Siete maestros hablan

La Jiribilla
12/7/2017

Roberto Viña (Dramaturgo, profesor de la Universidad de las Artes, ISA)

La manera en que se ha ido produciendo las ediciones de Traspasos Escénicos ha hecho posible que este sea un evento acaparador de diferentes disciplinas y maneras de ver el teatro no solo cubano, sino tambien extranjero. En esa medida ha servido de plataforma para que muchos proyectos emerjan y se consoliden. Más que un laboratorio es, ahora mismo, un gran taller donde se expanden diversas búsquedas sobre estados de creatividad para dejar remarcada la intención de los teatristas por seguir involucrados en el medio y por encontrar nuevas fórmulas comunicativas y nuevos modos de refrendar que el teatro sigue siendo el Oficio y la principal obsesión.


Jacuzzi. Foto: Abel Carmenate

En el laboratorio Almacén de la dramaturgia busqué lo mismo que en el aula cuando me presento como profesor. Busqué colegas, gente cómplice e invividuos que no paran de buscar herremientas o recursos que puedan viabilizar mejor su obra creativa; esa viabilización puede ser tan sencilla como la escritura de una escena o la particularización de la idea de una obra; es un germen o algo parecido, que está y que hay que ir nutriendo para que dé frutos. Constantemente hay que proponerse metas y en ese sentido es como me conviertí en profesor y tallerista en esta experiencia. Es interesante estar siempre en ambos lados y la naturaleza que tuvo el taller de dramaturgia lo permitió.

La composición del taller fue variada. Hubo cubanos y extranjeros, personas que se dedican al teatro y otros que no. Fue interesante compartir saberes con personas que no se dedican a teatro, pero que buscan en la dramaturgia nuevas herramientas para escribir. Se implementó una escritura que a veces ni siquiera llegó al papel, sino que se movió sobre el pensamiento y la idealización de nuevos proyectos que no dejan de tener una composición en sí mismos; eso nos interesó más que el hecho de escribir una escena, un parlamento o un monólogo.

 

Maikel Rodríguez (Dramaturgo, profesor de la Universidad de las Artes, ISA)

Traspasos siempre ha sido necesario en el ISA para la confluencia e investigación del arte escénico. No estoy seguro de que otras facultades tengan un evento en tal nivel. Siempre digo que es un epicentro creativo porque, en tanto isla, no podemos vivir desligados de lo que ocurre en la escena de otros puntos del mundo. Trasciende porque, a pesar de existir redes sociales y otras plataformas de intercambio, se mueve en pos de intercambiar desde el calor humano, donde uno escucha la respiración en tiempo real de la persona que está al lado, la cual de pronto intercambia sus teorías, experiencias y modos de ver el arte.

En el laboratorio Almacén de la dramaturgia busqué actualizarme, en medio de una amplia gama de saberes, a la vez que compartí los propios. En la medida en que uno entra en contacto con modos de hacer alejados de un contexto diario, se abren nuevas perspectivas para lo que se puede lograr en el futuro. Más allá del acercamiento profesional estuvo el acercamiento humano, en el cual se conoció individuos con ganas de dejar su huella en el mundo, y eso fue más interesante aún para quienes creamos personajes para la escena.

La experiencia de compartir pedagógicamente con Roberto Viña en este Traspasos fue gratificante. Nunca habíamos trabajado como un equipo que produce un mismo taller de creación dramatúrgica. Ambos formamos parte de un departamento que funciona muy bien, incluso coincidimos en varias actividades metodológicas, pero no habíamos compartido la docencia en una misma aula. Traspasos nos dió la oportunidad de funcionar como guías de un taller, lo cual resultó un poco difícil al principio, porque en términos de creación y de pensamiento pedagógico son dos maneras diferentes de ver el teatro y de entender un texto dramático; sin embargo, a mí esto me permitió ver la escena desde nuevas ópticas.


Convivencia con Carlos Celdrán. Foto: René Suarez Ramirez y Osmara Alberteris Cañizares

Alexis Díaz de Villegas (Actor, Director de Teatro Impulso)

Desde un inicio el Traspasos me pareció interesante en términos de convivencia, porque de alguna manera abriríamos las puertas de esa intimidad en la que trabajamos para que la gente entrara y explorara lo que estamos haciendo y en lo que está enfrascado el grupo desde hace varios meses. No quisimos que los “talleristas” fueran simples observadores, sino que nos pareció necesaria su participación en el proceso para el cual entrenamos. Fue un intercambio muy rico e intenso, que nos servirá para desarrollar mejor el trabajo.

Un evento como este, que intenta reunir a varios maestros con diferentes tendencias y modos de ver el hecho teatral, siempre abre el espectro creativo de aquellos que se involucren de una forma u otra a pensar el teatro en colectividad. La retroalimentación entre alumnos y profesionales fue profunda, lo cual funcionó como una especie de teatro-escuela y no como una escuela de teatro, en la cual normalmente se forma un actor.

 

Carlos Celdrán (Director de Argos Teatro)

Lo primero que me interesó de este evento es que se me habló de convivencias y que los “talleristas” convivieran con lo que esencialmente puede ser teatral. Traté de que el taller tuviera muchos ángulos y perspectivas no sólo desde la visión actoral, sino desde una visión completa, para directores, actores, posibles teóricos y, en general, para el teatrista; para que se pudieran llevar cómo es que funcionamos nosotros, que vieran cómo es un cuerpo o una maquinaria que produce una poética y una visión del teatro de cara a la sociedad, de cara al público.

