Revolución cubana, un año más en la defensa de la humanidad

Carlos Alberto Almeida
29/12/2020
 

Es siempre difícil escribir objetivamente sobre el significado universal de la Revolución cubana, sobre todo cuando se la respeta, reconoce y valoran sus logros. Un artículo es apenas una oportunidad de elegir entre tantas páginas nobles y también el riesgo de olvidar otras, pensando hacer justicia con esta revolución.

Se puede hablar de la Revolución cubana a partir de hechos concretos y mal difundidos, deliberadamente sesgados o distorsionados, para que no se revele que, en última instancia, la humanidad tiene una deuda para con esta Revolución.

“Acá en Brasil, la presencia de los médicos cubanos, por medio del Programa Más Médicos, ya era por sí sola un argumento para estimular que la sociedad brasileña, incluso los segmentos más politizados, pudieran reflexionar y comprender lo que es de hecho una Revolución”. Fotos: Internet
 

Hechos: en 2009 estaba yo en la comitiva del presidente Lula que fue a Timor Leste, cuando, en nombre del Comité Brasileño de Solidaridad con Timor, donamos e instalamos una radio comunitaria para aquel pueblo, con 300 CDs de música popular, con sambas de Martinho da Vila, Beth Carvalho y Zeca Pagodinho, entre tantos otros. La idea era alimentar la solidaridad Brasil-Timor por medio del periodismo y la radio, en idioma portugués.

Allá nos encontramos con una brigada médica cubana de 600 profesionales y fue el propio presidente Xanana Gusmão quien nos contó que sufrió presiones del embajador de EUA en Timor, para que no aceptara la solidaridad médica cubana. Fue cuando Xanana preguntó al gringo: “¿Cuantos médicos de EUA hay en Timor?”; para su sorpresa, el gringo respondió: “Tenemos apenas uno, trabaja en la embajada”,  y Xanana, con su sabiduría oriental, le contestó: “Entonces debes concordar que los médicos cubanos son para atender al pueblo timorense, lo que EUA no está dispuesto a proporcionar, ¿no?”. Los médicos cubanos se quedaron, del otro lado del mundo, llevando no solamente medicina, también solidaridad y ejemplo, que es lo que hace que Cuba estimule un salto en la consciencia de los pueblos que, de manera directa o indirecta, toman contacto con los frutos de la revolución, como las brigadas médicas. Nosotros, en aquella ocasión, llevamos una radio; Lula fue testigo de su donación, y trajimos presencia cubana del otro lado del mundo.

Acá en Brasil, la presencia de los médicos cubanos, por medio del Programa Más Médicos, ya era por sí sola un argumento para estimular que la sociedad brasileña, incluso los segmentos más politizados, pudieran reflexionar y comprender lo que es de hecho una Revolución. De los 14 mil médicos cubanos, más de la mitad eran mujeres, en su mayoría negras, como también entre los médicos varones. Como Brasil, Cuba también sufrió la tragedia de la esclavitud. Sin embargo, acá tuvimos un gran desarrollo capitalista, de empresas estatales y de derechos sociales en la era Vargas; pero con toda la riqueza que se ha acumulado, la industria que se levantó concentra una riqueza enorme en pocas manos. Con un PIB de los mayores del mundo, Brasil casi no tiene médicos negros.

Recién con Lula se facilitó el ingreso de negros a la universidad. Pero todavía hay analfabetos. Y los médicos cubanos trabajaron integrados al pueblo brasileño, de tal manera que en una inundación muy destructiva, que ocurrió en la provincia de Espírito Santo, la televisión registró a doctores cubanos, en medio de las aguas sucias, cargando enfermos, colchones y neveras, para que ellos pudieran estar a salvo del peligro. Siempre hay los que no quieren entender que en este gesto hay una revolución, una consciencia, una ideología de servir al género humano, que es la finalidad de los que lucharan y lucharán por la transformación socialista de la humanidad. Doctores en medio de la nada, llevando toda la dignidad de una revolución, que desde el inicio, cuando gran parte de los médicos cubanos abandonaron su país y su pueblo, temiendo perder los privilegios sociales, aun así fue formada la primera Brigada Médica para prestar ayuda a la Revolución Argelina que recién ocurría. Es un principio que tiene que ser conocido por toda la humanidad: repartimos lo que tenemos, no lo que nos sobra. Esto es un lema de la Revolución cubana, que la diferencia, que la hace aún más respetada. ¿Cuántos médicos Estados Unidos ha distribuido por el mundo para ayudar a las poblaciones pobres? ¿Cuántos el llamado socialismo escandinavo distribuyó por el mundo? ¿Quién exactamente practica la defensa de los derechos humanos?

