Sentir el jazz en el aire

Karla Castillo Morét
18/12/2017

Janio Abreu llegó como un torbellino al teatro y con su efusividad nos saludó a todos. Habíamos hablado al mediodía y, junto a una invitación para quedarme al concierto, me pidió que dejáramos la entrevista para las siete de la noche. Allí estuve sentada, en la puerta de servicio junto algunos trabajadores que me habían adoptado ya como uno de ellos.

Su corbata voló por los cielos o algo parecido, porque mucho la buscó y no la encontró, una preocupación más para su lista. Lo miraba ir de aquí para allá, dando las órdenes finales, así pasaron varios minutos, pero la espera fue buena porque me acompañaban las caricias que le hacía al piano durante el ensayo, Alejandro Falcón, uno de los invitados al concierto.
 

Foto: YouTube
 

Al fin, Janio Abreu volvió y me dijo que ya podíamos conversar. Atravesamos el escenario, buscando algún lugar con un poco de silencio, cosa que pareció imposible.

—¿Le digo a Ale que pare un momento? —me preguntó.

—No, mejor vamos para allí— le dije señalando el apartado que hay cerca de la entrada del teatro, donde nos acomodamos para hablar.

—¿Estás nervioso? — le pregunté al fijarme en cómo estaba pendiente de todo.

—No, no, que va, lo que pasa es que son muchos y muy seguidos los contratiempos y eso hace que uno se ponga un poco tenso antes de empezar. Contábamos con ciertas cosas del sonido que al final no son las que tenemos y entonces ahora, de repente, hay que inventar un poco.

Como si lo hubiésemos planeado cambiamos al momento, al “modo entrevista”, el concentrado en las respuestas que daría y yo en las preguntas, así comenzamos.

¿Cómo surge Janio Abreu y Aire de concierto?

Nosotros venimos juntos desde la universidad, al principio éramos tres instrumentistas a viento que salimos de las escuelas de arte, y empezamos pensar en colectivo lo de tener un grupo que sonara bien y entonces, en el ISA, fue donde decidimos armar el grupo y presentarnos en el JoJazz, el Festival de Jóvenes Jazzistas y allí obtuvimos mención como agrupación.

Después de un tiempo en que obtuvimos un poco de madurez musical, nos presentamos en el 2009 y logramos el premio en la categoría de pequeño formato. Éramos un formato completamente inusual a lo que se habituaba escuchar aquí: dos instrumentistas de viento que tocábamos clarinetes y saxofones, un guitarrista que tocaba bajo eléctrico, y el baterista, así estuvimos tratando de hacer combinaciones y arreglos interesantes, que a la gente le sonaran bien. Con el paso de los años cambio eso, muchos fundadores ya no están conmigo sino en otros países y entonces tuve la posibilidad de buscar nuevas sonoridades y explotar más lo que soy como instrumentista de viento.

¿Por qué incluir el clarinete como instrumento en el formato del grupo?

El clarinete es un instrumento que en la época del swing y las big bands, sobre todo en New Orleans, donde nace el jazz, fue muy utilizado y de mucha popularidad, y se dieron intérpretes de alta técnica interpretativa. En Cuba, llegó el momento que al competir con trompetas y saxofones en la música que tenemos aquí, con nuestras orquestas de salsa y los sextetos de son, fue quedando en el olvido, solo visto en la sinfónica, agrupaciones de pequeños formatos, hasta que Compay Segundo lo incorpora de nuevo en su agrupación. Además, siempre me guie por Benny Goodman y Paquito López Rivera, que fueron paradigmas de como transmitir a través de este instrumento.

En la actualidad se ve mucho la fusión con la música electrónica para llegar al público más joven ¿por qué quedarse en géneros como la contradanza, el changüí…?

Realmente, la música cubana para mi es la mejor en el mundo. Tiene una variedad sonora que no poseen muchos países, además de una diversidad de géneros que van desde más bailables a menos bailables. Es una riqueza rítmica que siento que debo explotarla, yo no he tenido la oportunidad de hacer todos los changüíes que quiero, todos los mambos que quiero, los Cha Cha Chás… Entonces, primero, quiero llegar a conocer bien mi música, sus raíces, explotarla al máximo. Quedarme dentro de la mía, porque al final cuando uno sale al exterior, y he tenido la posibilidad de salir no solo con el grupo sino individualmente, por colaboraciones que he hecho, lo que quieren es ver eso, quién eres tú, y nosotros somos son, contradanza, danzón, mambo, changüí… creo que los jóvenes lo que deben hacer también es eso, buscar en sus raíces y su historia.

