Para enrumbar y universalizar

Darsi Fernández
29/6/2017

Juancho Valencia no posa de divo. Responde directamente llamadas o te llama él mismo, ajusta su agenda a las necesidades de otros, escucha cuando le hablas. No posa de divo aunque tenga todos los ingredientes para ello —es talentoso, guapo y casi famoso—. En los últimos dos años solamente, ha ganado un Grammy Latino por una producción de música clásica, Radio Nacional de Colombia lo designó Artista del Año y mereció la Orden al Mérito del Concejo de Medellín, que al entregarle el reconocimiento consideró: “Su talento es admirado en todo el mundo y su influencia en la música colombiana es innegable”.

foto del musico colombiano Juancho Valencia
Foto Internet

Juancho es el líder de Merlín Producciones, una empresa de producción musical, dirección artística y de eventos, y de Puerto Candelaria, la banda que ha revolucionado la música colombiana independiente; es el productor musical que ha acompañado éxitos de artistas como Calle13, Chocquibtown, Maité Hontelé, Oscar de León y Crew Peligrosos. Pero está tan inmerso en disfrutar del proceso creativo que no tiene tiempo para pensarse como una figura.

La música es su otra casa. A los 12 años ya tocaba solos de Thelonious Monk, y en su hogar lo mismo acogía al gran coleccionista e investigador antioqueño César Pagano que a Chucho Valdés (no por gusto le llamaban “la embajada de Cuba”). Lleva casi dos décadas dedicado a hacer en el circuito de la música independiente colombiana casi todo lo que es posible hacer (componer, arreglar, grabar, producir, dirigir, tocar). Con semejante pedigrí, dos conclusiones emergen de inmediato: que nació “tocado” con una especie de predestinación para enrumbar y universalizar, desde lo regional, buena parte de la música de su país y de nuestro continente, y que esta inmensa responsabilidad se le “manifestó” muy joven, porque este mulato de pelo ensortijado y ojos que se quieren comer la vida, no llega a los 40 años.

En una Habana más lluviosa que de costumbre y sorteando los escollos de su infernal agenda, cerveza Cristal mediante, concretamos este interrogatorio:

¿Quién es Juancho Valencia y quién es El Sargento Remolacha? ¿Dónde termina uno y comienza el otro?

El Sargento Remolacha surge del imaginario y a la vez real mundo absurdo de Puerto Candelaria; es el dirigente de este pueblo tropical que tiene zonas limítrofes con el imaginario pueblo de Macondo. Habita en un pueblo imaginario que parece real: Puerto Candelaria.

Juancho Valencia habita en un pueblo real que es totalmente surrealista: Colombia.

¿Qué crees que ha pasado en la escena colombiana alternativa de los últimos años que ha hecho que se le considere el hub de la música del continente? Esta música de la que eres uno de los protagonistas indiscutibles, ¿con respecto a qué otra es alternativa?

Llamamos música alternativa a las manifestaciones musicales que no cumplen o no se ajustan a las necesidades y peticiones del mercado de su región, en contraposición a la mal llamada música comercial, la cual dispone no solo de talento sino de grandes apuestas e inversiones económicas, y cuyo fin es generar una transacción económica, mas no trasmitir una propuesta artística o cultural.

En este sentido, Colombia vive un momento positivo e indiscutible en la música mundial, desde el pop comercial, alternativo, el jazz, la música clásica, la música electrónica, la salsa, lo urbano, un logro sin precedentes en nuestro país. Lo que la gente desconoce es el trabajo que ha habido detrás de lo más obvio que son los músicos, pero que por diferentes motivos entraron en sintonía con el gobierno nacional y regional, la empresa privada, los medios de comunicación privados e independientes, las universidades, las escuelas de música en los estratos más bajos; todo este complejo engranaje funcionando en una era (20 años) postconflicto de la narco guerra. Y los músicos con determinación, amor por lo local, fortalecimiento de la autogestión, profesionalización y formalización, desarrollo tecnológico y académico, lograron “voltear la torta” y poner a Colombia en los primeros lugares del consumo y producción musical latina.


 La banda Puerto Candelaria, que Juancho lidera. Foto Internet

Has dicho en una entrevista acerca de Merlín Producciones: es una disquera, un sello, una productora de eventos, un espacio para desde el arte y la creatividad, cambiar nuestra sociedad. ¿Qué cambios soñaba para la sociedad colombiana Merlín Producciones cuando se creó (en el año 2000) y cuáles crees que ha conseguido ayudar a impulsar?

