Un festival de jazz no es una olimpiada

Ana María Domínguez Cruz
25/1/2018

En el país no existe el mismo número de mujeres que de hombres dedicados al jazz, pero ¿por qué las que están, cuya obra es loable, no se incluyen de manera equitativa en las programaciones de eventos como el Jazz Plaza?

La interrogante fue el punto de partida para conversar con la musicóloga, pianista y compositora Lilia Esther (Bellita) Expósito, quien además es directora musical y voz líder de Jazz Tumbatá.
 

Bellita, directora musical y voz líder de Jazz Tumbatá. Foto: Youtube

Desde el 2000 realizas cada año, en los primeros días del mes de marzo, un evento para la mujer en el jazz en el emblemático club La zorra y el cuervo.

Sí, y lamentablemente apenas se divulga ni recibimos apoyo. A nosotras, las jazzistas, nos interesa, pero no a las instituciones. Es cierto que hay más hombres dedicados al jazz que mujeres, pero no es un problema de cantidad.

Las primeras que estuvieron fueron Las Canelas, que también tienen su faceta en la música popular bailable. Estuvo Anita Martin, que no ha desarrollado una carrera de jazz pero tocaba estándares años atrás. Estuvo Marialis Pacheco, Neisy Wilson, Tamara Castañeda, Danay Bautista con su quinteto Esperanza, entre otras. En años más recientes ha estado Yissy García, y antes de que se me olvide, Mayra Caridad Valdés. Ha tenido una carrera muy larga, poca discografía y siempre al lado de Chucho, tal vez por eso no se ha valorado del todo, más allá de ese rol de acompañante, su magnífica voz y su musicalidad. Las cantantes contemporáneas deben aprender de ella. Pudieran sumarse Zule Guerra, Daymé Arocena, Yanet Valdés…

En esta edición del festival, y no es la primera vez, la presencia de la mujer es casi nula. Me he mantenido en la Casa de la Cultura y me alegro mucho por ello, porque no considero que sea más importante un teatro. Cuando yo era jovencita ahí vi tocar a Dizzy Gillespie, a Tania María, a otros grandes…

Si hay mujeres jazzistas cubanas que han participado en festivales prestigiosos a nivel mundial, ¿cómo no van a estar en la programación de eventos como el Jazz Plaza?

¿Qué sucedió en la celebración del Día Internacional del Jazz? Las mujeres que tocaron fueron todas norteamericanas. Estuvieron, por ejemplo, Cassandra Wilson, Regina Carter, jóvenes como Melissa Aldana y Esperanza Spalding…era la oportunidad que se tenía para mostrar a mujeres jazzistas de nuestro país. Sin embargo, no sucedió, porque no son jazzistas los que organizaron las celebraciones por la fecha, entre otras razones”.

Lamentable que no exista mayor representatividad femenina en la programación del festival…

No es lo único lamentable… ¿Sabes qué pienso? Que un festival de jazz no es una olimpiada, porque en el caso de un evento como ese se pueden tener varias sedes para que el público acuda a disfrutar el deporte que prefiera, y lo hará de manera masiva. Sin embargo, a nivel mundial, el público del jazz se ha reducido porque hay otros géneros que se han convertido en multitudinarios, por lo que no puede asumirse que tendrá una asistencia de público de manera popular.

Creo que, si queremos sensibilizar a una parte de la población en cuanto a la apreciación del jazz que, como sabemos, es de los géneros que se ha permeado de influencias disímiles de música de todas las latitudes, es mejor concentrar las actuaciones. No se puede tener 30 sedes para el evento porque entonces en una hay diez personas, en la otra cuatro, en la otra treinta… viéndolo así desde el punto de vista cuantitativo no es viable.

En cuanto al nivel cualitativo, también hay que evaluar el nivel de promoción que pueden tener algunos artistas. No quiere decir esto que un artista sea mejor que otro… los hay muy talentosos que por diferentes razones no son tan promovidos ni su obra es tan divulgada como otros quizás menos talentosos. En la promoción intervienen muchos factores, no dispuestos del todo en nuestro país.

El jazz requiere mucho tiempo de estudio. Para ser jazzista no puedes tener poco conocimiento de música… a veces se anuncian músicos en un lugar y otros en otro, y la gente conoce más un espacio que otro, y creen que el que se presente en determinada sala tiene más prestigio que aquel que está en otra plaza….

¿Cómo sucede, de manera general, en otros festivales de jazz a nivel internacional?

Llevo 23 años tocando con Jazz Tumbatá en festivales de este tipo en diferentes países, donde he alternado con personas muy famosas. Lo primero que tienen en cuenta los organizadores de esos festivales, a diferencia de los que ejercen ese rol en nuestro país, es no establecer una jerarquía por nombre artístico. Ellos van a los lugares a conocer a los músicos y verlos tocar en vivo, aún cuando se les envíen videos para aplicar. Valoran el trabajo en vivo porque el jazz no funciona con discos porque siempre se puede arreglar en un estudio aquello que no nos gusta como quedó, pero en vivo, como se vive realmente el jazz, es cuando se comprueba la calidad o no de lo que se ofrece.  Ahí es cuando se demuestra la capacidad interpretativa del músico, su virtuosismo, la afinación, sus ideas…
 

Foto: Internet

Los organizadores de los grandes festivales preparan una cartelera en la que puedes aparecer en la misma escena y el mismo espacio de aquellos mundialmente conocidos. He tocado con Marcus Miller, en Martinica, por ejemplo…toqué en Francia en el mismo piano que tocó Michel Legrand. El jazz es lo que hagas en escena y que esté bien hecho, aunque no tengas el mismo nombre de otros famosos.

En otros países las sedes son contadas para no discriminar, para asegurar un público que se quiere rescatar para el jazz. Se piensa en contrastar estilos. En Cuba se debe lograr el contraste entre los estilos y una mayor equidad en el género. El jazz no es de mujeres o de hombres, pero es un mundo musical muy duro.

Deben hacerse atractivos los programas, no siempre tienen que tocar las mismas personas cada vez, no tienen que multiplicarse tanto las sedes, no puede haber desconocimiento ni desorganización, mucho menos cuando vienen personas con tanto ranking.

Unos conciertos se promocionan más que otros, y la afluencia del público depende mucho de ello. No se divulga lo que los músicos pueden hacer, no se explica lo que puede mostrarse en la escena, pensando en ese público que no es músico pero que puede sentirse motivado, al menos, por la curiosidad, cuando se le anuncia lo que determinado intérprete puede ofrecer.

Los organizadores del evento en el país no siempre son certeros en su rol. A veces se percibe el desconocimiento de la obra de muchos de los músicos foráneos que vienen al festival.

“Por otra parte, como el jazz se apropia de todas las fuentes sonoras pueden mezclarse otros géneros en las programaciones… pero ¿de qué sirve que se organice una agrupación detrás de otra, o que un grupo de música tradicional, más que una pincelada en el programa, tenga una hora o más para tocar y los jazzistas menos?

Los jazzistas somos muy respetados, es cierto, pero no tenemos muchos espacios para presentarnos. Entonces, un festival como este no puede desaprovecharse, ni por los hombres, ni por las mujeres, ni por el público.