Báguanos: Creación literaria y producción azucarera
No hay proa que taje una nube de ideas.[1]
José Martí
Historia, leyenda y mito
Si bien es completamente veraz que en un pequeño municipio cubano se ha logrado la cosecha objetiva de 47 libros publicados (durante la etapa que corre de 1996 hasta enero de 2022) por autores que viven, trabajan y sueñan en su terruño natal, el hecho, por su naturaleza mítico-cultural, pudiera resultar inverosímil para algún escéptico o, tal vez, para alguien que se haya dejado confundir por la ola de fake news y difamaciones financiada con presupuesto yanqui que, en los últimos tiempos de manera muy aguda y amoral, intenta arañar y desconocer los logros del socialismo cubano. El pequeño municipio de los 47 libros publicados se nombra Báguanos, está situado a ochocientos kilómetros de la capital cubana y se mantiene en plena zafra de producción azucarera con sus dos centrales: López-Peña y Fernando de Dios.
¿Realidad o milagro? ¿Historia, leyenda o mito? Para el autor de estas líneas se trata de una feliz conjugación de lo económico-social y lo humano-cultural entrelazados con la idea, el proyecto y la acción. La plenitud como un horizonte a conquistar en la interrelación compleja de lo material y lo subjetivo, de lo empírico y lo teórico, de las estructuras que, al mismo tiempo que constriñen, también posibilitan.
Desde una perspectiva filosófico-antropológica, la experiencia de trabajo cultural comunitario atesorada en el municipio de Báguanos puede ser reconocida como el fruto de un largo y sistemático proceso caracterizado por el sentido de pertenencia, la voluntad creativa y el compromiso solidario; proceso pensado, organizado y llevado a la práctica a partir de la asociación de jóvenes creadores Hermanos Saíz, en el primer impulso, y fertilizado por el sistema de instituciones de la cultura en el marco de la obra social de la Revolución cubana, siempre con la aspiración de sentir y aportar al mundo desde el batey y, al mismo tiempo, enriquecer lo propio sin desconocer, y aprovechando, lo global. Un “no” martiano al “aldeano vanidoso” y una asunción analéctica[2] “glocal” o, como en Báguanos prefieren, “lobal”.[3]
Es prudente destacar que el primer libro fue publicado en la misma cintura de la crisis del “período especial” y, por razones materiales, salió con sus dimensiones reducidas a lo que en circunstancias económicas normales hubiera sido considerado un minilibro: Los ojos del arco,[4]1996, que fue editado como reconocimiento por haber sido Mención en el Premio de la Ciudad de Holguín del año precedente. El cuaderno que le siguió, Sitios y quimeras, 1998[5], tuvo que ser cosido en una máquina Singer, acuñado uno por uno con paciencia medieval y es mucho más una artesanía que un producto industrial, pero tiene la gloria de llevar para siempre el número 1 de Ediciones La Luz, editorial que hoy es reconocida como una de las más prestigiosas de la Isla.
Lo imposible, es posible. –Los locos, somos cuerdos[6]
No es ocioso preguntarse: ¿Cómo en unas circunstancias sociomateriales tan adversas, en que los apagones alcanzaban hasta 16 horas diarias, en que apenas se disponía de combustible para cocinar y eran muy escasos los alimentos, siguió habiendo personas e instituciones que sostuvieron en alto la importancia cardinal de la cultura? ¿Por qué se dedicaron a fundar tertulias, talleres literarios y giras trovadorescas dando pedal en bicicletas en lugar de ponerse a lamentar carencias y llorar penurias materiales? ¿Para qué crearon el grupo de reflexión Utopía, de raíz martiana y vocación marxista, cuando se acababa de derrumbar el Muro de Berlín, se desintegraba la URSS y se desmerengaba el socialismo en Europa oriental?
“La experiencia de trabajo cultural comunitario atesorada en el municipio de Báguanos puede ser reconocida como el fruto de un largo y sistemático proceso caracterizado por el sentido de pertenencia, la voluntad creativa y el compromiso solidario”.
Los que escribieron aquellos primeros libros y poemas, aquellas genésicas canciones en el batey y para el batey, fueron los mismos que habían pedido permiso para grabar en uno de los costados del Tribunal Municipal el poema “Humanidad”, de Delfín Prats, y que terminaron pintando “La cultura es lo primero que hay que salvar”, con enormes letras rojas en las paredes de lo que muy pronto sería la primera Casa del Joven Creador en un batey azucarero de la Isla, en una de las más confortables edificaciones del poblado que por decisión expresa de la dirección partidista les fuera entregada a jóvenes que nunca resultaron ser tan locos como parecían, sino mucho más. También fueron los mismos que, apenas un lustro más tarde, entregaron personalmente a Fidel los tres primeros libros editados[7] por el sello Comunidad dentro del Programa Nacional de Ediciones Territoriales en la provincia de Holguín.
