Una mulata en Bulgaria
11/3/2019
Entre los campos menos trabajados de los estudios cubanos podemos incluir la presencia de Cuba en la filatelia extranjera. Este es un tema que llevo estudiando, y coleccionando, por muchos años, y trabajos míos relacionados con los sellos del mundo referentes a José Martí (1853-1895) y José Raúl Capablanca (1888-1942) han aparecido en la sección “Filatelia de Colecciones” en Opus Habana (vol. XII no 3, sept 2009-ene 2010 y vol. XIII, no. 3, feb.- jul. 2011, respectivamente).
La pieza que compartimos hoy con los lectores es un sello búlgaro, fichado en el catálogo Scott con el No. 3904 y en el catálogo Michel con el No. 4198. Se trata de una obra del pintor Kyril Tzónev [Tsonev, Zoneff] (Кирил Цонев), nacido en Kiustendil, Bulgaria, en 1896 y que murió en Sofía en 1961.
Tzónev estudió arte en Sofía, Viena y Munich, y en 1929 se embarcó hacia el continente americano, viajando a Estados Unidos, Centro América y México. De tierra azteca viajó a Cuba y una tormenta que le impidió partir enseguida a Nueva York hizo que prolongara su estancia en nuestra Isla. Afortunadamente, pues decidió quedarse a pintar. De su etapa cubana (1932) dejó algunos lienzos y notas de viaje, estudiados por Pedro de Oraá (Gaceta de Cuba, No. 111, abril 1973) y Salvador Bueno (Revolución y Cultura, No. 129, mayo de 1983). Entre sus piezas cubanas citamos Frutas del Sur, Oyentes de marimba, Mi casa en La Habana, En la ventana, Señorita Dolores, Muchachas de Santa Clara, La casa chica, Una cubana en el jardín, Lluvia tropical, Avenida en un parque tropical, Luisa, Lolita en la ventana, Lolita con abanico y el retrato de José Antonio Fernández de Castro (1887-1951).
En una entrevista de 1935 comentó:
La isla de Cuba ha dejado para siempre en mis recuerdos la profunda impresión de una tierra del paraíso, con sus contornos tiernos y suaves de suelo ligeramente montañoso, con su verdor eterno y frondoso. […] Cuba me ayudó a encontrarme a mí mismo.
Nos detenemos en sus Frutas del Sur (южни плодове). Ahí observamos a una sensual mulata con un seno al aire, sentada en una butaca de mimbre, destacándose un conjunto de frutas tropicales en una mesa cercana. Sin duda, la prieta criolla era la fruta más apetecible y despampanante de la composición. Pues bien, para festejar el centenario de la muerte de este gran pintor, Bulgaria decidió en 1996 hacer una emisión postal con una de sus obras pictóricas y escogió precisamente a la mulata con frutas.
Y por extraño que parezca, no era la primera vez que la obra cubana de Tsonev aparecía en sellos búlgaros. Doce años atrás, en 1987, otra estampilla nos regalaba a dos jóvenes cubanas —una morena y una rubia— escuchando la marimba desde la ventana (Слушателки на маримба) (catálogo Michel BG 3601, catálogo Yvert et Tellier BG 3119).
En 2008, el documentalista cubano Arturo Sotto filmó para el ICAIC Los cubanos. Breton es un bebé. En su recorrido por la Isla intentaron atrapar con el lente lo “real maravilloso” carpenteriano de nuestro pueblo. A mí se me ocurre que, igualmente real maravilloso es el hecho de que hay una mulata cubana mostrando uno de sus senos y otras dos jovencitas escuchando la música habanera volando por el mundo. Y no precisamente en Cubana de Aviación, sino en sellos búlgaros.