artistas? (aun hipotéticamente, me resisto a llamarlos así) estarían, en efecto, subvirtiendo lo ya establecido, lo “intocable” (término que difícilmente podría aplicarse a las colecciones de arte, pero aclarar este particular requeriría de otro análisis). Ahora, ¿sería ético dicho proceder? ¿Qué aportaría ello a la memoria cultural de nuestro país? ¿Qué gana el creador más experimentado, el de más calidad, el más premiado y reconocido, con poner a un lado opiniones especializadas de críticos, historiadores, museólogos, museógrafos, coleccionistas, conservadores, restauradores y curadores, e incluir de manera festinada y arbitraria una pieza en una sala de Bellas Artes, o en la Colección de la Fototeca de Cuba, o en una pinacoteca de prestigio, o en una galería al aire libre, o en un proyecto curatorial en el que no fue incluido? ¿Qué evidenciaría un comportamiento así? Un artista en sus cabales no cometería semejante locura, y si lo hace, estaría movido por una necesidad de autorreconocimiento fundamentada en la soberbia y la desmemoria, dos actitudes típicamente ególatras que, por desgracia, afectan a muchos sectores del arte cubano actual. El artista es legitimado por el crítico, ciertamente, pero, en realidad, su verdadero lugar se lo otorga el Tiempo (con mayúscula), el cual, parafraseando al genial Adolfo Colombres (si no lo ha leído usted, se lo recomiendo), ablanda lo duro y endurece lo blando. O sea, que otorga a las cosas el verdadero peso, la verdadera consistencia, el verdadero valor. Es el Tiempo el verdadero encargado de moldear el rostro del arte, y un artista que violenta ese proceso es, por definición, egótico y soberbio. 2) Con respecto a las críticas negativas recibidas por Servando, mucho me temo que él no fue el único en sufrirlas. Grandes artistas han sido criticados, juzgados, subvalorados e ignorados a lo largo de la Historia del arte, hasta que el Tiempo terminó ubicándolos en su justo lugar. ¿Dónde está hoy “Homenaje a la soledad”, uno de los lienzos más conocidos de Cabrera Moreno? En exhibición permanente en Bellas Artes. La pregunta es: ¿fue él quien lo puso allí? ¿Fue el propio Servando quien lo colgó en esa pared por tal de que su obra formara parte de la colección del Museo y figurase junto a grandes nombres de la Historia del arte cubano? La respuesta es tan simple y evidente que no vale la pena incluirla aquí… 3) Con respecto a mi función como crítico u “opinador” (perdón, pero el término me es ajeno), le remito a Charles Baudelaire, el padre de la crítica de arte moderna, quien dejó bien claro, a principios del siglo XX, que dicha especialidad se fundamenta, precisamente, en una opinión personal, política y apasionada, pero que se abra al máximo de posibilidades. Asumir el estatus crítico y ejercerlo es, básicamente, asumir una postura ética ante lo mal o lo bien hecho y emitir un criterio, una opinión, en este caso, vinculada a las artes plásticas. No podemos separar crítica de opinión, pues la primera es sinónimo de la segunda. Si un artista es incapaz de tolerar una opinión negativa por parte de un crítico, que busque a otro crítico y lo convenza, por cualquier medio, de emitir una opinión positiva o elogiosa. Solo que esta última no será sincera, lo cual entraría en contradicción con la eticidad inherente y necesaria a todo ejercicio crítico. Además, la crítica de arte es subjetiva, pues deriva de la espiritualidad humana y arrastra los (des)aprendizajes del crítico, quien suele trabajar centrado, precisamente, en su cosmos interior, aunque deba emitir las opiniones desde lo racional, lo coherente y lo efectivo. Solo así llega a ejercer esa crítica que hoy necesitamos en nuestro país; crítica que, por desgracia, en los tiempos que corren sufre de posturas acomodaticias, facilismos, ineficacias, mercantilismos y demasiados silencios. Para colmo, cuando se manifiesta, muchas veces es cuestionada por personas que no conocen su historia, cómo se hace, quiénes la han ejercicio, por qué y para qué existe. Hay, por supuesto, una crítica a la crítica de arte, solo que esta es también practicada por especialistas y no contempla los aplausos o desacuerdos que un neófito realiza a partir del gusto personal, el cual nunca