Lenia Sainiut: Tengo fe en el poder transformador del arte
Resultó una tarde muy agradable aquella en la que pude conversar con la realizadora Lenia Sainiut. Confío en que Paula, su hija, se sienta orgullosa de la obra de su madre y, sobre todo, de ese afán constante por tocar la sensibilidad más profunda de cada ser humano.
Tenaz, emprendedora, sorteadora de obstáculos, y deseosa de servir de puente, si es preciso, para mostrar historias de vida que construyen a diario nuestro país. Dispuesta a no abandonar sus sueños y rodeada de un equipo de trabajo que la ha seguido en cada uno, a quienes agradece. Porque Lenia es noble, sencilla, modesta y talentosa.
“No podremos levantar un puente o una casa, pero podemos tocar las fibras de quienes pueden hacerlo”.
El pretexto para conversar fue Una manera de existir, documental suyo que mereció el Gran Premio en el XX Festival Internacional de Documentales Santiago Álvarez in memoriam.
Aunque debes querer a todos tus documentales como hijos, ¿cuál de todos ha marcado más tu trayectoria?
Isla marcó un hito en mi carrera en muchos sentidos. Es un documental coral que me llevó a un espacio totalmente silenciado y que me confirmó las proyecciones que busco como realizadora de documentales.
Es la historia de una comunidad carbonera que nos asoma a una vida en silencio donde existen muchos conflictos, donde se muestra una Cuba muy profunda. Había que hablar de ellos, de lo que hacen, de la necesidad que tienen para ser mirados en pos de una mejor realidad. Isla me permitió confirmarme porque me sentí unida a una realidad de Cuba que quería dejar para provocar miradas hacia un pedazo del país que debe ser tomado más en cuenta.
¿Cuánto le agradeces a la Televisión Serrana?
Llevo 17 años en Televisión Serrana, desde 2006. Cambió mi vida, y todas las personas que han sido parte de este proyecto sienten lo mismo. Es una escuela desde lo profesional y para crecer humanamente. Cada documental que he hecho allí me hizo crecer como profesional. Amo Televisión Serrana y donde quiera que vaya expreso mi agradecimiento por haber tenido esa oportunidad.
Llegué a ella a través de sus documentales, como Paraísos Perdidos, Freddy y el sueño de Noel, La chivichana… Todos movieron hilos dentro de mí, cambiaron la visión que tenía de este país, y lo hicieron a través de la poesía, que es de las cosas que más amo. Nunca imaginé tener la oportunidad de integrarla y he sido fiel a su esencia, a esa mirada particular a Cuba desde la Sierra Maestra. Gracias a Daniel Diez Castillo, nuestro padre, que siempre quiso que fuéramos leales a la obra de Santiago Álvarez y mostrar los conflictos y sueños de quienes viven en esa zona del país.
¿Siempre apostarás por el documental?
Estoy enamorada del documental. Todo ser humano tiene un propósito. Empatía, uno de los más recientes, tiene como tesis justamente la búsqueda de esa respuesta. ¿Por qué estamos aquí? El documental es el género que defiende la realidad, que guarda un espacio necesario de memoria, y además le da voz al silencio.
“El documental es el género que defiende la realidad, que guarda un espacio necesario de memoria, y además le da voz al silencio”.
Siento que es un género urgente, pero en tiempos de crisis aun más. Cada nación necesita una mirada desde un género como este. He hecho ficción, pero defiendo el poder transformador del arte y desde obras de este género podemos lograrlo más. No podremos levantar un puente o una casa, pero podemos tocar las fibras de quienes pueden hacerlo. Es necesario que los realizadores tengan ese compromiso porque necesitamos apelar a las sensibilidades para transformar.
Muchos de los protagonistas de tu obra son mujeres…
La mujer es un tema recurrente en mi obra. Somos seres infinitos y merecemos una mirada. No lo digo por defender el feminismo a ultranza sino por la grandeza inmedible que vive en cada mujer.
Cuando llegué a Televisión Serrana percibí que la obra de allí reflejaba mucho más la presencia del hombre. Obviamente lo primero que se hizo fue documentar tradiciones y oficios a partir de los hombres. Puedo mencionar entre las obras fundadoras un documental de Rigoberto Jiménez, Cuatro hermanas, pero realmente sentí que la mujer no tenía la presencia en igualdad de condiciones. Comencé a buscar historias de mujeres porque en ese medio tan intensamente difícil para un hombre, para una mujer puede serlo aun más. No me equivoqué.
Las mujeres “somos seres infinitos y merecemos una mirada”.
En la serie Las hijas de Cibeles quise rescatar la memoria de mujeres de la tercera edad que poseían historias y valores que no podían perderse desde muchos ámbitos. La guardiana del jardín, ligada a la naturaleza; la guardiana del sustento, luchando por garantizar la economía familiar y la guardiana de la familia, las llamadas mujeres paridoras como mi abuela, que tuvo 13 hijos, que vivieron con su prole momentos únicos como el ciclón Flora, la guerra de Angola y siempre defendieron a su familia. Vivo enamorada de esas mujeres, y he trabajado con niñas, como en el documental El mundo de Carla, que vivía en Bartolomé Masó. Una niña que creó su mundo y que me permitió acercarme a sus ambiciones por un mundo mejor.
