Rompimientos, crisis, impertinencia: dinamitar la escena
19/10/2016
En el teatro Abracadabra, el más alejado de las salas dentro del circuito de programación del Festival Nacional de Teatro Camagüey 2016, se presentó durante dos días Family Trash. Coreografía de la ausencia, de Osikán Plataforma Escénica Experimental. La pieza dirigida por José Ramón Hernández, con trabajo dramatúrgico del propio director en conjunto con la teatróloga Yohayna Hernández, forma parte de Trilogía de la ausencia, un tríptico que comenzó sin saberlo con Aleja a tus hijos del alcohol en 2014, en el sótano de la sede del Guiñol Nacional de Cuba.
Al año siguiente se estrena Family Trash, ubicada dentro de la cartelera del Festival en el segmento Derivas espectaculares, al igual que en la pasada edición sucediera con Aleja a tus hijos del alcohol, un karaoke escénico, en el apartado Escenas emergentes.
La tercera parte de este trío la completará BaqueStritBois (BsB), cuando tenga su premiere el próximo 21 de octubre a las 9:00 p.m. en la sala de El Ciervo Encantado para invitados, y luego para el público los días 22 y 23 a las 8:30 p.m.
José R. Hernández en Así quiero. La familia como teatro.
Proyecto LI-PEES. Foto: Abel Carmenate
Si Aleja… fue un golpe seco y a quemarropa en el hígado, Family… no lo es menos por apuntar directamente a las relaciones filiales, por tensar esa cuerda dolorosa que entraña horadar en el recuerdo de nuestra infancia, en la memoria afectiva de las marcas paternas, las lecciones y lesiones de la educación materna, los rezagos homofóbicos, racistas, machistas…
Family… utiliza recursos testimoniales de los propios actores apelando a la herramienta del biodrama y archivos documentales (fotos de familia, fragmentos de película, audios) y expertos de vida [1]. Se inspira libremente en el poema de Jean-Luc Lagarce “Yo estaba en casa y esperaba que llegara la lluvia”.
Pactamos la cita con Osikán o José Hernández para que nos relatara las vivencias sobre el proceso que lo llevó hasta Family Trash. El diálogo derivó inevitablemente hacia la experimentación escénica, la teatralidad contemporánea, los dispositivos que operan en la escena, la documentación testimonial, los espacios.
¿Cómo surge Osikán Plataforma Escénica Experimental?
Osikán Plataforma Escénica Experimental es la continuación de varios procesos anteriores medulares en mi vida, en mi formación como director, en el ejercicio escénico cotidiano.
Siento que esa es la mejor escuela que puede tener un director: la práctica constante de tomar la escena como tribuna, como puente de comunicación, un sitio donde puedes combinar lenguajes en función de un objetivo.
Uno de los primeros proyectos que me permitió esa praxis fue el grupo Teatro Histrión desde 2004 hasta 2012. Lo fundamos en Santiago de Cuba en el patio de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de esa provincia. Fue muy interesante y me permitió hacer muchos espectáculos, entre los más reconocidos están El paraíso no existe, versión de Vida o Muerte, de Pier Paolo Pasolini; Decir adiós, de Yunior García; y Moira, radiografía de una mujer, a partir de Ignacio&María, de Nara Mansur.
Foto tomada de Internet
En 2012 me mudo a La Habana y en ese mismo año gano la Beca de creación Milanés de la AHS por el texto de Rogelio Orizondo, Aleja a tus hijos del alcohol, un karaoke escénico. Al amparo de Teatro El público fundo el proyecto ATHA (siglas de Aleja a tus hijos del alcohol). Con ellos montamos la obra que tuvo éxito en ese momento, una cobertura en la prensa y crítica favorable. La pre-estrenamos en 2013 y al año siguiente la presentaron en el Festival Nacional de Teatro en Camagüey. En esa edición arrasó en cuanto a público, porque es una obra concebida en un espacio pequeño para 40 personas, y en Camagüey tuvimos que ingeniárnoslas para acomodar en la Sala Espacio Interior (sede del grupo homónimo) entre 150 y 200 asistentes.
Con Aleja…, el proyecto ATHA nos permitió independizarnos y formamos Osikán, que significa el corazón de la tierra, el corazón de Elegguá, y es mi nombre de santo. Más que hacer un grupo convencional, con una estructura fija como ha sido tradicionalmente, me interesaba una estructura abierta donde pudieran intervenir todo el tiempo actores, creadores y otros directores. Es una plataforma de producción escénica, de pensamiento.
Luego de ATHA nos piden armar un proyecto oficial que pudiera colocarse dentro del catálogo de las Artes Escénicas y decidimos llamarlo Osikán, precisamente con estas líneas de investigación, que no fuera un equipo rígido ni con actores fijos. Está Yohayna Hernández como asesora teatral, Marta María Ramírez como asesora de género y comunicación; intervienen varios diseñadores, entre ellos, Roberto Ramos Mori y Annelis Noriega; músicos como Oscar Sánchez. Dependiendo del proceso participan unos u otros.
