Simplemente jazz…

Onaisys Fonticoba Gener
3/5/2017

A Till Brönner, uno de los trompetistas alemanes más renombrados de su generación, le tomó solo un instante saber cuánto de la música que ama tiene sus raíces en Cuba. Así confesó a esta revista minutos antes de comenzar, en La Habana, la celebración del Día Internacional del Jazz, el domingo pasado.

“No creo que sea una sorpresa si digo que este es un momento histórico”, afirmó. “Creo que muchos jóvenes comienzan a tocar jazz a partir de la música afrocubana porque gran parte de las melodías más famosos provienen de aquí, son fáciles de memorizar y divertidas a la hora de interpretarlas. Para nosotros es una gran oportunidad estar en Cuba y explorar todas estas posibilidades. Y, por último –pero no menos importante-, está la forma de tocar de los músicos cubanos, que es una puerta a otro mundo”.

foto del musico Till Brönner
Till Brönner. Fotos: Sonia Almaguer

Pero Brönner no fue el único que aplaudió esta iniciativa. A su opinión se sumó la de Marcus Miller, pionero moderno del bajo electrónico que ha aparecido —como artista de grabación— en más de 500 álbumes e interpretado temas junto a figuras como Frank Sinatra, Elthon John y Grover Washington.

“Cuando vienes a Cuba quedas impresionado por la calidad de sus músicos”, nos comentó en el camerino. “Y sabía que era así porque lo había oído y estaba preparado para ello. Los músicos jóvenes son muy talentosos, al igual que las bandas. De hecho, me gustaría traer a la mía para que viva esta experiencia”.

Por su lado, Ruy y Harold López-Nussa también refirieron su alegría por formar parte de las celebraciones. Padre e hijo protagonizaron, junto a otros músicos de gran relieve en el género, un concierto en Teatro Nacional de La Habana a propósito de la celebración.


Harold López-Nussa (al centro) e invitados durante el concierto en el Teatro Nacional.

Al interrogarlos sobre la existencia de una escuela cubana del jazz, ambos respondieron que, aunque “espontánea”, sí contábamos con una. A decir de Ruy, se trata más bien de una escuela callejera: “En la academia aún no nos ponemos de acuerdo en cuanto al material de estudio —afirmó—. Se comenta de hacer una cátedra de música cubana, de jazz… y creo la hemos tenido empíricamente, es decir, por transmisión oral, de conciertos… Considero que cada cual se va desarrollando según sus nutrientes, información, contactos y habilidades. Nuestra escuela se ha formado de un modo especial, muy cubano, y se ha insertado en la forma que interpretamos el género”.

Harold, por otra parte, nos explicó: “Por desgracia, en nuestras escuelas de arte no hay enseñanza del jazz, pero es ahí precisamente donde casi todos comenzamos a interesarnos por ese género y vamos aprendiendo de la misma forma: escuchando a los músicos mayores, preguntándoles… y evidentemente el nivel del jazz en Cuba es alto.

“En el caso de los pianistas, estoy muy feliz de formar parte de una generación de intérpretes muy talentosos que te hacen estar activo por su alto nivel”.

Pero ya sea con escuela instituida o no, el Día Internacional del Jazz —y la trayectoria de los músicos en Cuba— demostraron que se trata, sin duda, de un género que transciende los idiomas y las diferencias culturales; de un puente entre todo aquel que desee ser partícipe de ese lenguaje universal que elimina las fronteras y los bloqueos. Como dijo John Lennon en su famoso tema Imagine —que cerró la gran velada del domingo—, no es difícil si todos nos sumamos.