“El episodio de solidaridad de Cuba con Angola, cuando esta fue criminalmente invadida por el asesino ejército de Sudáfrica, es de esas páginas que la historia de la humanidad va a guardar para siempre como prueba de solidaridad verdadera…”.
 

Acá en Brasil los médicos cubanos fueron maltratados por los medios, por las corporaciones médicas; pero jamás dejaron de tratar al pueblo, en regiones donde los médicos brasileños se rehusaban a trabajar, y recibieron, por esta entrega, el respecto, el cariño y todo el reconocimiento del pueblo brasileño, lo que se reflejó en las encuestas de Fiocruz, indicando que el apoyo al Programa Más Médicos era superior al 93%. Ahora, con la pandemia, aumentó la tasa de mortalidad, porque las poblaciones pobres perdieron, con la ausencia de los médicos cubanos, la atención preventiva tan necesaria, que mantenía una serie de enfermedades bajo control y que con su partida se agravaron. O sea, la Revolución cubana había bajado la tasa de mortalidad en Brasil.

El episodio de solidaridad de Cuba con Angola, cuando esta fue criminalmente invadida por el asesino ejército de Sudáfrica, es de esas páginas que la historia de la humanidad va a guardar para siempre como prueba de solidaridad verdadera, de compromiso real y concreto con los tan mal tratados derechos humanos, y la lucha contra el racismo. Para Brasil es un tema que nunca se termina de discutir. Primero porque en aquellos años, el presidente Ernesto Geisel reconoció al gobierno de Agostinho Neto, provocando furia en Washington. Henry Kissinger vino rápidamente a Brasil para presionar a Geisel, pero lo encontró irreductible. Cuando Kissinger dijo que Brasil estaba haciendo el juego a los comunistas apoyando al gobierno del MPLA y a Cuba, Geisel simplemente le contestó: “Nuestra política exterior no está en la agenda de esta reunión”. Con profundos lazos históricos y culturales con Angola, además de la lengua, Brasil tenía todo el potencial para haber ofrecido a la nación africana un puente solidario sobre el Atlántico. Artistas e intelectuales bien lo intentaron. Martinho da Vila, Chico Buarque de Hollanda, Beth Carvalho y Clara Nunes cruzaron el Atlántico varias veces para eso. Y con el apoyo del gobierno de Geisel a Agostinho, incluida la presencia de Cuba allá, se abrió la oportunidad en la sociedad civil de organizar los sindicatos, las universidades, y sobre todo, el movimiento negro brasileño, una acción solidaria efectiva que no ocurrió. Entonces la solidaridad vino de Cuba, de la Revolución cubana, del gobierno, las fuerzas armadas, el partido, los sindicatos, las universidades, el pueblo como un todo. En Cuba no se habla portugués, pero se habla la lengua de la solidaridad internacionalista, de ser solidario con cualquier pueblo que se levanta contra la opresión, en cualquier lugar del planeta, como consta en la propia Constitución cubana.

