Vida cotidiana

Grethel Morell Otero
15/11/2017

“Intento pasar perennemente lo más inadvertido posible, para que la gente de mi alrededor no esté pendiente de mí. Si soy descubierto y se me quedan mirando a la mano, me siento a esperar hasta que se les olvide que llevo una cámara”, dice  el joven fotógrafo Yaniel Tolentino en esta entrevista.

A Regla, tierra estado

Indudable se presenta el auge de la fotografía documental, orientada al registro de la vida cotidiana en la urbe, en las estrenadas generaciones de creadores visuales cubanos (no así en las creadoras, escribo consciente de la exclusión). Fotografía de asuntos urbanos, no necesariamente ajustada al reportaje, más conocida como street photography (sonora categoría, que se disipa en impacto al traducirla), que crece bajo el efecto de la democratización del medio (y su tecnología digital) y la sugerente atracción del motivo fotográfico. Más cuando se trata de La Habana.
 

Yaniel Tolentino
 

Retirado del colorido tropical de nuestras calles, con cierta indiferencia hacia el costumbrismo de estación y bajo encuadres inusitados, el joven fotógrafo Yaniel Tolentino visualiza el contexto. En agradecido lenguaje en blanco y negro (¿por qué siempre dramático?), retrata escenas y personajes del día a día, con denotada intención en la infancia como objetivo. Caminante de la ciudad que advierte en su propuesta la afición por lo documental en franca herencia de la mejor fotografía del género, aquella de tono subjetivo o irónico lanzada en Cuba durante los años 90 y no siempre bien amada, impulsada, por nuestra historia y sus espacios de legitimación. Hoy aumenta el lenguaje documental, pero se estrechan visiones. Así que pensar, hacer, la fotografía desde otros puntos de confluencias, cercanos y lejanos a la vez, hará del trabajo de este fotógrafo un nuevo indicador en el panorama.

Entre las ciudades que retratas, ¿qué te ofrece La Habana?

La Habana está llena de circunstancias favorables para los fotógrafos, ofrece cientos de oportunidades para la fotografía documental. En lo particular me atrae la vida diaria, los personajes en la calle y los niños. Los cubanos son conocidos por ser sociables, los niños juegan por doquier, esa es una parte de nuestra cultura.

¿Por qué street photography? ¿Lo defiendes como un concepto, un estilo…?

Salgo a hacer fotos porque lo necesito, no puedo estar muchos días sin tocar la cámara. Después van naciendo ideas cuando veo algunos resultados y las agrupo por series. Primero las hago para mí y las comparto en mi muro de Facebook.

Street photography es el resultado de un conjunto de obras que luego se dividen en series que se van actualizando en el transcurso del tiempo.

Mis fotos pueden venir de cualquier parte, realmente no tienen edad, género, ni raza…  Aquello que me llame la atención es candidato a  convertirse en un instante en el motivo de mi fotografía.
 

Foto: Tolentino, 2017
 

Buscas en tu imagen al sujeto cotidiano, sobre todo a niños y niñas. ¿A qué se debe la deferencia?

Cuando voy caminado por las calles y veo niños jugando, sé que allí hay fotos, no hay dudas. Los niños son muy espontáneos, ocurrentes, simpáticos y no le temen a la cámara. Los puedes retratar tal y como son, los niños no mienten y puedes inmortalizar instantes de amor, amor verdadero.

¿Y en las circunstancias donde además de sentimiento y aventura para tus modelos, hay riesgos? (como en la serie La Arenera y Los niños… de Regla)

Te digo la verdad… en situaciones de riesgos primero hago las fotos lo más rápido que pueda y luego presto mi ayuda. Tengo bien claro que mi función donde quiera que esté, es documentar lo que está ocurriendo. Hasta el día de hoy, nunca he pasado por una situación seria de peligro. Y este no creo que sea el caso.

Estos jóvenes conocen a lo que se enfrentan y en sus miradas puedes ver lo desafiante que son. Riegos hay en todas partes y a pesar del peligro, nunca vi a nadie salir lastimado.

