Presencia perenne de las hermanas Giral a 60 años de su asesinato

Onelia Chaveco
27/6/2018

La casa donde nacieron las hermanas Giral Andreu no tiene nada de particular dentro del entramado de viviendas que conforman la calle Cisneros en la ciudad de Cienfuegos, pero está ligada a la triste historia de esas muchachas víctimas de un horrendo crimen en junio de 1958.


 El Museo de la Clandestinidad Hermanas Giralt constituye uno de los pocos espacios en Cuba
que procura el acercamiento a la impronta de la lucha clandestina
durante la gesta revolucionaria. Foto: Modesto Gutiérrez
 

Con elementos de corte neoclásico, la vivienda tiene un solo piso en forma de L, como tantas construcciones domésticas cienfuegueras, y es de ladrillo y tejas. Pero en su interior hay algo que atrapa a quienes visitan el inmueble convertido en el Museo de la Clandestinidad de la provincia de Cienfuegos.

Ver la habitación de las hermanas, sus camas personales desde donde tantas veces cuchichearon sus cuitas y ahogaron risas para no despertar a los padres, o simplemente el espejo donde sus rostros hermosos y alegres recibieron retoques coquetos, es como sentir la presencia de Cristina y Lourdes.

Cristina Alicia y María de Lourdes fueron las dos más pequeñas de los cinco hermanos nacidos del matrimonio de José Ramón Giral y Alicia Andreu.

Cristina era la mayor de las dos, nació en abril de 1930, y estudió en el Colegio del Apostolado,  en donde moldeó su carácter, pues allí llegó a ser dirigente de la juventud católica. También cursó estudios de mecanografía y taquigrafía, así como recibió título de Maestra Hogarista.

Por su parte María de Lourdes —la conocían en el barrio como Maruca— nació en julio de 1936 y estudió en la escuela Elisa Bowman en Cienfuegos, más tarde se hizo mecanógrafa, taquígrafa y se graduó en la especialidad de Comercio y Secretariado.

Quienes las conocieron, como el periodista Manuel Varela Pérez, sostienen que eran muy unidas, a pesar de poseer caracteres muy diferentes. Cristina, de  personalidad más fuerte y reservada, amante de decorar la casa, cocinar y bordar, y Lourdes, alegre y jaranera, con aficiones como la pintura y la fotografía.

A principios de la década del 50 del pasado siglo Lourdes se traslada con el hermano a la Habana y comienzan a trabajar en las Oficinas de la Concretera Nacional. A finales de esos años propicia el traslado de su hermana Cristina hacia la capital para laborar con ella en la propia entidad.

Durante esos años hay vínculos de las jóvenes con el Movimiento de Resistencia Cívica, a la par el hogar en la capital se convierte en sede de reuniones clandestinas y apoyan con la recogida de medicamentos, ropas y dinero.

El día 15 de junio de 1958, las hermanas Cristina y Lourdes vinieron a Cienfuegos a pasarla en familia, y sobre todo porque era el Día de los Padres. Antes de partir fueron a visitar a algunas casas de la cuadra para despedirse de vecinos allegados. Varela Pérez afirma que una de esas personas visitadas fue su mamá, Dolores Pérez, con estrechos lazos de amistad con la familia Giral Andreu.

De ahí el impacto entre los cienfuegueros, cuando horas después se conocía la noticia que las jóvenes habían sido acribilladas a balazos en su propio hogar de La Habana, por los esbirros de la dictadura de Fulgencio Batista. La conmoción fue total.

Aseguraron los vecinos habaneros que los cuerpos ensangrentados de las muchachas fueron arrastrados escaleras abajo, los envolvieron en cubrecamas y transportaron hasta la estación policial, donde el hermano fue a identificarlas al día siguiente.

En la vivienda de Cienfuegos, donde nacieron las Hermanas Giral, abrieron el  Museo de la Clandestinidad el 16 de noviembre de 1984. Allí atesoran documentos, armas e historia del movimiento clandestino en el país. El inmueble fue declarado Monumento Local el 31 de diciembre de 1991, por su valor histórico.

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