Mucho ruido y pocas nueces

Lázaro Benítez Díaz
16/2/2018

Los pasados días 9, 10 y 11 el público capitalino se debatió entre dos grandes salas; la García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso y la Avellaneda del Teatro Nacional. Una fuerte promoción convocó a todos los seguidores de Danza Contemporánea de Cuba y Acosta Danza a disfrutar de atractivos programas. Cada compañía con estrenos. ¿Qué sucedió en estas presentaciones? ¿Por dónde transitan los contextos de estas puestas?

compañía Acosta Danza
La compañía Acosta Danza inició sus estrenos con la esperada pieza de Sidi Larbi Cherkaoui.
Foto: Johan Persson

 

Por lo general escribo luego de ver un par de funciones de la temporada, esta vez la apretada agenda de presentaciones no dejó otra alternativa que escribir luego de una función. En este comentario no pretendo analizar el trabajo de los bailarines porque queda demostrado que en nuestro país la formación danzaria posee sus honores, ambas compañías son ejemplos del fuerte trabajo que se realiza para enfatizar el buen desempeño de sus intérpretes. Prefiero referirme a la escritura coreográfica, que en Cuba continúa siendo un tema recurrente y problemático.

La compañía Acosta Danza inició sus estrenos con la esperada pieza de Sidi Larbi Cherkaoui, uno de los creadores más interesantes en el panorama danzario mundial. Según Cherkaoui, en la pieza Mermaid continúa la exploración acerca de las figuras mitológicas, búsqueda comenzada con la obra Fauno [1].  En esta pieza el dúo es la base melódica, dónde se afina y desafina. Se puede disfrutar del gusto por lo bello, imágenes logradas, gama de colores y la relación armónica que crean los intérpretes con la música. Mermaid es más mujer que sirena; más ebria de goce y placer que inexperta caminante. Un dúo donde Carlos Acosta atrapa, mueve, persigue el cuerpo dúctil y ligero de Martha Ortega y también deja escapar algunos saltos y giros para el público que lo sigue.

A los que conocen la figura de Valsav Nijinsky poco debo argumentarles, para los que no, diría que Nijinsky es ritualidad, virtuosismo, frescura, osadía, ruptura e inconformidad. El salto de Nijinsky, pieza de la coreógrafa María Rovira, es una reconstrucción de la gestualidad característica del revolucionario de los Ballets Rusos, está lleno de seriedad, contención, poco semejante a la personalidad de Nijinsky. Luego de algunos minutos se siente la necesidad de una ruptura, un cambio en la dinámica, en las composiciones, un salto capaz de transformar todo.


Más allá del polvo es la primera obra de larga duración que crea en Cuba. Foto: Adolfo Izquierdo

 

Impronta es la marca de una cultura mixta, multiétnica, pero con muy buen gusto plástico. Este solo danzario, también compuesto por la autoría de María Rovira e interpretado por Zeleidy Crespo, conjuga la buena interpretación con dinámicos juegos de desplazamientos e imágenes que se detienen y danzan a diferentes tempos. Zeleidy aprovecha el espacio, la sala se hace pequeña, ella se expande y contrae, al fondo se escucha una suerte de música para Yemayá, la dueña de los mares. Las luces son remolinos, el vestido una manta que atrapa a toda la sala. La pieza no se complejiza con una historia o códigos inexplicables, es una estructura donde la bailarina juega a danzar sobre la partitura creada por María Rovira.

Para finalizar el programa, Rooster. Con esta pieza volvemos a los años 60 y 70 del pasado siglo. Muestra las fiestas entre jóvenes que ahora ostentan los 60 o 70 años de edad, junto a una variación de pistas musicales que se unen y los intérpretes representan. Rooster es la idea de traer a nuestro tiempo aquellas formas, gestualidades, amaneramientos y vestuarios en un vals rocanroleado.

Por su parte Danza Contemporánea de Cuba inició el año con la creación de Miguel Altunaga. Intérprete formado dentro de esta agrupación que hace diez años forma parte del catálogo de bailarines de la compañía británica Rambert. Su calidad como intérprete ha sido reconocida en varias ocasiones por la crítica inglesa.

Más allá del polvo es la primera obra de larga duración que crea en Cuba. Esboza una realidad que ve de lejos. Altunaga nos dice: “no ha sido fácil, nadie dijo que fuera fácil”. La pieza habla sobre la resistencia, el aguante, la lucha de un grupo de bailarines que habitan en un espacio determinado. Transformados en guerreros galácticos, mambises, cubanos y la pieza se mueve entre un espacio ficcional y el hoy. Luego, transita a lo carnavalesco, popular, rítmico, ese mundo que también compone a su clase de ballet, su compañía, su país.

Aunque la obra muestra algunas fisuras como su la larga duración, su afán por presentar varios fenómenos sin un objetivo concreto y la escritura coreográfica se deja llevar por el movimiento y se diluye la idea mediante la reiteración de los mismos códigos; no deja de ser una obra que avisa al espectador de una realidad en la cual estamos inmersos y cuyas problemáticas a veces no distinguimos o preferimos olvidar que existen.

Propone pensar, traducir todo un panorama de movimientos, cuestionarse, encontrarnos. Más allá del polvo habla de un contexto cubano, de nosotros, de la historia de alguien que ve la continuidad de un país desde lejos. Su discurso en ocasiones mira a la mujer, de ahí que la voz femenina tenga su fuerte impronta en la puesta. Miguel Altunaga habla de su madre y de su abuela como sus heroínas, mujeres que cobran vida en escena a través de la bailarina Penélope Morejón.

Mermaid, El salto de Nijinsky, Impronta, Rooster, Más allá del polvo, permiten valorar de alguna manera por dónde está transitando la danza cubana. Unos prefieren lo estilizado, bello, lírico, otros la exposición del contexto, la problemática social. Unos se construyen como seres políticos y otros como pintores de un cuadro romántico. Así se debate el contexto danzario cubano hoy. Sólo queda que el espectador escoja qué camino desea tomar y validar o no cada hecho con su presencia en las salas.

Aún tengo deseos de saborear una danza contemporánea otra, opuesta a las mismas estructuras que le han sido aplicadas a nivel mundial y que aún reproducimos acríticamente, opuesta al academicismo y la falta de riesgo que seguimos viendo en nuestra escena. Hasta aquí la provocación que invita a discutir públicamente el asunto. He aquí mi mayor deseo.

 


[1] Tomado de las notas al programa