Lennon canta en La Habana

Ulises Rodríguez Febles
14/1/2016

Visualmente es impactante la imagen del Lennon esculpido por José Villa, sentado en un banco de un parque del Vedado, mirando quién sabe a donde, que se ha convertido en un símbolo más de La Habana; pero fueron las gafas robadas de la estatua el estímulo para la escritura entre el 2001 y 2003 de mi texto dramático El Concierto [1].

Pero, ¿por qué no robar la estatua?, me pregunté. Fue ese el centro del conflicto, para volver al pasado y reinventar en el presente, el modo en que hubiera podido ser la historia de los sobrevivientes de los 60. O al menos como el único de los sobrevivientes de Los Cruzados lo deseaba.

Para el Johny, así se llama el personaje, su develación en el 2000 fue un renacer de las preguntas que nunca fueron contestadas. ¿Qué hubiera  sucedido si Los Beatles hubieran visitado La Habana? ¿Qué hubiera acontecido si John Lennon hubiera bajado en el aeropuerto y desandado las calles, como al final del texto hace, perdiéndose en una esquina? ¿Qué hubiera ocurrido si los de Liverpool hubieran actuado en alguna plaza de la Isla? ¿Qué podía haber pasado si a Lennon no lo hubieran asesinado con cuatro balazos en el Dakota?

En El Concierto están los otros Beatles, como personajes ausentes, desde la perspectiva de cada uno de los que interviene en la historia, con las psicologías muy específicas de los excruzados, caracterizados desde lo que fueron y en lo que se convirtieron; pero siempre está Lennon, patentado o no sobre la escena, levantado de su banco, escondido en La Caverna que el personaje del Jonnny ha reinventado, muy parecida al lugar donde debutaron Los Beatles, para concretar el concierto que soñaron. Un Lennon que en silencio escucha lo que piensan de él, mientras el conflicto avanza hacia el clímax.

Aspiré que el John Lennon de la obra teatral, caracterizado y amado fuera construido desde las voces plurales y a la vez personales, de cada uno de los personajes; pero especialmente la del Johny, el protagonista, mezcla de gentes que he conocido, con un poco de Juan Ernesto Castellanos, una dosis de López Sacha y otros seres anónimos descubiertos en la investigación para la escritura ¿definitiva? que me permitieron ir armando esa historia, ese ser broncíneo y a la vez luminoso, que algunos lectores-espectadores consideran realista; pero pienso que es más bien alucinante, siempre. Lo es, porque todo ocurre desde un discurso que va contra la realidad, a la que los otros se aferran. Es un discurso de los sueños y de la capacidad de mantenerlos vivos, de defenderlos y concretarlos.

El Concierto es una profunda mirada a la dificultad universal de intentar conservar la pasión juvenil, mientras el resto del mundo envejece”, escribió Philip Boehm, director de la puesta norteamericana por el grupo Upstream Teather. Y creo que en ese aspecto está la esencia de la historia.Algo se ha detenido, mientras otras muchas cosas transcurren.

Lo cierto es que hay otra realidad, desde el instante en que el Johny conversa con Lennon en el parque antes de robarlo, con toda la admiración y el respeto que le profesa, lo que se agudiza posteriormente en el intento hermoso y trágico de concretar un grupo que ya no existe, y un concierto que se torna imposible, porque diversas circunstancias han destruido la posibilidad de que ocurra, como nunca más volvieron a existir Los Beatles.

Es un monólogo, que transforma a Lennon de una estatua de bronce, en un ser de carne y hueso. Son palabras de respeto y amor hacia el ídolo, mezcla de recuerdos, datos históricos, frases célebres, y donde no deja de escucharse el sonido de los disparos que acabaron con su vida. Todo combinado con la frustración y la utopía, que vive en él y lo salva.

Más que una historia sobre el pasado, es el intento de reinventar en el presente, lo que pudo ser el anhelo que alguna vez tuvieron. La esencia de muchas generaciones que soñaron imposibles, criterio de numerosos espectadores, quienes después de las funciones o como lectores, me han contado sus historias, su relación con Los Beatles y con Lennon. Oyéndolos, a veces conmovido,vuelvo a comprender la huella que dejó en muchos a lo largo de toda la Isla, un amigo que les habla desde sus canciones.