Un lugar en el mundo
Pasaron treinta años y Báguanos cuenta hoy no solo con una cosecha de libros publicados, sino también con cuatro miembros de la Uneac, diez doctores en ciencias, algunos centenares de másteres, cinco CD grabados y promovidos y, lo que resulta mucho más trascendente, varios símbolos patriótico-culturales propios erigidos y diseminados a fuerza de voluntad y cariño: la Estatua del Martí de Todo Báguanos, a tamaño natural, de pie justo al frente del central azucarero, “La fábula del barrio”, “El güije de Tacajó”, “El Arrabal del Poeta”, “El Programa Esta Casa”, “La Peña de Trova Gente de Fe”, “El Gabinete de los Sueños” y “El Árbol que silba y canta”:
El árbol que silba y canta[8]
Báguanos tiene un árbol que en las noches de luna tierna silba y canta. Es un árbol especial y fraterno. Es uno y a la vez tres árboles que se abrazan y crecen, suspiran y coruscan en el centro del parque. No todos saben de él, porque se levanta humildemente sobre un cantero con flores verdes.
No escuchar su concierto nocturno no es culpa del parque, ni mucho menos del árbol. El árbol silba y canta para todos, pero hay que tener muchísimas horas de vuelo en la aldea, aprender a llevar los oídos en el corazón, para escuchar sus silbidos.
Lo mejor para aliviar la sordera es echarse a pastar en el parque, en una noche de nubes y estrellas, de novias y amigos reencontrados, aternurando los sueños en el nido del árbol. Descubrir en sus ramas invictas a los nuevos Alejandros, a los imprescindibles Raulines, los ojos del arco, las melodías del alma, los sitios y las quimeras del follaje que exclama: la luz nos necesita.
Báguanos tiene su árbol, al igual que todos los que han sabido encontrar y defender su lugar en el mundo, sin renunciar a las utopías, sin perder las esperanzas.
Ha sido fruto de la obra educativa y cultural de la Revolución
Desventurado el que no sabe agradecer.[9]
José Martí
La política cultural de la Revolución socialista cubana ha sostenido como uno de sus sentidos fundamentales la tesis martiana de queser culto es el único modo de ser libre[10] y la afirmación fidelista de que una revolución solo puede ser hija de la cultura y las ideas. [11] Por sobre la estrechez material y las dificultades económicas, la nueva sociedad será una construcción ética y cultural de justicia, igualdad y solidaridad o, sencillamente, no será. En este rumbo, todo lo que se ha hecho en Cuba por la educación integral es semilla y símbolo del posible mejoramiento humano. Que en un batey azucarero, a 800 km de la capital del país, se haya logrado publicar más de cuarenta libros por escritores que viven, trabajan y sueñan en ese municipio es un argumento y una confirmación.
Descuidar la literatura, subordinarla a la técnica, sería fatal para la humanidad, pues se perdería la memoria emocional y afectiva, la más eficaz fuente de comunión y solidaridad entre los seres humanos. La literatura da vivencias más hondas y conmovedoras que la propia realidad. Con ella vivimos más profundamente las guerras, la muerte de un ser querido, el amor traicionado, la desesperación, el hambre, todas las experiencias humanas y más. Ella marca el rumbo cultural de la vida social. Sin literatura iríamos al reino absoluto de la tecnocracia, de Robocop. La literatura es emoción y memoria: única que hace posible la vida eterna de los muertos, de los héroes del pasado, de la tradición, al mismo tiempo que posibilita el parto de lo nuevo no desmemoriado. La literatura es sostén y aliento de la cultura general e integral a que aspira el socialismo cubano.
La prioridad de lo técnico y el rumbo del consumismo como criterio económico-mercantilista dominante conducen a la enajenación por la doble vía de los que acumulan mucho y de los que cada vez tienen menos y terminan siendo excluidos. La eficiencia de la racionalidad neoliberal viene siendo el camino más recto para la deshumanización, en diametral oposición a la tesis martiana de que el arte es “el modo más corto para llegar al triunfo de la verdad, y de ponerla a la vez, de manera que perdure y centellee en las mentes, y en los corazones”.[12]
Crecer económicamente y lograr un desarrollo material con mayores niveles de justicia y equidad es muy importante, pero, como nos enseñaron Martí y Fidel, lo “indispensable” es la poesía y lo decisivo es la conciencia. Arte y literatura, no por gusto, son sinónimos de plasticidad, de curvatura acariciada y acariciadora: regodeo del alma, fiesta del espíritu: auténtico crecimiento humano. Hasta la filosofía solo se hizo cuerpo inolvidable a partir de Platón con la creación de los diálogos literarios, donde se salva la enjundia de Sócrates y, a partir de lo cual, se puede trasmitir y enriquecer de generación en generación a través de la escritura, en la infinita conversación de los textos que le hablan a otros textos, que es como decir, de los seres humanos que conversan y se enaltecen entre sí.
“La literatura es sostén y aliento de la cultura general e integral a la que aspira el socialismo cubano”.
