Si esto es una tragedia yo soy una bicicleta (fragmentos)

Legna Rodríguez Iglesias
27/1/2017

Escena 1

EN EL ODIO ESTÁN LOS ODIOS

 

Tres meses, dijo el Doctor. Mientras lo decía miró su escritorio. Repasó la montaña de historias clínicas, la ponchadora, el pisapapeles, el cenicero. Las fotos de su familia bajo el cristal. En esas cosas se apoyaba cada vez que decía tres meses. Frase corta y directa. Áspera. Y solo en ese momento amaba su profesión. Un tipo de oficio especializado en el sufrimiento. Ningún ser humano es feliz. Tres meses. Doce semanas. Noventa días. ¿Ni más ni menos? Ni más ni menos, dijo el Doctor, mirando su escritorio, todavía. Frente a él, dos mujeres le seguían la mirada, preguntándose a sí mismas quiénes eran esas personas ahí, bajo el cristal. Cuatro niños, mujeres de formas y edades diferentes, una bikini, varios hombres uno en silla de ruedas, otro con un diploma en la mano. Ese soy yo, dijo el Doctor, y por primera vez las miró a los ojos.

 

CICLISTA INDEPENDIENTE

Hazme el favor de virarte de espalda y rebobinarte.

Y decirme qué debo hacer cuando termine esta historia.

No leas esta historia.

Quédate de espalda, por favor.

Sigue rebobinando cada cosa que digas y límpiate la boca.
¿Qué debo hacer con la boca cuando la boca se canse de decir hasta luego?

Aquí no estamos riéndonos.

Ni besándonos las rodillas.

Ni entrando a la tienda como el lunes para comprarle un regalo a tu padre.

Qué debo hacer con tu padre.

Escribí esta historia porque odio la bicicleta que te lleva de paseo el domingo.

Odio el domingo por eso quemé la ropa que traía puesta el domingo.

Incineré la ropa y esparcí sus cenizas alrededor de la bicicleta.

La náusea es como el minuto donde estamos separándonos.

 

NOVIA DE LA CICLISTA

Querías comprarle a mi padre un regalo que no tuviera fin.

Pero le compraste una taza de té llena de flores y guijarros secos.

Y en el borde tu saliva seca.

La huella de tus labios.

Y mi padre estuvo tan contento como un perro en el mar.

Mi padre quería complacerme con regalos.

Pero me compró un libro de pequeñas historias.

Historias insignificantes.

Y en el borde su saliva seca.

La huella de sus labios.

Ese libro había sido escrito por ti.

Yo quería comprarle a tu persona un regalo inolvidable.

Que casi nos juntara.

Por eso compré este rollo de precinta.

Por eso cuando salí del avión silbé para que alguien nos envolviera.

 

CICLISTA INDEPENDIENTE

Que se vaya

de mí

lo de siempre.

Para que te embarres y después lo huelas,

y nada te sea más placentero como los ganglios que tengo en la nuca.

Que duelen un poco pero tal vez sanan.

Y el mundo ríe entre nosotros que somos los astros.

Y el mundo se arrepiente del olvido.

Por eso nos besamos el pus y las rodillas.

Nos besamos la ropa aunque no tenemos ropa.

Cogemos catarro por el aire.

Cogemos neumonía.

Mi roncha te gusta mucho.

 

NOVIA DE LA CICLISTA

Cuando nos separamos hicimos un chasquido.

Ayer comimos arroz con vegetales.

Después nos separamos.

Hicimos un chasquido que resonó entre los huesos y nos dio artrosis.

Nos encontramos en el hospital, qué suerte.

Nos besamos para espantar al ángel de la separación.

Y los espantamos.

Y se nos quebraron las rodillas.

Y nos enyesaron.

Durante siete semanas estuve defecando maíz.

Zanahoria, maíz y colores verdes.

En vez de masa fecal estuve defecando al arcoíris.

Nunca había defecado tantos juntos.

Colores de felicidad.

También dormimos en una cama prestada.

Durante siete semanas olí a buenas intenciones.