es un criterio de valor. A veces el crítico se apasiona y ejerce violencia mediante una opinión. Usualmente ello deriva de otro acto de violencia cometido por algún creador contra el arte. El crítico ataca el mal arte y a los malos artistas que encuentra a su alrededor. Ergo, ¿tienen los malos artistas conciencia de que, al generar y publicitar una obra facilista y de baja calidad, atacan y deforman el gusto de públicos y audiencias, y que mediante esas obras con bajos niveles de artisticidad (o sin artisticidad alguna) difícilmente pasarán a la Historia del arte de su país? Dominar las técnicas artísticas, cursar una carrera en el ISA o en San Alejandro, dibujar un cuerpo humano, pintar un paisaje convincente, hacer una fotografía aceptable, ¿nos convierte al instante en artistas…? Por último, cuando un artista se toma excesivamente en serio la opinión de un crítico, no hace más que legitimarlo, dejando por sentado que los criterios de dicho crítico son valiosos y deben ser considerados por todo el mundo. Es todo por ahora. Le ofrezco disculpas por la densidad conceptual. Ojalá me haya explicado aceptablemente y haya escrito bien (una correcta sintaxis y una buena ortografía ayudan mucho a exponer los criterios con claridad), le reitero mi agradecimiento por sus comentarios y espero que siga pensando el arte. MJRC.
Hace unos días que no me conecto, pues a diferencia tuya soy del bando de los que AMAN y CONSTRUYEN, y tengo que sacar adelante y defender desde mi modesta trinchera de DISEÑADOR este país, veo que has cometido algunos errores capitales, el primero bueno ya creo que te lo respondí, ni tengo el honor de ser el artista de tu obsesión al mejor estilo del tristemente célebre quinquenio gris como fiel Discípulo del pavonato (espero que ahora sí entiendas el neologismo) segundo, es indignante que uses el nombre de Rene Portocarrero y menos el de Servando, tan perseguido por personas como tú en su época, Servando hoy quizás estaría si viviera escribiendote esta respuesta y no yo… Tercero, a diferencia de ti, que todo parece indicar que transcribes dictados de otros, investigue y estudié (cosa que nunca dejo de hacer y que tu obsesión egocéntrica no te permite al parecer) Rebustillos si ha hecho exposiciones en Bellas Artes, en Artes Decorativas y en casi una veintena de galerías de TODO el país, posee más de 9 series diferentes y que expone con regularidad y sus obras están En colecciones privadas de Cuba y el mundo, incluyendo una buena cantidad de personalidades políticas, religiosas y de la sociedad de alcance mundial (investiga a cuales pues ese dato si no lo pude obtener, haz algo por favor!!! No me dejes todo TU trabajo a mi!)… y Premio Nacional? Creo que un verdadero artista no se vanagloria en reconocimientos, sino en el amor del pueblo y no de eruditos elitistas que desprecian a la plebe como buenos patricios modernos…. Ah y de por más fue durante más de 20 años RESTAURADOR del Museo de Bellas Artes y Artes Decorativas… En fin, como bien dices, Que baje Dios y lo vea, y ya que la película te gustó tanto, hagamos un símil, tu eres el párroco de San Indalecio y yo el de San Teodosio; Recuerdas lo que te dije cuando te gane el partido, C………
PD; no te puedes quejar tienes más comentarios que un artículo de prensa amarilla…
Gracias por sus comentarios. Me alegra mucho que Rebustillos cuente con tantos logros en su trayectoria artística; sin embargo, ¿eso le otorga el derecho a incluir un dibujo de manera festinada y arbitraria en La Rampa, cuya concepción responde a un proyecto curatorial, ambiental y urbanístico al cual él no fue invitado y que se gestó hace 55 años? Ningún artista, por tantos méritos que posea, tiene ese derecho. La mera posibilidad de que un creador lo piense, y el claro hecho de que lo ponga en práctica, bastan para poner en duda la eticidad y la calidad humana y estética de dicho creador. De hecho, un artífice así ni tan siquiera merece el título, pues un artista verdadero, ante todo, respeta el arte. ¿Ha visto usted un dibujo de un Premio Nacional de Artes Plásticas realizado en un trozo de cemento entre dos mosaicos de La Rampa? ¿Puede cualquier Premio Nacional emplazar una obra por su única y expresa voluntad en las calles de la ciudad o en espacios diseñados con anterioridad? ¿Le gustaría a usted que otro diseñador invada y modifique sin su permiso un proyecto o una propuesta visual que usted geste en su estudio o centro de trabajo? ¿Cómo se sentiría ante esa intromisión?