Post-it 5: calidad no es cantidad

Maikel José Rodríguez Calviño
20/9/2018

Hasta el próximo 26 de octubre la capitalina Galería Galiano pone a disposición de artistas, críticos y amantes de las artes visuales la más reciente entrega de Post-it. Desde su creación en 2013, este evento, que arriba ya a su quinta edición, se ha encargado de aglutinar lo mejor del arte producido en Cuba por jóvenes menores de 35 años, incentivando la creación emergente, ofreciendo espacios de exhibición para las obras y apoyando los procesos artísticos mediante soporte material y reconocimientos conferidos a los ganadores.


Fotos: Maité Fernández

 

El jurado de selección y premiación de Post-it 5 está encabezado por Lesbia Vent Dumois, presidenta de la Sección de Artes Plásticas de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Además incluye a los artistas visuales Octavio Irving y José Ángel Vincech; la crítico de arte Nahela Hechevarría, y las galeristas Miriam P. Casanellas, Elisa M. López y Sandra García Herrera. De 119 proyectos presentados, fueron seleccionados 25, lo cual constituye, en mi opinión, uno de los principales logros de la actual entrega.

Cantidad no es sinónimo de calidad: he aquí una máxima que los gestores de Post-it 5 conocen y defendieron con inteligencia. Una rigurosa elección de obras representa, ante todo, el método ideal para prestigiar y legitimar no solo al propio evento, sino también las carreras de los jóvenes escogidos. El mero hecho de ser incluido en una edición de Post-it debe representar, para cualquier artista en ciernes, un premio, y eso solo se logra si los jurados convocados al efecto ejecutan un riguroso trabajo curatorial.   

Una vez más, la pintura se ratifica como la protagonista, seguida por la escultura, la fotografía, la instalación, el dibujo y el grabado. En el campo de lo pictórico destacan las piezas 30 de junio de 1962, de Leonardo Luis Roque; Contenidos, de Yasiel Álvarez, y El arrase, de Yohandris Suárez. Técnicamente impecables se evidencian los dibujos sobre lienzo Nudo en la garganta, de Daniel Díaz, y Remade, de Jorge Dáger. Con la xilografía El poder del horizonte, Marcel Molina corrobora el lugar que ocupa dentro de lo mejor del grabado cubano más actual, mientras que las fotografías Gemelos I y II, de Osmara Alberteris, seducen por su temática inclusiva e impacto visual.

Sin embargo, veo en la instalación y la escultura las zonas de mayor densidad lírica y conceptual de la muestra. Demasiada primavera, de Yoxie Vázquez, y el libro de artista Uví, de Flavia Fuentes, llaman la atención por la deliciosa ejecución y carga poética, algo similar a lo que ocurre con la instalación Memoria descriptiva, de Alberto A. Rodríguez; en mi opinión, una de las grandes candidatas a premios.


Obra Uví, de Flavia Fuentes

 

Actualmente se habla, incluso, de una generación Post-it, integrada por varios artistas —cuentan entre ellos Adislén Reyes, Alex Hernández, Adrián Fernández y Lisandra Ramírez, por solo nombrar algunos— que, en primer lugar, se dieron a conocer y resultaron ganadores en las anteriores ediciones del evento, y que, en segundo, han visto potenciadas sus trayectorias gracias a las exposiciones personales derivadas de dichos reconocimientos, lo cual basta para evidenciar la pertinencia de un encuentro que debemos apoyar y salvaguardar, por cuanto nos permite detectar poéticas sugerentes y creadores interesantes desde fechas muy tempranas. El crecimiento de un artista es algo que debemos seguir bien de cerca; en ello Post-it juega un papel fundamental.   

No obstante, en la edición actual cabe notar la presencia de exponentes ya incluidos con anterioridad, lo cual me resulta un tanto reiterativo, así como la ausencia de varias manifestaciones (performance, video arte, video instalación, intervenciones públicas) alejadas de los procedimientos creativos más tradicionales o que son llevadas a cabo y/o socializadas en espacios extragalerísticos. Ello no depende del jurado de selección ni de la convocatoria, sino de la calidad de los proyectos y los intereses propios de los artífices, quienes, en mucha ocasiones, evitan lenguajes estéticos vinculados a lo efímero, lo transitorio y los nuevos medios, priorizando aquellos que les permitan obtener piezas fáciles de exhibir y comercializar. No debemos olvidar que el evento fue concebido originalmente como una expo-venta, condición que hasta hoy influye en la naturaleza de las obras propuestas.

Afortunadamente, Post-it 5 es ya una realidad útil y necesaria que retoma su carácter anual y se centra en el arte joven cubano, lo cual, de por sí, constituye un indiscutible mérito, pues nos relaciona directamente con la vanguardia creativa de nuestro país, al tiempo que le reserva un atractivo espacio de desarrollo futuro. Queda pendiente el fallo del jurado; mientras, disfrutemos de la muestra e imaginemos quiénes integrarán la nómina de ganadores.