El cine conectado con el público

Octavio Fraga Guerra
7/9/2017

Materializar una programación artística y cultural no se traduce a llenar las horas, los días y las semanas de un calendario preciso. No se trata de copar agendas para cumplir una meta que exige renovados didactismos y depuradas estructuras socioculturales. Se trata, más bien, de un ejercicio pensado, cargado de objetivos, propósitos y niveles de concreción que trascienden en los derroteros de la sociedad.

Programar implica sopesar los gustos, las preferencias y expectativas de un público cada vez más heterogéneo, exigente, plural; muchas veces permeado por influencias que podrían limitar horizontes de apreciación. Por tanto, las instituciones que generan las acciones y políticas culturales tienen una responsabilidad ante dichas verdades.


La continuación de Equipo 009 será estrenada en Televisión y en los cines simultáneamente.
Foto: Radio Rebelde
 

Desde estas bases, la Dirección de Programación del ICAIC diseñó el Festival Cine de Verano que durante los meses de julio y agosto se desarrolló en ocho salas de la capital, y en todas las provincias del país. Una cartelera que superó los 30 ciclos, significada por 47 estrenos donde la programación infantil tuvo su merecido e imprescindible espacio.

Programar, es también tener en cuenta al público. En consecuencia, la citada área de trabajo del Icaic tomó en consideración las expectativas, gustos, aspiraciones de sus encuestados. Pero, a la vez, le correspondió al Instituto incluir filmes encumbrados, genuinamente artísticos, sobradamente culturales. Estas sustantivas bases son las que caracterizaron a la recién concluida programación de verano.

Entre ciclos fortalecieron la apuesta cinematográfica del Icaic. En julio, Michael, de apellido Moore, un tipo imperfecto; El deporte se va al cine; Daysi, Eslinda, Mirtha, Beatriz, Isabel: Divas del cine cubano; Seducción e infortunio: Marilyn Monroe; Almodóvar: secretos e intrigas. En agosto, Tarantino se escribe con M; Momentos cruciales de la Revolución; La Segunda Guerra Mundial: mucho más que una contienda y Música y cine: diez joyas.

La programación infantil abarcó expectativas de requerida variedad. Princesas, hadas y duendes; Aventuras en el espacio; Un viaje por la prehistoria; Axteris y Obelix; Ciclo de animados cubanos; Sahara, Bailarina, Perro Rockero fueron los ciclos y filmes presentados.

Premiada por una significativa cantidad de público, la cita también estuvo acompañada por las propuestas de la Cinemateca de Cuba. Entre los ciclos presentados estuvieron Dos genios: los hermanos Coen; Cine clásico argentino; Juan Oriol, el cazador de musas o El centenario de Robert Mitchum.

Todo el esfuerzo que implica el montaje de una probada oferta cinematográfica se puede diluir si no se acompaña de una hilvanada estrategia comunicativa. El diseño y multiplicación de un spot genérico, la promoción particularizada de cada uno de los ciclos, la entrega gradual y creciente de información en los diversos espacios (prensa plana, radio, TV y soportes digitales), son parte del éxito de este Festival, que contó con 175 estrenos.

Resultó, sin lugar a dudas, una experiencia sustantiva que bien vale la pena estudiar y repensar, no solo para la próxima temporada de verano, también para socializar la programación habitual de los cines y las ofertas de festivales y muestras por países que organiza el Icaic. El referente en esta materia es el Festival Internacional de Cine Latinoamericano de La Habana. Ahora se suma este Festival de Cine de Verano, desarrollado entre el 5 de julio y el 3 de septiembre de 2017.

Se impone asimismo enfocar el asunto desde las estadísticas. Durante los dos meses de verano asistieron a los cines más de 495 000 espectadores, cifra que significa el incremento de un 10% con relación al mismo período del 2016. De ese total nacional, el público infantil superó los 84 600 asistentes y 112 000 para otras presentaciones culturales, un dato muy relevante, pues las instalaciones de cine son copadas también por la presentación de otras actividades artísticas, dado ese perfil comunitario integrador que distingue nuestra práctica cultural.

El cine cubano estuvo presente en este Festival. El filme El techo, de Patricia Ramos, rodó por el circuito de estreno durante seis semanas, con una gran aceptación del público. Los 32 ciclos diseñados para el reciente período vacacional tuvieron una asistencia superior a los promedios del resto del año. La misma reflexión cabe para la mayoría de los estrenos presentados.

Los resultados alcanzados en estos dos meses permiten apuntar hacia un nivel cualitativo superior en materia de programación y comunicación del Icaic. Estos logros echan por tierra la idea de un público ajeno a las ofertas de buen cine. Dichos resultados indican que debemos tomarlo como un peldaño conquistado, de una larga escalera cuya cima es preciso alcanzar.