Rubén Marín: Podemos llevar reflexión a las comunidades

Raúl Medina Orama
4/10/2017

En el principio del rap cubano, en el pelotón pionero, estuvo Primera Base, y subido a la proa del añejo grupo se mantiene aún Rubén Marín. Ahora añadió a sus responsabilidades de creador musical una tarea que ni Hércules querría entre sus famosas 12 pruebas: capitanear la Agencia Cubana del Rap (ACR). La institución arriba a su 15 aniversario intentando recuperar —acaso fundar— un liderazgo en el alicaído movimiento del hip hop nacional.

Conversamos recientemente, durante los días finales del XIII Simposio Internacional y la Jornada de Hip Hop 2017, eventos organizados en agosto por la ACR y la Asociación Hermanos Saíz (AHS).

Rubén caminaba por toda La Madriguera, sede de la AHS en La Habana, incitando a los trasnochados rappers para que asistieran a los debates, talleres y conferencias sobre la historia del género y su análisis musical. Él está convencido de que sin estudiar varias disciplinas no pueden sobrevivir en los contextos actuales.

Tiene en su aval el Gran premio del primer Festival de Alamar (1995), el primer disco de rap cubano (Igual que tú, 1998) y con ese fonograma iniciaron el camino del hip hop criollo en el Cubadisco. Rodolfo Rensoli, promotor junto a Balesy Rivero de aquellas extintas festividades del hip hop que alebrestaron el este de La Habana en los años 90, se suma a la fe que algunos de los presentes en el simposio le tienen a Rubén Marín: “Fue la primera persona que nos planteó a conciencia la cuestión de la negritud con su tema sobre Malcom X”, dijo el gurú del Grupo Uno.

Luego, sentado en el patio de La Madriguera, el emcee devenido funcionario recordó:

“La cuestión racial ha sido algo perpetuo, pegado a la sociedad cubana, aunque sea de forma sumergida. En los años 90, cuando empezó nuestro rap, el patrón que teníamos era el de Puerto Rico, por sus letras en español, y de Estados Unidos lo atractivo era su ritmo. La necesidad de liberación afrodescendiente en la comunidad negra norteamericana nos influyó”.

Pronto los elementos del hip hop —movimiento cultural surgido en barrios pobres de Nueva York, durante la década de los 70— se aplatanaron, y con el tiempo se hizo necesaria una empresa que ayudara a la profesionalización del entonces pujante movimiento.

¿Con cuál propósito surge la Agencia?

Dar a conocer a quienes hacen música como parte de esta cultura y representarlos ante el Instituto Cubano de la Música (ICM) y el Ministerio de Cultura. Ambas entidades nos apoyan.

No obstante, hay cierta falta de credibilidad por errores de nosotros, los raperos. Podemos ser artísticamente mejores, preocuparnos por estudiar más. También hay actitudes que no debemos proyectar en los medios de comunicación, malos usos del lenguaje. Aunque pienses que eres el más underground del mundo, hay códigos de la calle que no funcionan para todos los públicos. Por eso no confían en nosotros.

¿Crees que el hip hop es excluido en las productoras discográficas?

Ni Bis Music ni la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (Egrem) asumen proyectos de rap. Tendría que suceder un milagro, como que exista una demanda internacional alta y a ellos les pueda interesar el disco por lo atractivo para el mercado.

Colibrí es una disquera del ICM con la que sí trabajamos. Terminamos recientemente la colección Asere III —dos CD compilatorios y un DVD— producido con el sello Asere Producciones, perteneciente a la Agencia. Por falta de recursos no hemos podido realizar más volúmenes. Las casas discográficas cubanas deberían colaborar más y acercarse a nosotros en busca de productos.

También ha de influir en esto el carácter cuestionador del rap, difícil de entender para algunos políticos e instituciones…

El rap viene de las calles, y el reflejo de estas lo incluye todo. Nosotros navegamos con eso. Sin embargo, hay diferentes vertientes del rap. Si solo hacemos uno contestatario, y todo el mundo empieza a hablar de lo mismo, en la misma tonalidad, en la misma frecuencia de historias, no avanza el hip hop. Tiene que haber distintas modalidades para que un género fluya.

Hubo contradicciones entre exponentes del género y direcciones anteriores de la Agencia. ¿Cómo te has propuesto recuperar la confianza en la institución?

La ACR no funcionaba. Se conocía muy poco sobre el hip hop, que no podemos verlo solo como un producto comercial, sino como un espacio para la acción social. Primero había contados grupos en el catálogo. Luego se amplió, pero se incluyeron muchos de reguetón. Hoy tenemos 33, de ellos 17 son de rap y el resto de fusión. Eso me lo encontré cuando asumí la dirección y tengo que respetar a estas personas.

Ahora estamos abogando por el desarrollo de todo el movimiento de hip hop cubano, no solo por el de la entidad. Quiero aunar a raperos que han hecho un buen trabajo, algunos incluso durante años, y no son representados por nuestra institución.

Tenemos la ventaja de contar con una buena sede en la calle Zanja, entre Gervasio y Escobar (Centro Habana). Es una sala pequeña, pero todo cubano o extranjero que quiera conocer de nuestro hip hop puede ir allí y, además, encontrará presentaciones e información sobre ritmos relacionados con la historia del género, como el blues, el soul, el rhythm and blues, el jazz”.

¿Qué distingue al rap de la Isla?

Tenemos una personalidad diferente que se nota en la proyección en el escenario y las maneras de dirigirte a los públicos. También en los textos, metafóricos y de fuerte contenido social, en los cuales usamos palabras típicas. Eso te hace distinto a pesar de que desarrolles un género en el que no vas a inventar nada, porque todo está muy bien establecido. Por eso el rap cubano se ha insertado de forma espectacular en eventos de Latinoamérica y otras regiones. Sin embargo, no se ha popularizado tanto por el deficiente acceso a los medios de comunicación y porque no hemos desarrollado estrategias para difundir y proteger las obras. Ahora que estamos abriéndonos a Internet podemos empezar a socializar nuestras creaciones por el mundo.

¿Todavía se puede hablar de un movimiento de hip hop nacional?

Se puede, pero no está consciente de sí mismo. A veces no comprendemos el poder que tenemos para llevar el arte a las comunidades. El rap no solo se graba, hay que socializarlo en las comunidades.

¿Qué pueden aportar a la sociedad cubana?

Mucho. A veces no comprendemos el poder que tenemos en nuestras manos para llevar reflexión y bienestar a las comunidades. Sin herir a nadie en específico hay que recordarle a la gente que nuestra sociedad está perdiendo valores que siempre caracterizaron a los cubanos. Tenemos que ayudar a rescatarlos. ¿Quién va a decirle eso a los jóvenes, sino el hip hop? Pero si queremos que nuestras letras lleguen a distintos públicos tenemos que corregir muchas cosas.