Merecido homenaje a Dulce María Loynaz

Roxana Rodríguez Vila
25/4/2018

Aunque fue nombrada María Mercedes Loynaz y Muñoz, se le conoció, desde la infancia, como Dulce María (1902-1997). Era hija del general del Ejército Libertador Enrique Loynaz y del Castillo, autor de la letra del Himno Invasor, y de la cubana María de las Mercedes Muñoz Sañudo, aficionada al canto, la pintura y el piano, influencias que despertaron en la niña una gran pasión por la poesía y otras artes y le llevarían a convertirse una de las más grandes escritoras cubanas del siglo XX, galardonada con el Premio Nacional de Literatura, en 1987, y con el Premio Miguel de Cervantes, en 1992, única fémina cubana que se ha alzado con ese galardón.


Dulce María Loynaz. Foto: Internet
 

Sobre las razones por las que resultó acreedora del premio más importante de las letras hispanas, la Real Academia Española de la Lengua declaró: “Su obra literaria revela la maestría en el manejo del castellano, decantación del lenguaje, poder de síntesis, claridad, sencillez y sobriedad en la expresión lírica”.

Se trata no de una más de las tantas figuras cimeras de las letras en esta isla poseedora de una significativa impronta literaria, sino de una mujer tan inmensa como su talento, para quien la literatura toda fue la pasión primera. Al respecto escribió: “La poesía es lo accidental, lo accesorio. La prosa es lo medular”.

Pero a la Loynaz, además de su vasta obra como escritora, se le agradece su quehacer como animadora cultural, pues convirtió su casa en centro de la vida cultural habanera con las llamadas “juevinas” (las más afamadas tertulias literarias cubanas desde las organizadas en el siglo XX por Domingo del Monte).

Esos encuentros reunieron en torno a Dulce María a gran parte de la intelectualidad del momento, tanto a quienes residían en la isla como a los que estaban de paso; entre ellos los Premio Nobel de Literatura Gabriela Mistral y Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Alejo Carpentier, Emilio Ballagas, Rafael Marquina, Carmen Conde, Gonzalo Aróstegui, María Villar Buceta y Angélica Busquet, entre otros muchos intelectuales y artistas.

Su quehacer en la Academia Cubana de la Lengua fue igualmente meritorio desde 1959, año en que fue electa como miembro de número y hasta 1995, cuando fue nombrada Presidenta Honoraria y Perpetua, por sus innumerables aportes y saber enciclopédico.

Por tales motivos, este viernes 27 de abril, con motivo del 21 aniversario de su deceso, el Centro Cultural Dulce María Loynaz, sito en calle 19, esquina E, el Vedado, celebrará una jornada de homenaje que incluye una peregrinación al Cementerio de Colón y la presentación, a partir de las 11: 00 a.m., de los títulos Crónicas del ayer y Ensayos, de la destacada escritora cubana. Al finalizar se proyectará el documental El cine Dulce Jardín, de Luis Orlando Deulofeo. La entrada para todos los interesados será libre.