Las Habanas de Camejo

Maikel José Rodríguez Calviño
2/12/2019

Habanas posibles es el título de la muestra personal del pintor y dibujante Luis Enrique Camejo Vento que por estos días acoge la Sala El reino de este mundo, de la Biblioteca Nacional José Martí.

Organizada para rendir tributo a la capital cubana en su quinientos aniversario, la propuesta parte de las aproximaciones que diferentes escritores cubanos han efectuado a la antigua Villa de San Cristóbal de La Habana. Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Edmundo Desnoes, Pedro Juan Gutiérrez y Leonardo Padura cuentan entre los autores cuyos textos fueron vertidos al lienzo y a la cartulina por los pinceles de Camejo, gestor de una poética reconocida y reconocible, centrada en el espacio citadino y sus dinámicas cotidianas.

 “Lluvia dorada”. Técnica mixta sobre lienzo (2019). Fotos: Maité Fernández
 

El entorno capitalino se nos revela aquí desde múltiples perspectivas. El peculiar estilo de Luis Enrique, pletórico de dinamismo, golpes luminosos, atmósferas enrarecidas y monocromáticas, matices y veladuras, recrea sitios fácilmente identificables: una parada de ómnibus en la Avenida del Puerto, el intercolumnio de un soportal neoclásico en la calle San José, la Plaza de las Banderas, el faro del Morro. Todos, con su carga de historia y leyenda, embebidos por la indeleble pátina de la memoria, y con su gente: los cubanos que día a día, a pie o en un ruidoso almendrón, nos apropiamos de las calles, el Malecón, un resquicio de sombra…

Detalle de la pieza “Lluvia dorada”.
 

Una de las piezas más significativas es “Lluvia dorada” (2019), que nos muestra la rutilante cúpula del Capitolio Nacional. En ella, el artista entremezcla la poesía del pasaje mitológico que involucra al olímpico Zeus y la princesa Dánae con la práctica sexual popularmente conocida con igual nombre. Al mismo tiempo, reflexiona sobre el rescate y la pérdida, la revalorización y el deterioro del patrimonio arquitectónico habanero.

“Interior del Cerro” (1). Díptico (Enrique y Puchita). Óleo sobre lienzo (2009).
 

También destaca un díptico, titulado “Interior del Cerro” (2019), cuyo título nos remite inevitablemente a la serie realizada por René Portocarrero entre 1943 y 1944. Sin embargo, Camejo no alude al barroquismo inherente a la poética del pintor vanguardista, alabada y valorada por el propio Lezama, sino que se aproxima al paisaje de interiores desde lo íntimo y lo familiar, pues los modelos representados en ambas piezas se corresponden con los padres del artista. Ambos leen, debidamente acomodados en sillones de balancín, las noticias del día. Dispersas en la realidad pictórica podemos ver obras en plena ejecución; delante, la mesita de trabajo, repleta de pigmentos y pinceles, lo cual establece un sugerente rejuego que aborda la pintura dentro de la pintura.

“Interior del Cerro” (2). Díptico (Enrique y Puchita).
 

Habanas dinámicas, caóticas, oscuras y luminosas; Habanas familiares, eróticas, secretas; Habanas pictóricas que Luis Enrique Camejo nos convida a revisitar en estrecho vínculo con la literatura. Disfrutemos este recorrido por la capital cubana, tuya, nuestra, única y múltiple, dueña del extraño fulgor propio de las cosas delicadas e inmortales, y aprovechemos la oportunidad para regresar a los tantos pasajes bibliográficos que han contribuido a perpetuarla.