En este episodio histórico también se reveló otra de las tantas cualidades que brotan del cantero fértil de la Revolución cubana: un gran conocimiento e inteligencia política y una rebeldía contra el formalismo político mecanicista. Más o menos por esta época el Comandante de la Revolución, Fidel Castro, analizando la naturaleza de las dictaduras en América Latina apuntaba que, “mientras la dictadura militar de Argentina es oligárquica, desindustrializante y privatizante, la dictadura en Brasil es nacionalista, estatizante e industrializante”. Hubo mucha dificultad en Brasil, en los círculos intelectuales, incluso en la izquierda, para comprender lo que Fidel constataba con argucia, porque en realidad, en materia económica, los gobiernos militares en Brasil mantuvieron parte de la política estatizante que venía desde la época de Vargas, de la cual Ernesto Geisel fue uno de sus líderes. Además, Fidel captó en esencia las razones que llevaron a Geisel a practicar una política exterior tercermundista, reanudando relaciones con la República Popular China, Rumania y Bulgaria, ampliando relaciones con la URSS, apoyando a Iraq, Libia, Siria y Mozambique, orientando que empresas brasileñas estatales y privadas participasen de la construcción de infraestructuras importantísimas en todo Medio Oriente, en desafío a los EUA, con quien rompiera el Tratado de Cooperación Militar.

Esa inteligencia política que Fidel expresaba era una conquista de la Revolución cubana, que quebró varios parámetros, a veces tabús, en las propias izquierdas. Como ejemplo se puede citar que Fidel mantuvo relaciones profundas y de cooperación con todos los presidentes del nacionalismo revolucionario en América Latina: Perón, Goulart, Alvarado, Torres, Torrijos, Cárdenas; al tiempo que los partidos comunistas de estos países expresaron una gran incomprensión acerca de las transformaciones por ellos implementadas. Los comunistas en Argentina llegaron al colmo de participar del golpe que depuso a Perón en 1955, así como del golpe que llevó a Getúlio Vargas al suicidio en 1954, en Brasil, también apoyado por el PCB. Al contrario, Fidel tenía relaciones constructivas con estos movimientos nacionalistas revolucionarios, lo que pavimentó el camino para la más profunda relación con el Comandante Hugo Chávez, comprendiendo su gigantismo revolucionario desde el inicio, cuando muchos sectores de la izquierda le torcían la nariz al bolivariano. Para algunos eso era apenas pragmatismo; pero, centralmente, era la consciencia de actuar como bien público de la historia, conquistada y construida por la Revolución cubana. Con Vargas, Fidel no pudo encontrarse. Pero se conmovió mucho cuando leyó, en prisión, la Carta Testamento de Vargas, cuando decía “salgo de la vida para entrar en la Historia”.

 “…Fidel tenía relaciones constructivas con estos movimientos nacionalistas revolucionarios, lo que pavimentó el camino para la más profunda relación con el Comandante Hugo Chávez, comprendiendo su gigantismo revolucionario desde el inicio…”.
 

Después de la victoria en la batalla de Cuito Cuanavale, cuando cubanos y angolanos derrotaron y expulsaron de Angola y de Namibia al Ejército de Sudáfrica, hubo una prueba donde la Revolución cubana demostró, una vez más, toda la fuerza y profundidad de la consciencia revolucionaria de un pueblo. Siendo el único país en el mundo que se alzó en armas para derrotar al régimen del Apartheid, los cubanos actuaron en Angola en nombre de la humanidad, para que en Sudáfrica fuera vencido el racismo, que era muchísimo más agresivo y asesino de lo que es hoy. Pero los movimientos negros, en varios países, ignoran el gigantesco esfuerzo cubano y toman como referencia la lucha racial que existe en EUA como si fuera un modelo. En Estados Unidos, en los barrios más populares, Harlem y Brooklyn, hay muchos jóvenes de familias negras y pobres que solamente pueden estudiar medicina en Cuba, y gratuitamente. “Jamás podría haber estudiado medicina en EUA”, me dijo una joven negra que se había formado como médica por la Escuela Latinoamericana de Medicina de Cuba. Ella decía que sus hermanos estaban muertos o prisioneros debido al narcotráfico, como es el destino que se reserva a la mayoría de los jóvenes en esos barrios más pobres. Cuba no ofrece becas para hacer robo de cerebros, como lo hacen las universidades en EUA e Inglaterra, imponiendo pérdidas de talentos a las naciones nativas de los pueblos del sur.