¿Por qué la imagen documental en blanco y negro?

El blanco y negro me gusta. Es una fotografía muy agradecida y aporta un dramatismo espectacular. Los colores brindan mucha información, tienen significados y pueden contribuir a una competencia entre contexto y motivo. Los prefiero para los paisajes y otros tipos de fotografía.

Para mi gusto el blanco y negro se ajusta más a la fotografía documental y aunque en muchas de mis imágenes trato de tener un solo motivo, me gusta mucho mostrar el contexto donde se realizó la toma. Por lo general en los andares, no tenemos control sobre los elementos del fondo y si buscas otro ángulo para excluir del encuadre los objetos que te pueden aportar distracción, puedes perder ese momento único de tu instantánea.

Supongo que provienes de formación académica, ¿dónde estudiaste el lenguaje fotográfico y qué te aportó?

Siempre digo que soy fotógrafo por pura casualidad. Compré una cámara barata para un negocio de publicidad y me enamoré del equipo y de la fotografía. Fue una conexión que no se explicar, solo sabía que iniciaba una nueva relación que sería para toda la vida. Buscando en Internet encontré el “triángulo de la exposición” y comprendí cómo funcionaba el sensor. En unas horas ya hacía fotos en modo manual. Seguí indagando sobre fotografía y encontré  mucho sobre composición. Comencé a estudiar de forma autodidacta y al mismo tiempo salía a las calles a practicar. A los pocos días se me ocurrió retratar a los muchachos del barrio haciendo las mismas cosas que yo hacía de niño, montar carriola, chivichana, bañarnos en la bahía de donde nos tirábamos desde un oxidado y viejo buque fuera del agua. Ahí salió mi primera serie, Los niños voladores de Regla. Por suerte aquella serie tuvo una gran aceptación, tanto en las publicaciones como en las redes sociales. Llegó a ser una de las más comentadas y entre las más visitadas de la publicación online.

Luego me dije, si esto de verdad es lo tuyo, tienes que estudiar en alguna escuela de fotografía. Un amigo, José A. Rey, me recomendó estudiar en la Academia–Museo de Arte y Fotografía Cabrales del Valle. La academia sin duda alguna marcó un antes y un después. Aprendí que la fotografía no es solo la técnica, el ojo fotográfico y ver los trabajos de grandes fotógrafos en internet. Aprendí que la fotografía es el arte de la luz, que es una forma de expresión de carácter creativo y desde esa perspectiva empecé a ver la fotografía de otra manera.
 

Foto: Tolentino, 2015
 

¿Quiénes fueron tus influencias o a quiénes has seguido en esta manera de fotografiar?

Hay fotógrafos que han marcado mi formación visual, como Henri Cartier Bresson, Raúl Cañibano, Fan Ho, Robert Capa, Alain Laboile, Sally Man. Veo muchas fotos en internet y son muchos los grandes fotógrafos. Creo que siempre se me pega algo bueno de todos ellos.

Háblame de tu relación con los entornos y los sujetos, casi siempre cercanos (reglanos, suerte de ¨linaje¨, auto condición), más cuando éstos se dan cuentan que la cámara los apunta.

Cuando me amarro la correa de la cámara a la mano derecha, ésta pasa a ser una extensión de mi cuerpo. A veces me convierto en un cazador e intento anticiparme a lo que va a suceder. Imagino las posibles escenas desde diferentes ángulos y las cosas entonces no son como se ven, si no como se pudieran ver. Todo se crea en mi imaginación, o sea, primero hago la foto en mi mente aunque no siempre la pueda lograr.

Intento pasar perennemente lo más inadvertido posible, para que la gente de mi alrededor no esté pendiente de mí. Si soy descubierto y se me quedan mirando a la mano, en algunas situaciones disimulo, me abrocho los cordones, me pongo a mirar en el celular, me siento a esperar hasta que se les olvide que llevo una cámara. Luego sé que estoy cerca de poder capturar mi objetivo.