Sin duda, Lennon es una de esas iconografías queridas, uno de esos artistas que marcó el espíritu de generaciones enteras, alguien que al morir, advierte con su desaparición sobre los bordes entre la paz y el amor, dejándonos, como legado su obra, pero también su pensamiento, una mezcla de poesía y filosofía.

En el texto también están el paralelismo de Los Cruzados con la historia de los muchachos de Liverpool, la ruptura de la agrupación, la imposibilidad de concretarse la unión que fue aspiración de miles de seres en el planeta Tierra, la muerte de Lennon que lo hizo imposible, la enfermedad del leader con el mal de Alzheimer que lo hizo degenerar, olvidar y sin embargo, mantener vivo, en alguna parte de su memoria, lo que fue una momento trascendente de su existencia y que constituye una especie de “neurona viva” en la de toda una nación.Sin duda, Lennon es una de esas iconografías queridas, uno de esos artistas que marcó el espíritu de generaciones enteras, alguien que al morir, advierte con su desaparición sobre los bordes entre la paz y el amor, dejándonos, como legado su obra, pero también su pensamiento, una mezcla de poesía y filosofía.

Las lecturas representadas de El Concierto en Londres y Ciudad México, los estrenos en Cuba, México y EE.UU. y la versión radial que realicé para la BBC, en el 2006, permitieron conocer muchas perspectivas del fenómeno Lennon, como la imposibilidad de concretar la unión, una aspiración en la gente de diferentes latitudes.

Anécdotas muy hermosas escuché entre actores y espectadores ingleses durante la lectura dramatizada de El Concierto en el Royal Court Theatre, de Londres, cuando el actor inglés Roddy Maude-Roxby, durante los ensayos del texto dirigido por Indhu Rubasingham me hablaba de cierto paralelismo entre la historia de Los Cruzados y su propia vida, porque él también estuvo vinculado a un grupo que imitaba a Los Beatles, pero que se desmembró un día, porque sus integrantes se disgregaron por el mundo.

De igual maneraen México durante la 5ta Semana Internacional de la Dramaturgia Contemporánea, la hermosa historia del Johny persiguiendo un ideal en contextos y situaciones diferentes al cubano, está muy ligada a ese profundo amor por la música de Los Beatles, su imaginario y la figura y personalidad impactante de John Lennon.‘Ese soy yo’, me confesó un señor, refiriéndose, al personaje que intenta recuperar una parte de su memoria y su pasado.

¿Qué Lennon fue el que conocí? El que puedo escuchar y ver a través de su música, al que puedo leer en entrevistas; pero también desde las diferentes maneras de verlo e interpretarlo de quienes lo siguieron siempre con perseverancia y fe.

“Un tipo como tú nunca muere. Un tipo como tú siempre va a estar vivo. El que murió fue el otro. El hijo de puta que te disparó”, dice el Johny y suenan cuatro disparos simbólicos.

En alguna parte muchos deben estar cantando y como el Johny, caminando junto a Lennon, que avanza inmortal quién sabe a dónde, mientras las sirenas y el fulgor de las luces lo llenan todo. ¿Quién puede detenerlo? Los sueños siempre escapan.

John se pierde en una esquina, y entonces desde las butacas admiramos a Lennon cantar en La Habana. A pesar de todo, canta. Quizá llueve, pero él canta. Quizá el sol cae sobre él aplastándolo, pero sigue cantando…

Notas:

(1) Premio de Dramaturgia Virgilio Piñera y Royal CourtTheatre, 2004. Publicada por Tablas Alarcos, Letras Cubanas y NikHernBooks. Estrenada mundialmente por la compañía Rita Montaner el 17 de enero de 2004, dirigida por Gerardo Fulleda León. Estrenada en inglés, durante la Semana Cuba Real en la temporada internacional Playwrights en el Royal CourtTheatreUptstairs, Londres el 30 de marzo de 2004, bajo la dirección de IndhuRubasingham. Estrenada en la 6ta Semana de la Dramaturgia Internacional, en el Centro Cultural Helénico, bajo la dirección de Enmanuel Márquez. Estrenada en EE.UU. el 4 de abril del 2008, por UpstreamTeather, dirigida por Philip Boehm. Estrenada por Radio Mundial de la BBC, en el 2006, bajo la dirección de IndhuRubasingham. Estrenada por Cabotín Teatro, bajo la dirección de Laudel de Jesús, en el 2011.