Ahora mismo tenemos actores fijos porque son los intérpretes de Family… y de BaqueStritBois (BsB), pero puede que mañana trabajemos con no actores y solo expertos de vida, eso es algo que me está interesando mucho.
Tenemos líneas concretas de investigación, por ejemplo, el trabajo del actor en el teatro contemporáneo; cómo intervenir con dispositivos desde lo sensible en la escena; cómo replantearnos esa relación que puede establecerse entre público y actores; cómo partir desde un proceso o empezarlo rompiendo con cánones que pueden ser: crear la obra tomando el texto o la historia como punto de inicio. Nos preguntamos qué es la teatralidad, cómo activarla y dinamitar ese concepto, regenerarlo en una acción, en un dispositivo concreto.
Tomada de Internet
La plataforma no está diseñada en sí para generar obras. De hecho, organizamos un evento que se llama Zona Cero y tuvo su primera edición en 2015 en Santiago de Cuba con buena acogida. Casualmente, lo que llevamos a Zona Cero es la misma curaduría artística que se presentó en las Derivas Espectaculares del Festival.
Foto Family
¿Desde el inicio pensaste hacer una trilogía?
No, surgió después de Aleja… Cuando concluimos el proceso nos quedó mucho por decir. Lo que más disfruto del teatro es el proceso de investigación, es lo más rico para mí. Cuando terminamos nos quedó mucho material por curar que guardamos en el archivo para recomenzar el siguiente proceso. Tampoco queríamos hacer una segunda parte, sino otra obra que pudiera dialogar con la temática familiar y cerrara ese ciclo.
A mí me gusta un texto de Jean Luc-Lagarce, que habla sobre una madre y hermanas que están en su casa esperando el regreso del hermano que partió sin despedirse y regresa después de mucho tiempo. Ellas empiezan a revisar objetos de la casa y eso me llamó la atención, más que la propia obra.
Con el equipo de trabajo que tenía en ese entonces comenzamos a revisar los elementos de nuestros hogares y a realizar una investigación personal para hacer una radiografía de las familias cubanas. Buscar objetos sentimentales, métodos de aprendizaje, características, a qué tipo de familia pertenecían los actores. Tuvimos entrevistas con psicólogos, sociólogos, sexólogos; fuimos al centro de orientación para la familia, hubo varios especialistas involucrados. Expusimos el tema de la familia de cada uno de nosotros: la homofobia, la ausencia del padre, el desafecto, hieratismo, trabajamos esos temas como problemáticas. Desde allí entablamos la dramaturgia que comienza con la presentación de las fotos y objetos de familia, con la descripción escénica de cómo era esta, el aprendizaje más violento, el recuerdo y el sueño familiar. Esos son los elementos que componen la estructura escénica de Family Trash.
Family Trash, de Osikán Plataforma Escénica Experimental,
dirigido por José R. Hernández. Foto: Sonia Almaguer
Supongamos que cambia el elenco, ¿tendrías que variar las historias, dado que cada relato es el testimonio real de vida de los actores? ¿Cuánto afecta o beneficia ese hecho a la estructura? ¿Te obliga a reiniciar el proceso, o adaptas al nuevo actor a la historia ya concebida?
Siempre las entradas y las salidas movilizan. Preferiría tener un tiempo de paz con el elenco porque los cambios afectarían un poco, en este caso, por la sinceridad y las condiciones de los materiales. Lo que pasó con Family Trash fue algo raro porque por primera vez no partimos de un texto (dramático). Nosotros nos lo planteamos al inicio como una obra abierta. Si un actor sale y entra otro habría que construir la historia personal con el relato auténtico del que acaba de entrar.
La obra también tiene una dramaturgia cerrada, y no es necesario revisar la obra completa, sino el trabajo individual: dónde entraría el actor, cuáles son los temas, las fotos, los objetos, sueños relacionados con su conflicto familiar. Claro, no es igual cuando llevas un año trabajando con el mismo equipo, te sinceras y abres para exponer tu intimidad, a diferencia de alguien que acaba de llegar y tiene que exponerse.
En Family Trash sube a la escena una familia: madre, padre y niño, con un nivel de comportamiento diferente, poco casi ningún nivel de tecnicismo para entrar a la escena. Hay un comportamiento desde lo real que a nivel de composición empieza a convivir con la obra, es una actitud que no está dramatizada y es interesante lo que le aporta. Encontrar ese límite entre lo real y la ficción es una de las obsesiones de Osikán, buscar la crisis entre uno y otro, situar en la escena un espacio de cruce ficción/realidad.