Silvio Rodríguez, la infancia en la primera canción

Rubén Darío Salazar
23/11/2016
Como jagüey y ceiba,  como la palma y la yagruma, 
cuando yo era vejigo 
yo era de monte y soñaba espuma [1]
 

Silvio Rodríguez cumple 70 años. Todos los cubanos deberíamos celebrar el cumpleaños de nuestro poeta trovador. Cada canción suya se aloja en el devocionario de la patria, en un amor perdido o encontrado, en un suceso importante o íntimo de nuestras vidas, y en el imaginario de nuestros niños y niñas.

Existe un Silvio conectado fuertemente a la infancia. En toda su obra siempre aparecen los más pequeños, ya sea en una canción donde los infantes son protagonistas o desde el mismo artista evocando su niñez: “Cuando yo era chiquito todo quedaba cerca cerquita, para llegar al cielo nomás bastaba una subidita” [2]. Así como en sus letras para los jóvenes y adultos ascienden las imágenes ora cripticas, ora transparentes, siempre estremecedoras a nivel de metáforas y de música, sus creaciones sobre los príncipes enanos poseen una secreta conexión con lo inolvidable.

Silvio Rodríguez cumpleaños
Fotos: Iván Soca

¿Quién no ha vibrado con el recuerdo nostálgico de los personajes populares de nuestra primera etapa de vida? Cada vez que escucho la canción “Papalote”: “La gente te chiflaba cuando en la tarde subías borracho; tu contestabas piedras y maldiciones a tus muchachos”, no puedo dejar de escaparme a tiempos remotos y rememorar como Silvio todo lo que ya no existe, la infancia entre tantas cosas.

Silvio Rodríguez tiene un lugar reservado en ese jardín de obras imprescindibles, que ayudan a ser mejor, a crecer con sentido de pertenencia, con un sentimiento enraizado a profundidades indescriptibles.

No hay una jornada festiva o conmemorativa con o para los niños, pensada desde los adultos que aman a este pedazo de tierra, donde no se oiga por los altavoces los pasajes mágicos de esa obra de arte que es “El reparador de sueños”. Otra vez hay un enanito colado en el cofre musical de Silvio, un pequeño ser “…con sus herramientas de aflojar los odios y apretar amores.”

Escribir para los infantes es un disparo luminoso a la sensibilidad, para que esta despierte y desande en sus corazones para toda la vida. Silvio Rodríguez tiene un lugar reservado en ese jardín de obras imprescindibles, que ayudan a ser mejor, a crecer con sentido de pertenencia, con un sentimiento enraizado a profundidades indescriptibles. 

Imagino la emoción de Silvio en el hermano pueblo de Angola, por los años 70, conviviendo con los niños de aquella tierra y oyéndolos cantar, para luego escribir la breve pieza “Pioneros”.

Fue como regresar a un lugar
donde guardo raíces y luceros.
Fue como si mi niña cantara
y, más, me abrazara
en aquella canción.

No puedo dejar de emocionarme. Es una canción que casi ya no canta en sus conciertos, pero si lo volviera a hacer, provocaría en todos la misma sensación de entonces. Las gestas tienen un pacto con lo eterno, poseen una extraña ilación con la leyenda y la fábula, mucho más si son niños los protagonistas.

Entre mis canciones preferidas de Silvio, donde los pequeños son también inspiración y motivo, están “Fábula de los tres hermanos” y “La primera mentira”. Pertenecen a la banda sonora que, antes de comenzar los espectáculos de Teatro de Las Estaciones, hago sonar para el público familiar a la espera. Son cuentos musicales, aventuras con rostro de antiguos romances —contados por abuelos, padres o el propio Silvio, cual tío de todos los niños y niñas cubanas—, que hablan de descubrir,  fundar, equivocarse, errar, bosques encantados, sapos cantores, princesas convertidas en dragones, viajes al cielo en un frijol, fuentes abandonadas, aguas de oro y miel, mentirosos utópicos…


 

Hermosos regalos para los chicos han sido la puesta en escena Y sin embargo, de la Compañía Infantil de teatro La Colmenita, ambientada por completo con letra y música de Silvio Rodríguez, y no precisamente con las concebidas en especial para ellos, como sí han sido la Balada de Elpidio Valdés, tema principal de los filmes y cortos de Juan Padrón, o  sus composiciones para Meñique, el primer largometraje cubano en 3D. Ambos héroes aparecen a través de las visiones literarias y sonoras de Silvio, de manera criolla y simpática. Elpidio no “cree en nadie, ni en esto ni en lo otro, ni en lo de más allá.” Y Meñique aparece como amigo del monte y de todas sus criaturas.
Buscar y hallar esos enlaces líricos con la chiquillería que engrandece la vida con aires de futuro, será una tarea pendiente para algún musicólogo o filólogo.

Buscar y hallar esos enlaces líricos con la chiquillería que engrandece la vida con aires de futuro, será una tarea pendiente para algún musicólogo o filólogo. De seguro hallará muchas más relaciones que yo, que lo hago ahora a vuela pluma, bajo el batido de palmas que anuncian felicidades por el onomástico redondo. Recomiendo a quien se aventure en ese campo florido y misterioso no olvidar esa pequeña prenda que es “Blancanieves”, una canción de los años 80 que narra el primer amor infantil. 

No tengo mucho más que decir, la copio tal cual, como si el que debiera ser regalado ahora se adelantara, como siempre ha hecho, y nos regalara a nosotros por los próximos cumpleaños.

 

Blancanieves

(A la Fundación del Nuevo Cine y a la Escuela Latinoamericana de Cine de San Antonio de los Baños)
 

Mi alma creció silenciosa y normal
hasta cuando cumplí cinco años.
Crecía yo en mi pueblo natal,
anhelando lo nuevo y lo extraño.

Fue entonces cuando hubo domingo
para una matinée infantil.
Era marzo, era abril era el color
y era una luz del asombro
ilustrando el amor… el amor.

Soy de provincia y por eso tal vez
el seguro de mi alma es tan leve.
Confieso que bien pasados los diez,
volví al cine tras mi Blancanieves.

Aún me estremece inmaculada
frente a la infamia y el horror.
Fue mi primer amor y fue también
la única excusa para una alma ilusa
que mientras vivió, dio a Blancanieves
su leve, su primer canción.

 

Notas:
1. Fragmentos de la canción “Cuando yo era un enano, de 1987, dedicada a Mario Benedetti.
2. Ibídem.