En el taller quise presentar ante los “talleristas” todo lo que encontramos construyendo un espacio: metodologías, cronologías y puntos de giros en todos los años de Argos Teatro. Comenzamos por un ejercicio de actuación, de improvización, que en algún momento fue muy importante para mí como director. A modo de conversación hicimos un recorrido por las etapas decisivas en la evolución del grupo, de esas visiones del teatro que hemos tenido y que en algún momento fue importante en ese encuentro y desencuentro con poéticas y técnicas. Trabajamos una escena particular de la obra Chamaco, en la que desmenuzamos ese texto con los actores y fue uno de los ejercicios más interesantes del taller, en el que pude transmitir, con cierta certeza, cómo se trabaja en particular, cómo se dirije en particular a un actor y cómo es que rápidamente podemos obtener herramientas para llevarlo a ciertos puntos. Hicimos un calentamiento grupal, para explorar cómo trabaja un actor desde la forma, el espacio, el ritmo… Hicimos ejercicios de improvización de otras escuelas, todas relacionadas a crear asociaciones, a conectarse, a crear una realidad, a no empujar, a no quedar solos y a construir un imaginario junto al otro. Se demostró cómo es que realizamos en el grupo un trabajo de mesa y sobre todos los análisis profundos de las dialécticas que ocurren en las escenas.

El taller de este Traspasos fue una oportunidad, una experiencia y una muestra diversa. Yo quería pasar ser tallerista en la convivencia de La Isla Secreta, que trabaja una poética interesante, pero eso será para una próxima oportunidad.


Convivencia con Rubén Darío Salazar. Foto: René Suarez Ramirez y Osmara Alberteris Cañizares

Rubén Darío Salazar (Director de Teatro de La Estaciones)

Este Traspasos estuvo dedicado a las convivencias y justamente de eso se trató el taller que impartí, que se movió en el arte del teatro de figuras. Lo interesante fue la unión entre el  Guiñol de Holguín, el Teatro de los Elementos, el Teatro Cimarrón, el Teatro Nacional del Guiñol y los estudiantes del ISA. Para mí ese tránsito fue de gran valor porque fue mucho lo que recibí. Compartimos todo lo que creemos del teatro de figuras en Cuba, todo lo que no funciona, lo que le falta, las oportunidades, qué hay que provocar, qué es lo que hay que romper y lo que hay que quitar. Sería una gran mentira si dijera que lo aprendimos todo en cuatro días, pero por lo menos minimizamos la inquietud, el riesgo y la incomodidad con la que a veces abordamos el teatro de objetos, algo de lo que hoy no se sabe casi nada, siempre desde la actuación, la dramaturgia, el diseño, la dirección y otros tantos saberes afines.

A partir de ahora son ellos, los “talleristas”, los que comenzarán a traspasar nuevos límites y, ver ese cambio en los conocimientos adquiridos fue para mí la ganancia mayor en este evento.

 

Lola Amores (Actriz/ Directora de La Isla Secreta)

El haber compartido con personas de diferentes edades y de diferentes maneras de ver el teatro en este Traspasos es una experiencia que siempre agradeceré. Tanto ellos como nosotros aprendimos a mirarnos desde la humildad y dede la sencillez. En el taller hablamos de la necesidad de despojarnos de toda técnica y de todo saber preestablecido en las escuelas, para comenzar a experimentar nuevos sentidos en el teatro. En pocos días creamos una conexión muy especial. La Isla Secreta abrió las puertas y dejó ver su intimidad para que los “talleristas” conocieran más de cerca su espacio y sus técnicas de entrenamiento, para que vieran sus equipos técnicos y la esencia creativa de quienes trabajamos desde el esfuerzo y desde las ganas de hacer un arte comprometido, siempre desde esa humildad.

 

Eberto García Abreu (Teatrólogo, profesor de la Universidad de las Artes, ISA. Artífice del Laboratorio Internacional de Verano Traspasos Escénicos)

Me interesa hablar no tanto de un taller y sí de un impulso. Un impulso hacia el conocimiento y hacia el cruce entre tanta gente de lugares diferentes que ha llegado y, por supuesto, eso en cuatro días no se puede lograr de manera óptima. No me gusta hablar de talleres y talleristas porque siento que esos términos no siempre resuelven, por eso hay que pensar nuevas alternativas en voz de todos, con nosotros y por nosotros. Este proyecto de Traspasos Escénicos se inició hace seis años con una performance o una especie de saludo por el actor Alexis Díaz de Villegas a la casa de Vicente Revuelta, que fue maestro de alguna manera de casi todos los que hacemos teatro en Cuba y siempre nos enseñó a imponernos.

Otro tema importante es el cruce entre colegas, sin importar la edad creativa, las poéticas, las metodologías o las técnicas; importa la entrega, el compromiso profesional y el sentido del oficio. Es imposible no chocar con toda la información que aquí se cruzó, información que dejó el maestro Jorge Dubatti a disposición de todos y la que dejaron los maestros de los grupos de convivencias, eso trajo como concecuencia que hubiera contradicciones y diversos puntos de vistas desde debates intensos. Este Traspasos nos permitió decir que sí aportamos nuevas alternativas y nuevas posibilidades a nuestro trabajo. Por eso siempre se hace necesario agradecer a todos los artistas que nos pidieron estar desde diferentes latitudes, esto demuestra que sí hay ganas de organizar nuestra mirada de un modo diferente, para que lo que hacemos empiece a tener otras conexiones.