Thielemans, el rey de la armónica en el jazz

Pedro de la Hoz
25/8/2016

Por los entorchados que adornan su licencia de bautismo, Jean-Baptiste Fréderic Isidor Thielemans, cabría reducirlo a los confines de la más rancia aristocracia belga. Pero desde muy joven se desembarazó de tan farragoso patronímico, al tomar partido por el jazz y los ambientes de la bohemia, y pasó a ser conocido por un breve apelativo, Toots. Invóquese en esos predios musicales a Toots Thielemans y no faltará quien lo reconozca como el Rey de la Armónica.


Jean-Baptiste Fréderic Isidor. Foto: Internet

El lunes 22 de agosto Toots murió a los 94 años de edad, un mes después de haber sufrido una caída. Estuvo tocando su instrumento hasta 2014, cuando canceló una temporada de conciertos porque, según confesó a sus amigos, “estoy perdiendo fuerzas”. Dos años antes, en París, recibió el Premio de Honor de la Academia Charles Cros y en 2009 entró al selecto círculo de los laureados con el Jazz Master Award que otorga la National Endowment for the Arts en Estados Unidos, mérito compartido con el guitarrista George Benson y el saxofonista Lee Konitz.

Antes de la armónica, Toots se animó con la guitarra. Tenía como paradigma a su compatriota Django Reinhardt, de origen gitano. Fue en 1938 que se empató con la armónica de diez celdas. Hubo compañeros que le dijeron: “Toots, sigue con la guitarra, lo otro es un juguete”. El joven perseveró; escuchando discos de Louis Armstrong y de otros notables jazzistas norteamericanos en los días de la postguerra, llegó a definir un sonido propio, que impresionó a Benny Goodman cuando este viajó a Bélgica en 1949, experiencia que lo llevó a ser fichado por Charlie Parker en 1953 en una agrupación donde alternó nada menos que con Miles Davis y Milt Jackson, en los Estados Unidos.

A partir de entonces, Toots pasó a ser una referencia de la armónica en el jazz. ¿La fórmula? Estas son sus palabras: “Hay que aprender a decir más con menos palabras. He llegado a un punto en mi carrera en que quiero expresar las emociones más profundas con el mínimo de notas. Esta es la verdadera sabiduría”.

Esas cualidades le valieron numerosas llamadas para sesiones de grabación junto a Ella Fitzgerald y Oscar Petersen, Bill Evans y J.J. Johnson,  Stephane  Grappelli  y Shirley Horn. El disco de 1958 Man Bites Harmonica!, del sello Riverside, con una formación integrada por el pianista Kenny Drew, el baterista Art Taylor, el bajista Wilbur  Ware y el saxofonista Pepper  Adams, se convirtió en objeto de culto.

¿Otra prueba de su talento? Basta con entornar los ojos y recordar la secuencia inicial de Desayuno con diamantes (o si prefiere, Desayuno en Tiffany), estrenada en 1961 por el director Blake Edwards sobre un relato de Truman Capote. Audrey Hepburn acapara con su glamour la atención en la pantalla, mientras la banda sonora completa la imagen con la melodía de Moon River, de Henry Mancini. La armónica domina el paisaje sonoro y la interpreta Toots Thielemans.