Selección de poesía

Yonnier Torres Rodríguez
4/8/2016

Un remo bajo el agua

Me parece que siempre seré feliz allí donde no estoy

Baudelaire

I

Los que van a morir parecen alfileres de cabezas plateadas flotan entre las olas le roban destellos al agua sobre la infinita superficie del mar.

Los que van a morir toman bocanadas de un aire caliente que les raspa la garganta Intentan permanecer a flote Hay quien pretende nadar hacia la orilla quien acude a sus fuerzas ocultas a los recuerdos que te podrían salvar en un momento de peligro esos recuerdos por los que valdría la pena mantenerse vivo.

Pero los que van a morir no son otra cosa que alfileres plateados.

No resisten el empuje de las olas.

II

Mueren los héroes de mi infancia En la prensa no se habla de otra cosa.

Mi madre desempolva su mejor saya de luto empuña la tijera me coloca en el brazo izquierdo una banda negra y me voy a la escuela con la tristeza dormida en el esternón.

Mi padre enciende la radio alguien dice que todos lloran Una mujer se ha desplomado en medio de la Plaza mientras hacía filas para colocar un lirio sobre la caja cerrada Un hombre se golpea el pecho mira hacia arriba allá donde las tiñosas hacen círculos donde preludian el aguacero.

Mi hermana ha perdido el apetito echa a un lado el plato pregunta: ¿ahora qué será de nosotros? se cuelga de la ventana de la calle desierta la ciudad dormida

Cierro los ojos aprieto fuerte pero de mis párpados no brota una sola lágrima.

III

Los nuevos héroes solo nos dejan salir muy tarde en la noche cuando todos duermen.

Apostados en la orilla escuchamos el sonido del mar Padre nuestro que estás en los cielos las olas se rompen contra el diente de perro santificado sea tu nombre el ruido del motor se apaga la lancha se acerca…hágase tu voluntad.

Mis amigos reman.

Sin prismáticos miro al mar y no alcanzo a ver la delgada línea del horizonte.

IV

En las mañanas de domingo hago el amor mientras en la casa de al lado una niña llora porque su madre le ha vuelto a pegar habla el presidente por la radio y sobre el muro los hijos de este reino esperan una señal para lanzarse.

En las tardes de domingo recuerdo a mis amigos muertos cierro los ojos solo veo un remo bajo el agua solo creo en la serenidad de los peces solo le temo al despertar de la tristeza al empuje de las olas.

Salón de espejos

I

Mis amigas no saben qué hacer a dónde huir solo poseen la certeza de la fuga: una cesta de mimbre donde guardan los recuerdos de las noches diluidas entre rezos lamentos estrategias para ahuyentar al fracaso.

II

Mis amigas sonríen tras sus dientes perfectamente blancos puedo ver los vestigios de la tristeza como manchas luminosas en la noche o dibujos de la luna en el asfalto.

III

Mis amigas hacen café en la madrugada Vierten azúcar miel anís canela trozos de chocolate Con el último sorbo me convierto en lago Ellas se desnudan antes de entrar pero el agua está demasiado fría la noche demasiado oscura y las sombras lentas pesadas se desplazan con parsimonia como los elefantes cuando están a punto de morir.

IV

Mis amigas tienen ganas de morirse cual si fueran elefantes peces pájaros dragones de fuego pero poseen siete vidas y solo se han muerto cinco veces Confían en que la sexta será la definitiva Construyen una lista de deseos: lanzarse desde un puente con los pies atados hartarse de alcohol dormir bajo un bosque de secuoyas rodar sobre una planicie inmensa masturbarse con un vibrador plateado de talla media y baterías recargables atravesar la frontera sin coyote sin miedo.

V

Mis amigas han sido pájaros peces dragones de fuego Aun así no logran escapar de esta Isla.
Solo les queda ser elefantes recorrer la sabana esperar a la muerte y su santa clemencia.

 

Agujeros

I

¿Ya no escribes poesía? pregunta mi madre Tardo en responder Cómo decir: mis pájaros cantores han muerto del bosque solo queda un camino de migajas las ronchas redondas de las cuales me enorgullecía han desaparecido Cómo decir: ya no creo en los dictados en esas palabras que un ángel me soplaba y yo transcribía sobre la tierra la madera esas palabras que se diluyen como el agua en el agua Cómo decir: mi arca de los siete años está vacía no queda el llanto los tropiezos la desdicha Miro el camino a través de un cristal empañado veo el pasado con un lente cubierto de polvo.

II

¿Ya no escribes poesía? pregunta mi padre Tardo en responder Cómo decir: me he quedado sin fuerzas Los desiertos cálidos suelen tragarse los recuerdos vomitar un rectángulo transparente donde cabe la alegría de veinte años donde reposa la felicidad Cómo decir: la espera es una pértiga para saltar No importa si tomo impulso si me echo a correr nunca llegaré a ese puntal alto desde el cual pueda ver la otra orilla.

FICHA
Yonnier Torres Rodríguez (Placetas, 1981). Sociólogo, Poeta y Narrador. Egresado del Centro Nacional de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”. Ha obtenido numerosos premios. Entre sus últimos títulos publicados se encuentran los libros de cuentos El juego perfecto (Sed de belleza, 2013), Puntos de luz (Áncoras, 2015), y las novelas Clavar los ojos al cielo (Editorial Mecenas, 2012) y Cerrar los puños (Editorial Gente Nueva, 2015). Es miembro de la AHS y de la UNEAC. Cuentos y poemas suyos aparecen publicados en revistas, antologías y selecciones de España, Colombia, Argentina, Bolivia, Alemania y Cuba.