Cuando una canción enfrenta su razón de ser

Guille Vilar
11/12/2017

Cuando una canción, independientemente del tema que aborde, es sincera, dicha pieza asume un rango de autenticidad que le otorga un valor agregado de indiscutible valía. Si se trata de la triste historia de un amor frustrado, mucho más allá de las condiciones excepcionales como vocalista, el toque de distinción viene dado por el grado de sensibilidad que pueda expresar su intérprete para llevarla hasta la condición de una obra maestra. En cambio, si se tratara de una pieza patriótica, el compromiso con la verdad de nuestros sentimientos es todavía mucho mayor porque un solo paso falso en una temática tan delicada, puede ser suficiente para no creer en ella: sencillamente, le resulta imposible  trascender. Sin embargo, cuando desde la misma raíz de sus orígenes se percibe una acumulación de sentimientos puros, añejados por el devenir del tiempo, no se puede tener duda del alcance moral y ético de semejante obra artística. Tal es el caso de la canción dedicada por Gerardo Alfonso en 1996 a la memoria de Ernesto Che Guevara intitulada Son los sueños todavía.
 

trovador cubano Gerardo Alfonso
La canción de Gerardo Alfonso alberga diversos sentimientos y emociones. Foto: Uneac
 

Quienes tuvimos el privilegio de escuchar la obra en cuestión desde los primeros momentos de ser difundida antes de convertirse en el himno universal que hoy es, comprendimos que como afirma su autor, que no se trataba de una pieza luctuosa y mucho menos para ser interpretada por un trovador solitario sino, compartida por varias voces. Resultado de la admiración y del respeto por la personalidad del Che en la historia, sentimientos inculcados desde niño en Gerardo, este abordó el encargo de componerla con la mayor responsabilidad social, pero con la certeza de dedicarla a la celebración de su vida.

De ahí la tendencia que las diferentes estrofas de la misma se encuentren escritas en primera persona como corresponde a la necesidad del dialogar con el héroe, empeño asumido por las voces de Santiago Feliu, Ireno García, Iván Latur y Rochy  Almeneiro además del propio Gerardo.

Hace tan solo semanas, Gerardo Alfonso junto al trovador Mauricio Figueral formaron parte de la delegación cubana organizada por el MINREX de 14 compañeros para asistir a la conmemoración oficial de los 20 años en que aparecieron sus restos mortales. En una reciente visita al programa Al lado del corazón de Radio Progreso, Gerardo narró a los oyentes del programa, lo que significó para él estar en Valle Grande, evidentemente impactado todavía por las profundas emociones que allí sintió.

En el 50 Aniversario del asesinato del Che —nos cuenta Gerardo—, llegamos allí para conmemorar la vida eterna del Che, a comprobar que él estaba vivo. El día 7, fuimos al Hospital de Malta. Yo no sabía qué lugar era ese…había un jardín inmenso donde íbamos a hacer un acto con todos los médicos… Seguimos caminando y había  una casita que tenía en la pared un dibujo del Che con un tabaco y al lado un poema de (Nicolás) Guillen…había un grupo de gente mirando hacia dentro y cuando yo llego, veo que es la lavandería donde tendieron el cuerpo del Che, esa imagen en que se ve al Che tendido ahí…las paredes están llenas de grafiti y veo a Pupi [1], explicando todo el proceso de cómo pudieron encontrar sus restos y aquello tenía una emoción que yo no podía…pero antes quiero hacer un paréntesis y explicar: Una cosa es cuando tú vives, creces en el espíritu del Che, creyendo en las cosas que crees, sabiendo todo lo que él representaba y todo lo que él era y la otra es estar allí,  50 años más tarde del asesinato, a dos días antes que lo mataran, pero estar allí en ese lugar…Y entonces yo no me pude contener de la emoción…Fue una cosa tremenda… cogí la guitarra. Interrumpí la explicación, le dije: ¡Perdóname, yo tengo que cantar mi canción aquí…! Yo sabía que se la estaba cantando a él… Estaba ahí. Está…! Está vivísimo!…Y canté la canción…nunca en mi vida yo la había interpretado, ni cuando la compuse, había interpretado cada palabra con la intensidad y el significado que lo estaba haciendo ahí…

 /Yo sabías que ibas a volver de cualquier lugar/, porque el dolor no ha matado la utopía/ todas esas cosas… /yo sabía que tu ibas a quedar porque la fe clara limpia las heridas, porque tu espíritu es humilde y reencarnas en los pobres y en sus vidas/… todo eso que yo sabía, que lo tenía ahí, intuitivamente es como una voz que me va diciendo, toda la vida, que esa persona es lo que es. Y apuesto por él, vivo creyendo en él… Cuando yo estaba ahí cantando la canción, no pude controlar…la emoción fue muy fuerte… se me rajo la voz y empecé a llorar y a cantar porque yo tenía que terminar de cantar la canción. Yo tenía que cantarle la canción a él. Él tenía que saber que yo le hice la canción. Y terminé la canción. Realmente fue muy emotivo”, afirmó Gerardo al concluir esta sentida anécdota.

Mucho más calmado, el trovador continúa exponiendo sus experiencias en Bolivia por los micrófonos de Radio Progreso:

 Recientemente yo me volví a leer el Diario del Che en Bolivia y la última página, la del día 7, él habla de que se está comentando de que los soldados están rodeando el lugar, pero a la vez te da la medida que para él no era el último día, sino que continuó. Fu el último día para quienes estamos aquí, quienes supimos que fue el último día porque lo asesinaron, pero para él, siguió. Sencillamente cambio de dimensión. Es por eso que hoy todo el planeta vibra con él porque sigue vivo su ejemplo en todos quienes luchamos por un futuro mejor. Y entonces en esos días que estuve por allá, cuando fui de Santa Cruz a Valle Grande, miraba el paisaje, precioso, árido y agreste. Terrible aquel paisaje y pensaba como ellos se desplazaban… Era una cosa tremenda. Y cómo este hombre que tenía esa naturalidad, esa humildad de dedicarse a sacarle una muela a uno de sus compañeros que estaban ahí, quien llego al final de ese recorrido prácticamente descalzo, que no tenía zapatos, prácticamente unos indigentes, pero con unos principios, que yo creo que los tenía desde niño.

Él sabe que los seres humanos, que la condición humana es una condición frágil. Somos unas personas, que acompañados por la muerte al lado, cualquier cosa nos saca del juego y que en nuestras bondades, en nuestras luchas cotidianas, en nuestros sueños, somos muy vulnerables. Él sabía eso y entonces tenía que ayudar al hombre donde quiera. Tenía que ayudar al hombre en Bolivia o en África o aquí en Cuba, en donde quiera que estuviera y después que pasó a otra dimensión, su ejemplo, siguió ayudando, como dice Fidel “…has ganado más batallas”. Y entonces yo, que tengo todo ese sentimiento ahí, cuando llegó ese momento, cuando me encontré frente a esa situación, no pude hacer otra cosa que cantar la canción nuevamente, que es lo único que tengo para ofrecerle”, concluyó nuestro querido trovador.

Nota:
 
[1] Jorge González Pérez, experto forense que iba al frente del equipo encargado de la búsqueda de los restos del Che y de los demás miembros de la guerrilla.