¿Matar a Jesús?

Liliana Molina Carbonell
13/12/2017

Dos años después del asesinato de su padre, la directora colombiana Laura Mora comenzó a escribir lo que terminaría siendo su ópera prima. Un filme que explora la realidad de su país, a partir de una vivencia personal y de un sentimiento contenido durante largo tiempo.

“Tuve un sueño en el que yo estaba en un mirador, llegaba un chico, empezábamos a hablar y me decía: ‛Me llamo Jesús y maté a tu papá′. En ese momento me levanté y escribí 70 páginas a manera de cuento, que era básicamente una descripción de ese personaje. Así nació esta historia”, recordó durante la presentación del largometraje en el Anfiteatro Varona de la Universidad de La Habana.
 

Foto tomada de Internet
 

La protagonista, una joven estudiante de la universidad, presencia el asesinato de su padre y un par de meses después encuentra casualmente al responsable. Así como en el sueño de Laura, existe una posibilidad de reivindicación. Sin embargo, el filme no solo muestra la dicotomía entre impunidad y venganza, sino la  permanente búsqueda de respuestas por parte de la protagonista, y el conflicto ético al que se ve abocada en circunstancias impredecibles.

Desde esa perspectiva, Matar a Jesús representa, para su directora, una historia de resistencia.

“En El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad habla de cómo uno pasa la vida conteniéndose para no convertirse en un asesino. Yo lo sentí cuando asesinaron a mi papá… Tenemos que ser capaces de resistir esa violencia y creo que eso es lo que no ha pasado en Colombia; llevamos 50 años de venganza, matándonos sistemáticamente. Es una paradoja: una de las naciones más católicas del mundo es a la vez una de las más violentas. Y en nombre de todos los dioses se cometen las atrocidades más horribles”, aseguró.  

Filmada en Medellín con actores no profesionales, la película apela a la naturalidad de las escenas, sobre todo en términos visuales y de interpretación. Asimismo, recrea ambientes de marginalidad y de exclusión social, a partir del trabajo en 32 sets que refuerzan la verosimilitud de la historia, al proponer una mirada a diversos barrios de esa ciudad. 

Según explicó, el uso de la cámara sin trípode también responde a su interpretación acerca del contexto sociopolítico de ese país latinoamericano. “Me parece que parte de la tragedia que vivimos es que no tenemos tiempo para la reflexión. Y para mí era muy importante en el lenguaje que se estaba construyendo con la película, no apelar a la contemplación. Estoy segura de que si tuviéramos más tiempo para contemplar o reflexionar, nos mataríamos menos”.

El largometraje, que compite en el segmento de óperas primas dentro del 39 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, se presentará en Colombia por primera vez el año próximo.

“Vamos a estrenar justo cuando empieza la campaña presidencial, en mi opinión, la más importante a la que se ha enfrentado Colombia en su historia moderna porque después de los diálogos de paz, la pregunta es muy clara: o paramos de matarnos o nos seguimos matando. Colombia es una sociedad a la que le da mucho miedo mirarse, así que vamos a ver cuál va a ser la reacción allá. Uno no hace películas para transformar el mundo, sería muy pretencioso pensar que una película va a cambiar esa realidad; pero al menos uno expone preguntas que creo que son importantes”.