Volviendo a Angola, fue cuando se supo de la amenaza de Israel, que planteó al gobierno asesino de Sudáfrica lanzar una bomba atómica sobre la tropas cubanas, porque imaginaban podrían llegar hasta el territorio sudafricano. Momentos dramáticos. Y como ya había ocurrido antes, en la Crisis de los Misiles, en octubre de 1962, una vez más la consciencia construida por la Revolución cubana actuó en nombre del género humano, de toda la humanidad. Cuba presentó el riesgo real a las tropas que estaban en Angola, consultando si querían seguir o recular. No hubo marcha atrás. A la altura del gigantismo de las masas de Stalingrado, que actuaron en defensa del género humano. Como los comuneros de la Comuna de París, que cercados por 71 días, comiendo ratas y bebiendo su propia orina, defendieron el género humano, aunque no pudieron triunfar entonces. Lo mismo se puede decir de las masas paraguayas, que emprendieron una Revolución industrializante y democrática, con reforma agraria, eliminación del analfabetismo, y al final, fueron aplastadas por tropas de Brasil, Uruguay y Argentina, que actuaban en nombre del imperialismo británico y su tiranía financiera; solamente quedaron las mujeres y los niños para luchar junto a Solano López contra los agresores. Paraguay resistió a un bloqueo por más de 60 años, y fue bombardeado hasta por la Marina de EUA; pero se industrializó, no tenía deuda externa, no tenía bancos extranjeros, montaba su propio camino de desarrollo, y esto era insoportable para el imperio británico, que hizo de la guerra una manera de imponer el subdesarrollo y, también, la deuda externa sobre Brasil.

La frase de Nelson Mandela, “debemos a Cuba el fin del Apartheid”, debería ser motivo para inspirar muchas canciones, poesías, películas y teatro, porque es la comprobación de que, por medio de la Revolución cubana, la humanidad logra superar los problemas que la historia le plantea, como argumentaba Marx. El internacionalismo es una ideología necesaria a la vida, tal como la humanidad merece y necesita una Novena Sinfonía de Beethoven, de que recién conmemoramos 250 años de natalicio. Así como la retoma de Palmira en Siria, antes en manos de terroristas imperialistas, mereció un concierto de la Orquesta del Ejército Rojo, tocando Beethoven; también se puede decir que vivir, defender, apoyar y hacer progresar la Revolución cubana es una permanente oda de Beethoven a la humanidad, ejecutada todos los días como una música que reivindica el derecho del género humano a un futuro sin ningún tipo de opresión o embrutecimiento.

“Con su honradez, dignidad e internacionalismo libertario desprendido, la Revolución cubana va completando un año más, derrotando todos los planes que la querían destruida, sofocada, aplastada”.
 

Esta consciencia irradiada por la Revolución cubana, los mensajes que envía al presente y al futuro por medio de vacunas, como la Soberana, de medicamentos especiales, de brigadas médicas, de maestros, de alfabetizadores que alcanzan y benefician hasta las tribus indígenas en Nueva Zelanda, son mensajes de defensa de la vida misma, de la civilización, de la hermosa tarea de construir, con Cuba, un lugar donde se comparta lo que es necesario para vivir, que se respeten los derechos de las naciones que quieren un mundo sin desigualdades, sin miseria, sin acumulación demencial de riquezas, sin guerras que se hacen para rapiñar y oprimir. Con su honradez, dignidad e internacionalismo libertario desprendido, la Revolución cubana va completando un año más, derrotando todos los planes que la querían destruida, sofocada, aplastada. Y al lado de las naciones que tienen el coraje y la misión de edificar un mundo justo, sin presiones imperiales y colonialistas —Rusia, China, Vietnam, Irán, Venezuela, Nicaragua, Siria, Corea del Norte—, Cuba cumple un año más de Revolución comunicando al mundo su “derecho de vivir en paz”, como canta Jara, y compartiendo su luminosidad de justicia en un mundo con tantas sombras, pero que necesita no solo respirar, como Floyd; sino también, con la claridad de esta Isla, iluminar el camino de la humanidad para asegurar un futuro justo y solidario.

 

Carlos Alberto (Beto) Almeida, Brasil

 

Periodista, analista de política internacional y experto en geopolítica. Presidente de la televisora Ciudad Libre, de Brasilia. Cofundador de TeleSur y presentador del programa Latitud Brasil. Miembro fundador de la Red en Defensa de la Humanidad.