La Casa Alba: hechizante visión de la Libertad

Toni Piñera
6/3/2017

La Casa de Bernarda Alba, última obra escrita por Federico García Lorca (1936) y publicada póstumamente en 1945, apareció en el amplio repertorio del Ballet Español de Cuba (BEC) en 1997 bajo el título de La Casa Alba. De tal modo se integraba a un conjunto de piezas emblemáticas que han matizado, de manera original y certera, el quehacer de esta compañía fundacional, que en este 2017 llega a su aniversario 30.

No por azar su director, el maestro Eduardo Veitía, ha seleccionado este importante título para abrir las puertas de las celebraciones en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso (GTHAA), que motivaran todo este año con diversas presentaciones en Cuba y otros países adonde llegará la fiesta de una agrupación que refleja, como ninguna otra en la Isla, una alta expresión del género, además de ser considerada una de las mejores compañías de América Latina, lo cual está avalado por el reconocimiento del público y la crítica en sus actuaciones en diversos escenarios del continente americano y Europa, principalmente España.

Los días 10 y 11 de marzo (8:30 p.m.) y el 12 (5:00 p.m.), primeras figuras, solistas y cuerpo de baile del BEC intervendrán en estas funciones de La Casa Alba que matizarán estas jornadas con la magia y el genio del poeta español García Lorca, precisamente, en la sala habanera que lleva su nombre en el GTHAA, como justo inicio de la fiesta de la importante compañía cubana en este 2017, por su cumpleaños 30.

Como en otras de sus piezas, el director devenido coreógrafo acerca el drama lorquiano a las tablas vestido de flamenco, y pone en juego algunos temas que descuellan en la importante obra del genial poeta granadino: el autoritarismo de la despótica Bernarda, el deseo de libertad, el peso de la tradición, el fanatismo religioso,  el miedo a descubrir la intimidad, y el papel de la mujer…, conjugándolos con simbolismos característicos expresados en La Casa…, de Lorca. Entre otros, el color negro (la muerte), el verde (la rebeldía), la luna (placer), el calor (intensifica la tensión dramática), el bastón (poder tiránico)…, entremezclados con los movimientos, gestos, taconeo y expresiones de los bailarines, para tejernos una hechizante pieza que vibra en la originalidad danzaria, donde lo teatral se funde a lo más apasionado del baile flamenco.

La historia vibra en La Casa Alba, en dos actos —prólogo/epílogo y ocho escenas— (en estas funciones sin intermedio), en las que el espectador irá reconociendo el drama que se mueve detrás de las paredes de la casa de Bernarda Alba, cuyas cinco hijas —con sus nombres/acciones— colorean de sentimientos el interior de esa prisión donde se esconden pasiones, envidias, celos, tristezas…, que Veitía pone a bailar/reflexionar en la escena, en la piel de los bailarines que entregan con sus gestos y actos todo el dolor y el amor que, como Adela, están dispuestos a pagar por el precio de lo que se anhela y desea.