Pelusín, 60 años viajeros

Rubén Darío Salazar
9/6/2016

Pelusín del Monte y Pérez del Corcho, el títere creado en 1956 por la escritora Dora Alonso y el diseñador Pepe Camejo para el Guiñol Nacional de Cuba, no solo cumple 60 años, sino que se ha vuelto un viajero incansable, dejando en cada sitio visitado del mundo su sonrisa de melón y el reflejo de los tonos rojiamarillos de su pelo campesino, quemado por el sol. No más saber que habrá travesía fuera de fronteras y ya el muñequito se vuelve loco de alegría, nos exige vestir sus mejores galas y se alista para dejar plantada por doquier la bandera de la Mayor de Las Antillas.

El Teatro de Las Estaciones fue invitado a participar en el Henson Festival Internacional of Puppet, de Nueva York, en el 2000, y allá se fue el Peluso para conocer a sus hermanos la rana Kermit y Miss Piggy, entre otros simpáticos personajes creados en el siglo XX por Jim Henson, maestro del cine y la televisión. Entregado a Sheryl Henson, hija del mencionado mago, allá quedó, entre representantes titeriles de varias partes del mundo, orgulloso de su sombrero de yarey y de los colores patrios en su vestimenta.


Con Pelusín y Sheryl Henson en Nueva York, 2000
 

Zenén Calero, diseñador de Las Estaciones y director del Centro Cultural Pelusín del Monte (Jardín-Snack-Bar-anfiteatro, Galería, Biblioteca, Sala Teatro-Taller) en Matanzas, siguió la pauta del muñeco original de Camejo y le añadió algunas variantes estéticas que le permiten reproducir la imagen entrañable del campesinito nacido en la finca Tres Ceibas. Una escultura del tamaño de un infante es constante objeto de atención entre las personas que visitan el jardín que lleva su nombre, todos se fotografían con él, lo mismo niños que adultos, nacionales que extranjeros.

En la Casa de los Títeres de Monterrey, México, pasea también su gracia desde principios del siglo XXI. Fue obsequiado a los laboriosos colegas César Tavera y Elvia Mante, de Baúl Teatro. Otra réplica del muñequito sonriente, nieto de Doña Pirulina, viuda del Corcho, fue regalado a Monsieur Jacques Felix, quien fuera fundador y director del prestigioso Festival Mundial de las Marionetas de Charleville-Mezieres, Francia. Figuras de los cinco continentes deben entablar, tanto en tierra mexicana como francesa, pícaros diálogos con el cubanito dicharachero, amante de los animales y los dulces caseros.

Visitar en 2011 el Museo de los Títeres de Huamantla, México, la ciudad de la mítica familia Rosete Aranda, especialistas en la técnica de hilos, implicó no solo conocer la excelente colección de muñecos nacionales e internacionales que allí se conserva, sino también compartir con ellos nuestro tesoro-personaje, realizado en tela, papel y cartón. Armando Rosete, descendiente de la histórica familia titiritera, esbozó una gran sonrisa al tener a Pelusín en sus manos, el primer cubanito que arribó a ese templo de tradiciones y rescates.


Con Armando Rosete en el Museo de Títeres de Huamantla, México 2012.
 

Ese mismo 2011, acompañado de Bebita Turulata, la niña más linda de la tropa creada por la Alonso y Camejo para Las aventuras de Pelusín del Monte, serie televisiva transmitida entre 1961 y 1963, llegó al Topic (Tolosa Puppet Internacional Center), edificio gigante ubicado en el Valle del Oria, en el País Vasco. Idoya Otegui y Miguel Arreche, este último lamentablemente fallecido en fechas recientes, codirectores del Topic y del festival Titirijai —uno de los más antiguos en la península ibérica—, lo recibieron en un espacio muy bien dotado tecnológicamente, con todas las facilidades de preservación que exige un sitio de esta categoría, reservorio de piezas únicas y de importantes reproducciones de muñecos del mundo.


Con Idoya Otegui y Miguel Arreche en el Centro Internacional de Títeres de Tolosa, España, 2011.
 

Hasta el Sur profundo en Maldonado, Uruguay, llegó también el viajero Pelusín. Junto a su abuela María Pirulí forma parte hoy de la exquisita muestra del Museo Vivo del Títere, asentado en tierra charrúa. Arribó allí en 2012 no solo para quedarse en los módulos de exhibición dispuestos, sino para convertirse en la imagen de la sexta edición del Festival Internacional de Figuras que organizan los inquietos Raquel Ditchekenian y Gustavo “Tato” Martínez. Fue ese mismo año la larga ruta hasta China, con motivo del 21 Congreso y Festival Internacional de la Unima en la oriental ciudad de Chengdu. En aquel entorno también quedó, y como en otros lares no solo pasó a formar parte de la colección del museo titiritero que protege piezas patrimoniales de altísimo valor cultural e histórico, sino que me sirvió para realizar el discurso de solicitud para celebrar en su natal Matanzas, en 2014, el Consejo Mundial de la organización teatral más antigua del planeta azul. En idioma español, francés, inglés y hasta en mandarín, el Peluso Patatuso se expresó y ganó la porfía por la sede, discutida amistosamente con Sofía, Bulgaria.


Con Pelusín del Monte en China.
 

En 2015 se sumarían dos nuevas e inolvidables experiencias: la de participar junto a Teatro de Las Estaciones en el Festival Internacional de Títeres Bamboula Bwa Bwa Marionnettes, en Martinica, y quedarse con la Jeannine La Fontaine, más conocida por Jalá, escritora, narradora de cuentos, ventrílocua y marionetista, alguien muy singular en el contexto escénico de la bella isla caribeña por su trabajo artístico y su personalidad natural y sencilla.


Zenén Calero con Pelusín del Monte
 

Con motivo de una gira por tres estados norteamericanos (Vermont, Nueva York y La Florida) regresamos al punto de partida de los viajes del Peluso. Volvimos a visitar los talleres y oficinas de la Factoría y la Fundación Henson. Allí reencontramos al guajirito que vino con nosotros en el 2000, intacto, con su boca alegrísima y su mirada verde y esperanzada. Nos hicimos fotos y recordamos que ese mismo 2015, de la mano del dramaturgo, poeta y crítico teatral Norge Espinosa, había llegado hasta el Centro de las Artes Titiriteras de Atlanta. Esta institución, nacida a mediados de los años 70, cuenta actualmente con el apoyo activo de sus fundadores y de importantes instituciones privadas y gubernamentales, y posee una de las más importantes colecciones del teatro titiritero internacional, además de ofrecer espectáculos, impartir talleres, realizar trabajos sociales educativos, entre otras acciones enriquecedoras del arte de los retablos.

No serán estos los últimos viajes del Pelusín Pelusero; ya se alista, desde nuestras manos o tal vez desde la de amigos y colegas, para llegar a nuevos sitios donde llevará su mensaje de cubanía, dueño de una gracia especial, de la cual, por suerte, ya no solo disfrutamos los nacidos en el verde caimán.