Merlín Producciones ha logrado devolverle la confianza al artista local, que vea que sí se puede, que no es necesario fugarse del país para lograr su cometido, que es posible hacer música y ser rentable sin renunciar a tus ideales musicales. Hemos demostrado que si las oportunidades no llegan, uno debe crearlas, que puedes trabajar en el medio del entretenimiento sin estar involucrado en la corrupción o las mafias que dominan el sector, que si nos piden dinero ilegal para sonar en la radio, lo evitamos y buscamos diferentes alternativas. Nuestra labor es transformar el imaginario de nuestra sociedad por medio del arte, trabajar con artistas con conciencia social, ambiental, y que no están interesados en tener o mostrar el carro más lujoso o una imagen especulativa totalmente peligrosa para nuestra frágil sociedad.

Merlín es un referente latinoamericano de gestión cultural como empresa creativa, y eso hace que el impacto de esta iniciativa sea igual de importante que la misma música que producimos. Jocosamente lo decimos: el acto de rebeldía más grande de nosotros como artistas fue haber construido una empresa.

¿Cómo comienza tu historia de amor con la música cubana? ¿Qué haces que estás pasando tanto tiempo en Cuba últimamente?

Mi romance con Cuba comienza desde mi padre, un arquitecto y musicólogo que era uno de los coleccionistas de salsa, música afroantillana y colombiana caribeña más importante del país, con un amor y énfasis especial en la Isla. Fue pionero de las colecciones de video musicales; por ese motivo yo graciosamente digo que mi casa, la de mi infancia, era el “Youtube” de los años 80, donde músicos nacionales e internacionales, melómanos, periodistas y simples curiosos, transitaban para ver en movimiento —a través del televisor— a los artistas que ellos escuchaban. A causa de esas tertulias, interrumpieron mis noches de niñez gigantes como Celina González, Chucho Valdés, Omara Portuondo, Andrés Hernández de Son 14, Irakere entero, entre otras leyendas cubanas, puertorriqueñas y colombianas de la música latina. Así concluyo que mi amor por el sonido cubano viene casi por herencia, y no sobra decir que Medellín, mi ciudad, ha sido epicentro mundial del son tradicional cubano a nivel de consumo, así como es epicentro mundial del baile del tango también.

En mis años universitarios (1998-2000), recorrí la Isla con ánimo de aprender y fueron años definitivos en mi formación. Me relacioné con jóvenes de aquella época que ahora son reconocidos artistas de la música cubana, y vuelvo a Cuba diez años después como pianista al II Encuentro de Pianistas Populares y como productor musical de Maite Hontelé, una aventura que finaliza o —mejor— comienza con la producción Cuba Linda. Esta es, que yo sepa, la primera alianza entre una disquera colombiana (Merlín Producciones) y la EGREM de Cuba, un proyecto con muchas expectativas que va a dar mucho de qué hablar. El público de acá está pendiente de la fusión que se realizará con la salsa colombiana en esta magnífica aventura y lo va a recibir como un homenaje a la importancia que ha tenido y tiene la música cubana en nuestro país.


Juancho además está al frente de Merlín Producciones en Colombia.

Has coproducido con tu coterráneo Ernesto Santos, con Gerry Rosado de Intolerancia, México, con Eduardo Cabra de Puerto Rico y ahora con Alain Pérez de Cuba. ¿Qué tiene de especial colaborar con estos colegas? ¿Qué te aporta?

Con estos poderosos he trabajado de maneras diferentes, en proyectos con sonoridades muy diversas y estilos musicales, pero cada uno, desde su trabajo, me ha enseñado. He sido un juicioso alumno de todos ellos; así, aunque a veces trabajemos y compartamos responsabilidades de alto nivel, siempre los veo como profesores que me enseñan. Todos los que nombras, así tengan sonoridades en sus oídos muy diferentes, están regidos por la responsabilidad de la buena música, el compromiso con su cultura y su sociedad, la disciplina, la calidad y la manera en que se entregan a su profesión con un compromiso tal que hasta sus vidas personales —como la mía— tambalean… (Ríe)

¿Qué esperas del Encuentro de Productores Latinoamericanos en AM-PM?

El solo hecho de la iniciativa de AM-PM de reunirnos a todos en un encuentro, ya es un logro, un hecho histórico; AM-PM tiene claro que la única forma de afrontar los retos modernos de la música es estar en comunión con Latinoamérica, compartir nuestras soluciones y frustraciones. El otro elemento, tal vez invisible a primera vista, es que todos los productores invitados han sido fuertemente influenciados de diferentes maneras por Cuba en sus carreras, y todos coincidimos en el reto actual que enfrentan la Isla y el futuro de su riqueza musical en un ambiente artístico que ni siquiera el más creativo de los distópicos pudo prever. (Sonríe con algo de amargura)

Mi expectativa principal es sencilla: solidificar la coalición de la música alternativa latina y que Cuba, solo por un momento, deje de mirar al norte y mire hacia el sur.

 

Publicado originalmente en Zona de Obras.