Agradezco haber conocido a todas las mujeres que formaron parte de mi trabajo. Marielena es una mujer chivichanera, de las pocas mujeres que lo son en la Sierra Maestra. Enfrenta una realidad muy adversa… Todas esas historias nos muestran ese amor por la familia, esos valores que parecen perdidos en otros contextos. Ella vive en contra del viento. Yo trabajaba para un proyecto brasileño que se llamaba América Latina sobre ruedas. Me impresionó su valentía y descubrí después que su gran valentía era la de sobrevivir con un padre y un hijo enfermo, sola en esas batallas, y por eso sentí que tenía el viento en contra, también metafóricamente, porque la vida no le marcaba el paso a favor.
¿Por qué crees que el jurado del XX Festival Internacional de Documentales Santiago Álvarez in memoriam le otorgó el Gran Premio a tu documental Una manera de existir?
Pienso que el jurado consideró que merecía el Gran Premio porque percibió que era una historia necesaria. Una manera de existir no posee grandes pretensiones. Su estructura más fuerte es la interna, lo que quiere decir y hacer sentir.
Me conmovió el premio porque ansío que esta obra tenga visibilidad. Que muchas personas lo vean.
Su protagonista es Antonio Fleites, un maestro jubilado. Me alegro de haberlo conocido, crezco con cada persona que conozco por mi obra. Representa a esos maestros de Cuba, como mi madre, y presenta a las personas mayores que necesitan una mirada para que su manera de existir sea otra. Es una mirada a la necesidad de una vejez digna en Cuba. No sólo es la historia de su vida, es también la historia de su niñez maltratada, la violencia de género que padeció su madre. Muchas realidades similares deben ser miradas con respeto, con amor, con dignidad plena… Esas personas que sostuvieron lo que hoy tenemos deben recibir un abrazo desde la acción, para que sientan que lo hicieron valió la pena y por eso merecen una vejez tranquila.
¿Qué quieres dejar como legado?
Tengo fe en el poder transformador del arte. Quisiera al final mirar hacia atrás y pensar que dejé algo bueno para la humanidad, para transformarla, despertando sensibilidades, guardando memorias. Lo mucho o poco que logre en la vida, que deje una huella en mi país.
“Crezco con cada persona que conozco por mi obra”.
Adoro el documental de observación, respeto mucho esa vertiente del género. Vengo del mundo de la literatura, de las letras, porque primero estudié Letras, soy filóloga, y luego me gradué de Dirección de Cine, Radio y Televisión. Antes, mi raíz viene de mi madre, que me hizo amar los libros, y ojalá mi hija, Paula, sienta ese mismo feeling.
Quiero que la poesía acompañe cada cosa que hago y que acompañe a los demás, para dejar algo bueno. Que pongamos el corazón en cada cosa que hagamos. Llevar la poesía a las imágenes es lo que encuentras en cada trabajo mío. Decir sin palabras, digamos. Trato siempre de encontrar belleza, una esencia que merece ser contada en cada uno de mis personajes.
Si se destinara un cine para proyectar documentales nuestros…
Sería hermoso. Se tendría un país vivo porque nos veríamos en ese cine. Los más jóvenes valorarían más el presente al ver el pasado. El tiempo es implacable y hay cosas que deben ser preservadas.
Defendemos la necesidad del documental, de ser estudiado, de ser rescatado del olvido. Es un género necesario, reitero: en las crisis urge que los artistas se hagan sentir más. ¿Dónde estamos los realizadores cubanos? ¿Realmente defendemos el país desde nuestras miradas? ¿Qué debemos hacer?
Coméntame de un proyecto entre manos…
Siempre llevo varios sueños a la par. Siempre intento echar a volar varias ideas, pero puedo comentarte de Camino a Cuba, en el que trabajo desde hace cinco años. Desde el documental, será mi primer largometraje. De manera independiente lo he llevado a la par de mi trabajo en la Televisión Serrana, porque se han requerido otros presupuestos.
Es una historia coral, son varios personajes que recorren o construyen caminos para reflejar un país. El camino siempre ha sido el símbolo de la vida. Una mujer en plena Sierra Maestra que hace caminos, una caminera, que nunca termina su labor. El lugar donde vive la obliga a hacer el camino cada día, y representa al cubano, que persiste y se reinventa. La historia de Rafael Lafargue, antiguo guardaespaldas de Fidel Castro, que transita desde la casa natal del líder histórico de nuestra Revolución hasta el cementerio Santa Ifigenia. Está la historia de Juan Luis Serrano, un amigo que se fue hace 20 años de Cuba y se ha construido una pequeña Cuba en Miami. Su camino lo ha trazado en cada uno de esos viajes que emprende anualmente de allá para acá y de aquí para allá…
“Mi esencia es dejar mi legado en aras de transformar, en la medida de lo posible, la Cuba nuestra”.
El proyecto ganó el apoyo del Fondo de Fomento del Cine Cubano en su primera convocatoria y otras ayudas que hemos podido congeniar, y agradezco a mi productora Yamila Marrero. Ha sido un camino difícil, pero ha sido de constante aprendizaje y de mucho amor.
Una vez más he confirmado que mi esencia es dejar mi legado en aras de transformar, en la medida de lo posible, la Cuba nuestra.