“Manteca” Chano-Gillespie. Aniversario 70 del gran éxito del clásico “Manteca”

Rafael Lam
19/7/2018

En 1948 hace 70 años, comenzó en Nueva York la “chanomanía”, el gran éxito de Chano Pozo con su obra clásica “Manteca”, producida a dos manos con el reconocido jazzista Dizzy Gillespie.


“Manteca”, producida a dos manos con el reconocido jazzista Dizzy Gillespie. Foto: Internet

 

La obra fue uno de los temas más escuchados durante 1948, convertida en insignia de la nueva música, impuso un estilo cubano, adaptándose los patrones rítmicos de la tumbadora, probablemente en la más notable y característica de es la etapa del “bebop”, bautizado también como “cubop”. La composición fue, hasta ese momento, el punto culminante en la forja de ese estilo, que se dio en llamar “jazz afrocubano” (cubano), iniciado por Machito y Bauzá de Cuba.  

Altamente elogiada por Al McKibbon: “Esa mecha inicial, “Manteca” me abrió realmente los ojos, la mente, el corazón, todo, Chano contaba algo ancestral, nos llevó a otra dimensión, a la magia de una música lejana, fue una revolución fenomenal. Insertó, como nadie, la música cubana-latina en el mundo”.

La revista Down Beat, en su edición de 1948 reaccionó  al reciente fenómeno musical y lo calificó: “La combinación del ritmo —ritmos afrocubanos—, los códigos del “bop”, la percusión ensordecedora y la orquestación  es dinamita”, y le adjudicó el lugar primero en la lista de tops sobre grabaciones recientes.

Un negro cubano, en una etapa de mucha discriminación, ponía la música cubana en lo alto del podio. Los nombres de Chano Pozo y “Manteca”,  comenzaron a correr de boca en boca por todo Nueva York y mucho más allá. Uno de los temas más escuchados durante 1948, un estándar emblemático, un clásico cubano para la historia.

En su creación, Chano tomó los elementos de la música popular bailable cubana, enraizada en su propia experiencia musical. Música afro ligada al jazz, algo catalogado como “dinamita”, por Al Fraser.

¿Cómo fue creada “Manteca”?

En 1947 Chano habla con Dizzy Gillespie y le dijo: “Tengo una idea para una melodía. Chao era bastante ingenioso —cuenta el Dizzy—. No sabía hablar inglés, tarareaba, canturreaba la línea de base, la melodía —la idea es lo importante—, pero concibió la melodía, ya tenía pensado lo que debía hacer el contrabajo, cómo iba a arrancar y a entrar después los saxos, tarareaba los cambios. Tenía un riff. Y también lo de los trombones, agitaba los dedos de la mano derecha y golpeaba el suelo con el pie para indicar la dinámica del sonido de las trompetas. Sabía perfectamente todas las figuras que quería”.

Chano impuso su estilo propio, tenía en la cabeza la “clave cubana”, había que seguirlo, cambió algunos acentos en la tumbadora. Dizzy que era músico le aplicó la armonía y arreglaron el resto con un puente musical, estructurado por el talento de Walter Gilbert Fuller, apoyado por otro no menos talentoso que Chico O´Farrill, quienes adaptaron el nuevo patrón de Chano para hacerlo más sencillo, nítido y viable.

“Manteca” se graba el 30 de diciembre de 1947, en la RCA Victor, pero es en 1948 cuando estalla su popularidad mundial y se convierte en un himno del jazz latino (cubano), la llama que lo alumbra y representa.

Chano llevó la música arrabalera, marginal, menospreciada al salón, a los más exigentes teatros como el Carnegie Hall, Town Hall. En el Apollo —reveló Al McKibbon— “creí que la platea alta se iba a caer con todo y bisagra…!porque Chano realmente estuvo  espectacular!”. Igual podemos decir de los mejores escenarios de países europeos.

Con la conga amarrada al hombro, Chano tocaba, bailaba y entonaba melodías en lucumí —una lengua yoruba— y abakuá, de sociedades secretas, de solares de mala muerte. Los tambores y cantos de Chano en yoruba lucumí, se pueden escuchar en las grabaciones, porque fue de los pocos percusionistas y un excelente compositor.

Cuando Chano estuvo en La Habana, en 1985, me confesó que sin Chano, la música en los Estados Unidos, hubiera sido otra cosa. “Chano cambió el mundo musical, adaptó sus tradiciones de siglos a la música más avanzada de su tiempo, es un inmortal”.

Publico esta crónica, en el momento en que, celebrando el aniversario 70 de su fallecimiento, aparecen dos libros dedicados a la vida del genio cubano: Uno de Ricardo R. Oropesa y otro de Rosa Marquetti, titulado Chano Pozo. La vida (1915-1948). Ambos libros se complementan y nos ayudan a seguir la huella del Rey del Tambor.

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