De Mendive a Martí, evocaciones de aquella enseñanza
20/3/2019
Es de amplio conocimiento que la impronta que dejara José María de Mendive en su más querido discípulo, José Martí, marcaría no solo el destino del adolescente, sino el de toda una nación. Mendive fue director de la Escuela Primaria Superior de Varones, para la educación de niños pobres, que él mismo inaugurara en el piso superior de su casa de Prado No. 88, el 19 de marzo de 1865. Heredero de las ideas de dos ilustres pensadores y pedagogos cubanos, Félix Varela y José de la Luz y Caballero, el nuevo director aboga por un estilo de enseñanza desde la unión de la teoría y la práctica, y donde las ideas de patriotismo, integralidad y ética, fueron fundamentales. Mendive defendió un riguroso método de educación, desde la preponderancia tanto de la lógica como de la sensibilidad artística.
Así expresó el desafiante Director en el acto donde quedó inaugurada la Escuela Primaria Superior: “Convencido como estoy de que el espíritu de la época, por más que otra cosa se diga, es eminentemente práctico, habré de procurar, en cuanto a mis fuerzas esté, imprimir en la enseñanza que haya de darse a los niños que vengan a recibirla un carácter diametralmente opuesto al que por desgracia se observa en otras partes”.[1] Un firme propósito de renovar el concepto y los métodos de la enseñanza existentes en el siglo XIX cubano se develan claramente en sus palabras. Sin embargo, no sería hasta 1867 que los propósitos que se venían gestando se concretaron. El abogado de 45 años solicitaba, a inicios de este año, los permisos para fundar la Escuela San Pablo, escuela privada de primer nivel para la primera y la segunda enseñanza.
el nombre de José Martí. Fotos: Cortesía de la Oficina del Historiador de la Ciudad
Sería la Escuela San Pablo donde empezaría a consolidarse el método de enseñanza de Mendive. A pesar de cientos de contratiempos, burocracias y deudas, el maestro logró conseguir los permisos para abrirla, nuevamente en los pisos superiores de Prado; la escuela que aceptaría alumnos internos y externos, y ostentaría un riguroso reglamento escolar. Así, quedaba dispuesta la distribución del tiempo de los alumnos, según informara Mendive en el capítulo cuatro del expediente, entregado al Gobernador Superior Civil, texto adjunto a la solicitud de los permisos para la apertura de la escuela[2]:
Capítulo 4º Distribución del tiempo
Artículo 1º Días de trabajo
Se levantarán a las cinco de la mañana
De 5 a 6 aseo personal
De 6 a 6½ tomarán café o té
De 6½ a 8 estudio
De 8 a 10 clases
De 10 a 11 almuerzo
De 11 a 1 clases
De 1 a 1½ descanso y fruta
De 1½ a 2 estudio
De 2 a 4 clases
De 4 a 5 comida
De 5 a 7 recreo y pases alternando con las clases de adorno
De 7 a 8 estudio
De 8 a 8½ cenarán y rezarán sus oraciones para acostarse enseguida excepto los que voluntariamente quieran quedarse estudiando hasta las diez.
En invierno se levantarán a las 5½
De 5 a 7 de la tarde podrán ser visitados por sus padres, encargados o amigos de sus familias.
Artículo 2º Domingos y días de fiestas
Se levantarán a las 6
De 6 a 7 su aseo personal
De 7 a 7½ misa
De 7½ a 10 paseo o recreo
De 10 a 11 almuerzo
De 11 a 1 estudio, arreglo de libros y correspondencia con sus familias
De 1 a 4 recreo
De 4 a 5 comida
De 5 a 7 visitas, paseos o recreo
De 7 a 8 estudio
De 8 a 9 cena y rezo
A la 9 todos sin excepción se acostarán
Lo anterior deja en evidencia no solo la rigurosidad de los horarios, sino también la estricta disciplina y exigencia que proponía el estilo de enseñanza de Mendive. Para el primer curso de la escuela San Pablo matricularon once alumnos, a los que luego se incorporaron 8 más en el transcurrir del período lectivo. Entre estos once alumnos iniciales se encontraba el peculiar adolescente que fuera José Martí, o como todos lo llamaban por aquel entonces Pepe. Para el segundo año las matrículas aumentaron a 37 alumnos.
Martí había matriculado en 1865, a su regreso del viaje a Hanábana que hizo junto a su padre, en la Escuela de Instrucción Primaria Superior de Varones (Prado 88), que dirigía María de Mendive. Desde entonces, la identificación entre el alumno y el profesor fue inevitable. El adolescente pasaba muchas horas en la casa y la biblioteca del maestro, incluso participaba de las tertulias que tenían lugar en las tardes-noches, y que reunían a buena parte de los intelectuales y artistas de la época. Así se fue estrechando su relación no solo con el profesor, sino con toda la familia.
El director llegó a costearle los estudios a Pepe, y fue quien solicitara a la dirección del Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana que permitieran que este hiciese el examen de admisión, examen que Martí aprobaría con notas sobresalientes. Podemos entender ahora el hecho de que el joven estuviera entre los primeros matriculados de la nueva escuela. En San Pablo, Martí cursó las asignaturas de segundo año en: Gramática castellana; Gramática latina; Geografía descriptiva; y Principios y ejercicios de geometría. En todas ellas alcanzaría lo máxima calificación.
Para el año 1867, Pepe Martí no solo era el discípulo predilecto de Mendive, sino que colaboraba con el profesor en tareas de organización y limpieza de la escuela, en proyectos literarios y editoriales, y servía como amanuense. Aunque el colegio San Pablo solo estuvo abierto por 2 años (1867-1869) la impronta que dejara en sus alumnos y sobre todo en Martí influiría en el derrotero de la independencia de Cuba. Es tiempo de rendirle homenaje al hombre que impulsara con todos sus esfuerzos un proyecto de educación tan genuinamente humanista como independentista.
De Prado 88, hogar y colegio, salió preso Mendive luego de los sucesos del Teatro Villanueva. Aquí se separaba el camino del maestro y el discípulo, pero fue demasiado tarde; Martí demostraría ser un digno alumno de su tutor, y no se sospecharía, hasta mucho después, cuánto le debía también la independencia de Cuba a ese tal Mendive.