¿Cómo ha sido el trabajo de Janio Abreu y Aire de concierto a nivel internacional?

Hemos estado en varios festivales, le que permite al grupo tener mayor connotación, pero también estuvimos un tiempo prolongado, casi cuatro años, viajando con una compañía alemana como base de un espectáculo y eso realmente nos alejó del mundo del jazz, porque era en función de ese espectáculo en específico, yo estaba como director musical.

Nos alejó un poco de lo que éramos, intente que al regresar a Cuba retomáramos la carrera con Aire de concierto, pero resultó un poco incómodo y no todo sucedía a la velocidad que uno quería, además al momentoteníamos que volver a irnos. Ahora estamos aquí de nuevo, y creo que, por largo tiempo, porque lo que quiero es potenciar la carrera con el grupo y la mía como instrumentista.

¿Alguna colaboración importante?

Estuve un año de intercambio estudiantil en Chicago y tuve la oportunidad de conocer mucho, compartí con grandes de la música como Branford Marsalis, que ha sido 14 veces ganador del Grammy y quien viene en enero del próximo año, al Festival Jazz Plaza a compartir escenario conmigo en un concierto especial que vamos a hacer el día 17 de ese mes.

Son muchas cosas que han ido fluyendo, también estuvimos con Mike Corta, pianista de Arturo Sandoval y Paquito Rivera, y mi profesor durante el intercambio en Florida International University. Realmente, creo que el camino de Aire de concierto, y de Janio, como figura principal de la agrupación es algo que vamos a ir desarrollando en esta segunda etapa.

¿Qué piensas de los jóvenes jazzistas cubanos? ¿Y sobre el consumo del jazz en el país?

Creo que el movimiento de jóvenes jazzistas es fortísimo en Cuba, y el nivel de los músicos es muy bueno, además casi todos estamos trabajando sobre la música cubana y también tenemos lo que sucede con las influencias de la electrónica.

Lo que pasa con el jazz en Cuba es que como somos un país bailable y donde casi todo lo que se promueve es música de ese tipo y con voz, no música instrumental, pues se nos cierran un poco los espacios para interpretar y a veces todo el presupuesto que lleva un montaje en escenario, es difícil hacerlo con un grupo de jazz y que llene una sala como esta, por ejemplo.

Se trata de buscar los espacios y de encontrar el público adecuado y hacerlo todo acorde, es decir, las entradas aquí son a 20 pesos, yo pensaba que eran a diez, ya eso hace que sea más difícil de escuchar el jazz, no es reguetón o timba, que la gente lo escucha donde quiera. Lo vi un poco inquieto, mirando hacia el escenario y me di cuenta que faltaban solo unos minutos para que entrara el público, ya debíamos terminar.

¿Qué nos traen en el concierto de hoy y cuáles son los proyectos que tienen en la mira?

El concierto de hoy es un resumen de diez años de trabajo y tendremos invitados de primer nivel, amigos nuestros que nos brindan su talento, y vamos a disfrutarlo ya cuando vayamos olvidando todo lo sucedido con las luces y el sonido.

Para más adelante, buscamos consolidar nuestra carrera aquí y que surjan nuevos discos. Además, el concierto que tenemos en enero con el maestro Marsalis es algo que tengo entre ceja y ceja porque es algo muy importante, el viene específicamente a tocar conmigo en el Jazz Plaza, es lo principal ahora mismo.

Nos despedimos, y me senté a esperar el inicio del concierto, que sucedió unos minutos después. El teatro Mella abrazó la brisa melódica que brindó al público, ese 13 de diciembre, el grupo de jazz Janio Abreu y Aire de concierto, junto con sus invitados, a las 8:30 de la noche. Competir por atención con el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, no es fácil para un género musical que no llega al gusto de toda la población, pero la sala no quedó vacía, y fuimos muchos los que pasamos esa hora y media de magia hipnotizados por la buena música que respirábamos.