… Por otro lado, le aseguro que nadie me mandó a escribir nada. Ni tan siquiera soy militante del Partido, y la verdad es que este particular no me preocupa en lo más mínimo. El comentario que hice se gestó desde mi preocupación por el bienestar del patrimonio nacional, tan deteriorado actualmente debido a múltiples factores. De hecho, la pieza que tanta polémica ha generado está en un espacio público, a la vista de todos, y fue colocada allí hace cuatro años. Resulta llamativo que nadie haya escrito con anterioridad nada al respecto, lo cual demuestra el poco interés que muchas veces le prestamos a nuestro entorno y a los desmanes que se cometen a nuestro alrededor. El texto expresa exclusivamente mi opinión, la cual puede estar en consonancia o no con la opinión editorial de La Jiribilla, y reitero que es solo eso: una opinión. Imagino que en algún lugar haya otras, bien fundamentadas y correctamente escritas por un crítico de arte, un historiador del arte o un curador, que ofrezcan un punto de vista contrario, que aplaudan la invasión al patrimonio cultural cubano, que celebren el maltrato al entorno citadino. Le invito a buscarlas y a publicarlas aquí. Lamento mucho que me compare usted con personas que tanto daño hicieron a la cultura cubana, pero nada puedo hacer al respecto. Igualmente, es su criterio, y se le debe escuchar, esté bien o mal fundamentado. Utilizo el nombre de Servando Cabrera (y el de Portocarrero, no lo olvide usted) porque ambos hicieron del motivo iconográfico en cuestión una fuente de inspiración que abordaron con gracia y belleza. Pero ninguno dibujó, sin la debida autorización, una habanera en plena Rampa, en las paredes de Bellas Artes, o en un museo de la ciudad. Actualmente la obra de ambos artistas forma parte del patrimonio cultural cubano, y ese lugar se lo concedieron críticos, museólogos, historiadores del arte y curadores, no se lo agenciaron ellos mismos auto-visibilizándose mediante el maltrato al patrimonio ambiental del país. El propio Servando fue silenciado y obviado durante años por su homosexualidad y algunas de las temáticas que abordaba en su obra. Hoy le hacemos justicia y contamos con dos galerías que llevan su nombre y un Museo Biblioteca encargado de promocionar su trabajo. Eso se lo ha conferido el Tiempo, el cual, como dije en la respuesta a otro comentario (recomiendo que lo lea) es el verdadero escultor del rostro del arte. Con respecto a las opiniones del pueblo (imagino que se refiera a las audiencias, o a los públicos que consumen el arte), mucho me temo que el gusto personal no es un criterio de valor. Yo detesto la pintura cubista, pero no puedo dejar de reconocer que el cubismo es el movimiento pictórico más importante del siglo XX. Que en lo personal una obra de arte o una poética en particular no nos guste, o nos guste y la aplaudamos, no significa que necesariamente esa obra o esa poética sea buena o tenga calidad artística. ¿Ve usted calidad musical en el reguetón que hoy nos tortura los oídos? Sin embargo, más popular no puede ser… Lo mismo sucede con algunos creadores, de amplia popularidad, pero con muy poca densidad metafórica o riqueza técnica. Que algo salga por televisión y se auto-promocione mediante diferentes medios no significa necesariamente que sea bueno. Popular, tal vez, pero los criterios de valor dependen de opiniones especializadas, no del gusto de las audiencias. Si todos fuéramos críticos de arte, no necesitaríamos formar críticos ni pedir que la crítica se pronuncie. El problema es que confundimos crítica de arte con opiniones fundamentadas en el gusto personal, y eso es un grave error. Por otro lado, queremos que la crítica se manifieste siempre que hable a favor de nosotros, lo cual es otro error que cometemos con mucha asiduidad. Reitero mi agradecimiento a sus comentarios y espero haberme expresado con bastante claridad. Siga amando y construyendo que, nuestro país y nuestra cultura lo necesitan.