Un olor sui géneris.

 

CICLISTA INDEPENDIENTE

Es mi deseo tocarte las cejas.

Oler parecido a sábanas floridas.

Después nos separamos.

Pero fueron siete meses y luego otro día muy rojo.

Como la mismísima vitanova.

Lo cierto es que nunca nos separamos.

Nos separamos en grado superlativo.

El pus ató la verdad que faltaba por venir.

Pero nunca nos produjo náusea.

Fue, sencillamente, para que yo dijera hasta luego.

Y pariera un hijo informe que antaño gestaste para ti.

Aun después de parir al hijo.

Y necesitara zambullirme pronto.

Bajo el puente con el hijo sin parirlo.

Zambullirme bajo el puente.

 

NOVIA DE LA CICLISTA

Removía con la cuchara el helado.

Y se ponía seria tu cara.

Una interminable saliva de maíz.

Hasta que el bosque se ponía del color de mis ojos.

Porque era como si yo te mirara.

Y dijera una palabra incomprensible.

Una cosa parecida al calambre.

Me das tanto calambre.

El bosque no tenía color.

Removías el helado sin cesar para que la copa hiciera borbotones.

Y decías que la náusea es como estar acalambrado.

Como estar de espalda al mundo.

Entonces eché mi calambre en tu copa.

 

CICLISTA INDEPENDIENTE

Conozco la gratitud desde el día en que nací.

Tú me dices adiós pero no con la mano.

Me dices adiós contigo.

La forma en que nos miramos aturde.

Bicicleta va a llorar.

Bicicleta va a rodar.

Bicicleta va a chocar.

Seré un bulto tirado lleno de aturdimiento.

Meto la moneda en la ropa que te cubre.

Me convierto en la moneda.

Y tú te conviertes en un tragamonedas.

Tendré que llenar de lluvia la copa.

Hacer equilibrio con la copa en el hombro.

Hacer equilibrio sin red.

Sin zapatillas doradas.

La red está llena de vísceras.

Después

cubres

mi cabeza

con la red.

 

NOVIA DE LA CICLISTA

¿Te duele?

 

CICLISTA INDEPENDIENTE

Le doy casi la vuelta a la ciudad.

Tú eres la ciudad.

Grito porque quiero que vengas a mirarme.

Te enseño una parte de mí que hasta yo desconocía.

Una parte a flor de piel más tenebrosa que la ciudad.

Yo soy la ciudad.

Yo soy como ese minuto donde caminas por la ciudad.

Todo es tenebroso pero no torcido.

Caminas un poco y gimes.

Alguna vez estuviste aquí.

Deambulaste y te moriste de risa y te levantaste.

Con un traje de buzo te levantaste.

Quieres nadar entre la tiniebla.

Conocer los espacios interiores.

Me cierro la piel.

Oigo el desespero.

Con un zíper de aluminio la piel está cerrada.

Sin saberlo y sin cerrarlo fuiste tú quien cerró el zíper.

 

NOVIA DE LA CICLISTA

No había zíper pero ahora hay zíper.

Y ya no puedo salir.

 

ENFERMERA

Permiso.

Dime tu nombre.

Y tu apellido.

Y tú, dime tu nombre.

Espera.

Y tu apellido.

Gracias.

 

CICLISTA INDEPENDIENTE

Ven acá para que me limpies la boca.

Sécame el agua.

Tengo tanta agua que podría meterme en un pomo.

Y enfriarme y ponerme delante de ti para que sacies tu sed.

Mi boca está tan sucia como tu lepra.

Si se me cae en pedazos la boca cómo nos besaríamos.

Hemos caminado todo el pueblo buscando una casa para dormir.

Y hemos cogido lepra en los hombros.

Un perro nos acompañó.

La vida es una gran caminata donde estamos riéndonos y besándonos la lepra.

Sécame el agua y ríete de mí.

Por detrás.

Límpiame la boca por detrás.

Tengo tantas bocas que podría comerme tu boca.

 

NOVIA DE LA CICLISTA

Déjame limpiarte.