Coda
Por delante del “Árbol que silba y canta” pasó el vecino conduciendo un carretón tirado por bueyes. Hecho llamativo por lo inusual del rumbo en que ese día el monstruo rigurosoiba tirando de la carga alimenticia:
— ¿A dónde vas con esos racimos, Jorge Luis? —preguntó el Poeta.
— Voy pa´ el hospital a donar los plátanos a los contagiados de COVID —respondió el campesino y volvió a acicatear los bueyes.
No todo fue, ni es, ni será nunca, cálculo comercial y financiero. No todo ha estado ni estará nunca determinado por la economía. En la cultura no se gasta, sino se invierte con rentabilidadtan álmica que nunca ha podido ser cuantificada; cada vez de modo más convincente los nuevos estudios cualitativos demuestran la indispensable contribución de inversión en la cultura a la felicidad humana, más hecha de justicia, confianza y dignidad que de per cápita economísticos.
Alegrar el corazón con mercancías es importante, a veces hasta puede llegar a ser muy importante. Pero lo decisivo, lo más importante por delante y por encima de todas las cuestiones sociales y humanas, es alegrar a las cosas y a los demás seres humanos con el corazón. En la conquista de esas alegrías, de esos indispensables mejoramientos humanos, desempeñan un papel esencial la filosofía, la ciencia, el arte y la literatura.
Notas:
[1] José Martí, “Nuestra América”, El Partido Liberal,México, 30 de enero de 1891. En: Obras completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, tomo 6, p. 15.
[2] Lo “analéctico” es usado por el autor desde la perspectiva de la Filosofía de la Liberación latinoamericana, la cual exige un esfuerzo de comprensión de lo “diferente” y lo “distinto” para no repetir prácticas “civilizatorias” que calificaron como “bárbaros” a los “otros” para justificar su sometimiento y destrucción.
[3] Respecto a lo “glocal” de Roland Robertson y otros, el autor considera que en ese concepto sigue habiendo un énfasis eurocentrista y no pocas veces “civilizador-conquistador” por parte del mundo “occidental”, que se asume a sí mismo como lo más avanzado y progresivo; es decir, se cuela de contrabando esa historia de lo ya padecido por otros continentes, pueblos y culturas. Con esta recepción crítica, propone el concepto de “lobal”, que define a la cultura como aquellas creaciones sociales que contribuyen al mejoramiento humano, que no cava abismos dicotómicos entre localidad y mundo, que no se niega a la preservación de costumbres y tradiciones que se consideran valiosas y dadoras de sentido y que defiende el derecho de todas las culturas a ser reconocidas, respetadas y comprendidas. Es cierto que vivimos en un contexto esencialmente “glocal” donde es imposible valorar lo más cercano sin un distanciamiento “universal”, pero sin dejar de tener en cuenta la admonición de José de la Luz y Caballero: quien no escucha el campanario de su aldea termina por no escuchar ninguno, y sin olvidar la enjundia poética de Dulce María Loynaz, que vio correr las aguas del Nilo pero no por ello dejó de amar al Almendares: “ya sé que no es el más hermoso / pero es mi río, mi país, mi sangre”.
[4] Los ojos del arco, Luis Martínez Martínez, Colección Antología Mínima, Ediciones Holguín, Holguín, 1996. ISBN: 959-221-018-7.
[5] Sitios y quimeras,Orestes González Garayalde, Ediciones La Luz, AHS, Holguín, 1998. Libro número 1, que no tiene ISBN porque en ese año Ediciones La Luztodavía no estaba oficializada. Orestes falleció en 2013 con cuatro premios en Concursos Nacionales de Poesía y ocho libros publicados.
[6] José Martí, Carta a Viondi, Nueva York, 24 de abril de 1880. En: Obras completas, tomo 20, p. 285.
[7] Estos tres primeros libros fueron Imaginario de la Esperanza, de Víctor Rolando Bellido (ISBN: 959-221-072-1); El río tiene un güije, de Orestes González Garayalde (ISBN: 959-221-057-8), y Todos los silencios, de Raúl Prieto Serrano (ISBN: 959-221-061-6) y le fueron entregados al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, líder histórico de la Revolución cubana, en el marco del Primer Congreso de la AHS, Palacio de las Convenciones de La Habana, 19 de octubre de 2001.
[8] Tomado de Imaginario de la esperanza,Ediciones Holguín, Holguín, 2001, p. 11.
[9]José Martí, Carta a Valerio Pujol, El Progreso,Guatemala, 27 de noviembre de 1877.
[10] José Martí, “Maestros ambulantes”, Revista La América, Nueva York, mayo de 1894. En: Obras completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, tomo 8, p. 289.
[11] Fidel Castro, Discurso en el Paraninfo de la Universidad Nacional de Venezuela, Caracas, 3 de febrero de 1999.
[12] José Martí, “Desde el Hudson”, La Nación,Buenos Aires, 23 de febrero de 1890. En: Obras completas, Ciencias Sociales, La Habana, 1975, tomo 13, pp. 395-396.