Tras un agua de coral

Joaquín Borges-Triana
15/1/2016

No son pocos los creadores cubanos que, al margen de su notable talento y de tener una obra artística de alta valía, son desconocidos para el público general del país. Tal es el caso de la güinera Ana María García, trovadora ya con una larga carrera y con presentaciones en escenarios de países como España, Suecia, Noruega y Colombia.

Ana María es alguien que retoma la vieja costumbre de asociarse a poetas, para que estos escriban los textos para sus canciones, práctica que fuera habitual en el contexto cubano de hace ya muchas décadas. A semejante característica, en su quehacer une la vocación por el trabajo vocal, por la que se le ha visto ser parte de agrupaciones como cuartetos y tríos.

Su más reciente producción fonográfica, de carácter independiente, el CD titulado Tras un agua de coral, resulta un disco atípico en nuestro contexto, pues es un material armado por completo a partir del principio ideoestético de la intertextualidad. En este caso, estamos en presencia de un tributo a José Martí, pero no por medio de musicalizar sus poemas como es lo más común, sino asumiendo textos suyos o fragmentos de ellos, y reescribiéndolos para traerlos al presente.

Desde el prisma musical, los géneros cubanos son los preferidos para llevar adelante esta singular propuesta. Así, incluso se echa mano a formas de hacer música perteneciente a la época en que vivió nuestro José Martí, como sucede en las piezas “Patria” (danzón), “Fiesta Ismaelillo” (habanera), “Permanencia” canto sacro y “Es Cuba Martí” (guajira). De igual modo, el pop y el beat se hacen presentes, como ocurre en los casos de “Un hombre” y “El talento”.

Otro llamativo acierto de esta producción es el trabajo de montaje de voces, todas interpretadas por la propia Ana María, que se desdobla para que determinados temas suenen a manera de coros, cuartetos, dúos…, gracias a las posibilidades que ofrece la técnica hoy en un estudio de grabación.

Con letras escritas por Felicia Hernández Lorenzo, Elizabeth Álvarez Hernández, José Luis González Almeida y Elianne Acosta, en todos los casos a partir de la intertextualidad de la obra martiana, este es un álbum que no debería ser ignorado entre nosotros por sus numerosos aciertos musicales y letrísticos, y, en general,  lo original de la propuesta, no de fácil comprensión para oídos no entrenados en los procedimientos del arte contemporáneo.