Cuatrocientos números de una revista digital cultural

Johan Moya Ramis
27/10/2020

Reza un viejo proverbio popular que lo importante no es llegar primero, sino saber llegar. Luego se añade otra frase que dice que después de llegar, lo importante es mantenerse. La sabiduría popular tiene esa inmensa posibilidad de condensar en unas pocas palabras la esencia de un conocimiento acumulado por siglos, que va de generación en generación. Un conocimiento que es aplicable a casi todo, incluso a la llegada de cuatrocientas entregas editoriales de una revista digital cultural cubana. Tal es caso de la revista digital Librínsula de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí.

“Si pudiera definirse el camino emprendido (…) es el de una carrera de relevo con obstáculos, a través de los cambios y mutaciones (…) desde su origen a la fecha presente”. Fotos: Cortesía del autor
 

Si pudiera definirse el camino emprendido a lo largo de los dieciséis años de esta publicación, desde su primer número, es el de una carrera de relevo con obstáculos, a través de los cambios y mutaciones que ha tenido la publicación, desde su origen a la fecha presente.

En su concepción primigenia Librínsula fue diseñada como un boletín de respuesta cultural desde la Biblioteca Nacional de Cuba al conflicto ideológico y político contra el gobierno cubano por parte del presidente estadounidense George Bush (hijo), tras la paranoia internacional en la que entró los Estados Unidos después de los sucesos del 11 de septiembre de 2001. La idea inicial de sus fundadores, Eliades Acosta Matos y Rosa Cristina Baez Valvez —junto al resto del equipo editorial de aquel entonces—, fue crear una publicación digital de tono periodístico-cultural con una frecuencia semanal. Aunque su propósito era la defensa y la riposta de los ataques externos a Cuba en ámbito de la cultura, muy pronto, desde sus primeros números, Librínsula comenzó a abrir una puerta al desarrollo cultural del país; a partir de la riqueza documental de los fondos bibliográficos de la Biblioteca Nacional de Cuba en la red de Internet, algo muy novedoso en aquellos días en el contexto cubano.

En el año 2008 Librínsula entró en una segunda etapa que marcaría el destino editorial de esta publicación, transitando por una tercera y cuarta etapa hasta el presente. Un nuevo equipo liderado por el poeta Carlos Zamora y Elda González Mesa, en aquellos días jefa del departamento de publicaciones, no solo reorientaron la revista en sus enfoques temáticos sino que también realizaron una nueva programación y un diseño web renovado, lo que le dio un nuevo rostro a Librínsula, el cual conservó hasta abril del 2020.

“En el año 2008 Librínsula entró en una segunda etapa que marcaría el destino editorial de esta publicación, transitando por una tercera y cuarta etapa hasta el presente”.
 

La nueva etapa estaría marcada por la difusión de los fondos bibliográficos de la Biblioteca Nacional mediante artículos, crónicas y reseñas, ya fueran encomendados a autores o rescatados de libros y revistas. La labor periodística se incrementó con la publicación de noticias de la actividad y la gestión cultural de la red de Bibliotecas de Cuba y el Programa Nacional por la Lectura y entrevistas a escritores, bibliotecarios, investigadores. Este nuevo giro selló a la revista Librínsula como una publicación avocada a sacar a luz documentos e información de la cultura cubana, especialmente en el ámbito del libro y las bibliotecas. Se cumplía así la doble función de promover el patrimonio bibliográfico nacional y la labor bibliotecaria en el país.

Mucho podría decirse de los aportes culturales que el lector amante de la literatura y el libro podría encontrar en las secciones “Nombrar las cosas”, “Desde Adentro” o “Entrevistas”. Sin embargo, hay dos secciones que hasta el momento podrían considerarse los mascarones de proa de esta publicación: “Tesoros” e “Imaginarios”.

“Tesoros” ha sido, desde los inicios de la publicación, una sección dedicada a sacar a la luz la existencia de documentos únicos de valor patrimonial de todas las áreas y saberes del conocimiento: Música, Historia, Religión, Matemática, Zoología, Geografía, Filosofía, entre muchas otras. Libros, manuscritos, epístolas, mapas, todo ello en su calidad de raro y valioso, incunable, o de alta valía documental, inestimable para la cultura cubana y universal de manera ininterrumpida.

La sección “Imaginarios” es el dossier de la revista. Se le dedica a una figura, tema o acontecimiento que incluye, por lo general, una selección de documentos e imágenes de distintas épocas y fuentes diversas que permitan una visión múltiple y enriquecedora del tema abordado.

A mediados de 2019 se abrió la página de Librínsula en Facebook, los resultados han sido alentadores, tomando en cuenta la competencia febril en una red social cuyos usuarios suelen privilegiar otros temas más hilarantes que los contenidos de una revista cultural digital. En abril de 2020, en medio de la pandemia del nuevo coronavirus, salió el número 394 de Librínsula con una nueva programación en 2.0 y un equipo editorial compuesto por miembros con años previos de experiencia de trabajo en ella; pero también nuevos colegas que se han sumado al reto de trabajar en una revista digital donde la competencia global por el posicionamiento, la visibilidad en los motores de búsqueda y las redes sociales son la prioridad.

“En abril de 2020, en medio de la pandemia del nuevo coronavirus, salió el número 394 de Librínsula con una nueva programación en 2.0 y un equipo editorial compuesto por miembros con años previos de experiencia de trabajo en ella; pero también nuevos colegas que se han sumado (…)”.
 

El trabajo en la calidad de los textos, el contenido y las imágenes en la revista Librínsula hablan de una publicación que invita al desarrollo del pensamiento en Cuba y más allá de Cuba, desde el rico depósito documental que posee la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí.

El arribo a cuatrocientos números de manera ininterrumpida así lo demuestra. Llegar a una cifra así, para una revista cultural online cubana, no es otra cosa que el resultado de la entrega, el compromiso y la profesionalidad de un grupo de colegas y colaboradores que, a lo largo de estos dieciséis años, han dado lo mejor de sí en el duro trabajo editorial con el único y quijotesco sueño de tener “una ínsula hecha y derecha, redonda y bien proporcionada y sobremanera fértil”.