Las cinco joyas del saxofón cubano

Meri Córdova
22/5/2019

El encuentro con el proyecto del Cuban Sax Quintet, de estos saxofonistas élites de nuestra música, es un regalo para el alma de los cubanos, en un momento en que la mercantilización amenaza seriamente con desfigurar el arte, anular a los grandes talentos de la música cubana y generalizar un ambiente nada favorecedor para los más altos valores nuestra cultura.

El proyecto premiado en esta edición del Cubadisco 2019 demuestra la dedicación y esfuerzos que se requieren para alcanzar las cumbres de la más alta maestría artística. Recorrido nada fácil para quienes conocen de tales exigencias.

Entre los muchos méritos de este proyecto, comienzo por destacar que nos recuerda el desarrollo histórico del saxofón en Cuba, vinculado en gran medida a la canción en sus múltiples formas, a la música popular bailable y al jazz cubano. Un modo de hacer música, que nació desde los ámbitos esenciales de la cubanidad y que produjo particulares formas de transculturación en nuestra música.

El saxofón está vinculado a la canción en sus múltiples formas, a la música popular bailable y al jazz cubano.
Foto: Granma

 

Como herencia de tales orígenes, hay en esta música la síntesis de muy diversos mundos, desde la polifonía barroca, el lirismo de las baladas, el sentimentalismo del bolero (tan desaparecido lamentablemente), la cita a nuestra música bailable, el jazz más “clásico”, pero también el jazz más cubano. Resultados que se logran gracias al más alto dominio de la técnica instrumental que no pretende la demostración circense sino que, como atributo de los grandes artistas, se encamina a la expresión del arte verdadero.

Una concepción del quinteto de saxofones que se destaca por su elegante sonoridad, adaptada a las exigencias interpretativas del amplio espectro genérico y estilístico que aborda, por su exquisito ensemble instrumental, y un virtuosismo que respeta las individualidades sin descuidar la integridad del grupo.

Los temas del disco nos hacen meditar no solamente en la excelencia del tratamiento sonoro a una agrupación instrumental nada fácil de afrontar, sino también meditar sobre la indiscutible creatividad de sus integrantes. Resultará difícil resumir tantos logros en pocas palabras.

German Velazco en su Allegro in D minor a Párraga, como obra introductoria al disco, augura las sorpresas que habremos de encontrarnos; su Baritonblue todo un reto porque es, a no dudar, un blues, pero desde la sentida cubanidad de Germán, y 40 compases nos recuerda la sonoridad del jazz band más tradicional —difícil tratamiento para un quinteto de saxofones—, que resulta magistral gracias a la mano y el talento de un artista indiscutible como Germán.

César López en su Bach time teje y juega con la música para regresarnos a los años de estudiante con la obligada atención a las polifonías, pero siempre con aquellos experimentos juveniles proponiendo demostrar a nuestros maestros que el hoy no está tan alejado del ayer; Fin y comienzo con una introducción que nos recuerda al gran poeta de la música bailable cubana que fuera el Benny Moré, para luego avanzar hacia un lenguaje audaz, impulsado por un dinamismo que resulta el perfecto retrato de César; Una flor para Bea con el lirismo y la gracia que nos sugiere, quizás, a la dama de la dedicatoria; Mutación con su moderno tratamiento sonoro que descubre una rara tristeza a través de un solo magistral de esos que César suele tener para ocasiones muy especiales y que quedará (no dudarlo) para la historia de la música cubana; Caprichito nos dice también que César es mucha, mucha música.

De Alfred Thompson Bolero a mi padre es una obra de esas muy sentidas, esas que salen de lo profundo del corazón y que nos recuerda la música que acompañaba nuestros sueños y amores de juventud (delicadezas que parecen hoy reliquias arqueológicas); su Fiesta de Orishas, se destaca por su colorido armónico, su luminosidad y un magistral e inusual tratamiento al silencio como medio expresivo; Sabila, es una obra realmente bella, pero además, la clara imagen del creador que no cesa de experimentar con la fuerza expresiva que puede dotar el discurso armónico a la música.

Al concluir de escuchar esta obra discográfica del Cuban Sax Quintet emerge una interrogante: ¿Cómo es posible lograr tan perfecta integración a partir de individuales tan diversas? La respuesta está, justamente, en la formación, la experiencia, el talento, la musicalidad y artisticidad de estas joyas de la música cubana.

En conclusión, tenemos ante nosotros una Clase Magistral para los jóvenes que se inician como profesionales de la música cubana y se preguntan acerca del cómo “ser cubanos”, y del “cómo hacer la música cubana”. Pero es Clase Magistral también para la joven musicología cubana y para todos aquellos que estamos responsabilizados con la protección del invaluable patrimonio de nuestra cultura musical.

A nuestra musicología porque resulta un mensaje muy especial acerca de los valores de la música cubana, de su diversidad y del rol de las individualidades en el transcurso de su desarrollo, problemáticas que nunca deberían desaparecer de nuestros horizontes investigativos. A los que estamos responsabilizados con la protección y desarrollo de la música cubana nos habla acerca de la enorme responsabilidad que tenemos sobre nuestros hombros en el futuro inmediato.

Nos llega con esta obra una respuesta total, que nos revela a través de “este lenguaje tan misterioso que es la música” —según el decir del inolvidable maestro Harold Gramatges— lo que estamos obligados a hacer con el futuro de la música cubana, del cómo continuar protegiéndola y desarrollándola. Considero que la el mensaje se resume en dos palabras: abnegación y sentido de la responsabilidad.

Una Clase Magistral que deviene valiosa guía para los maestros jóvenes que se sienten abrumados ante las serias interrogantes que nos plantean no solamente los jóvenes en las aulas, sino muy especialmente también ante los retos que nos plantea el presente de la cultura musical cubana.

Se agradece como Clase Magistral por decirnos que improvisar es hablar desde el corazón, es la capacidad de expresarse desde la más profunda musicalidad y desde la más amplia cultura musical, rasgos todos ellos que definen a estas cinco joyas de la música cubana. No debe quedarnos dudas: el arte está donde están los grandes artistas, y no en las limitadas definiciones que tenemos todavía para explicarnos la música.

Y por último una Clase Magistral que debemos hacer llegar a nuestro pueblo, como ejemplo de lo que significa actualmente la música cubana y las alturas a que pueden llegar los músicos que no se amedrentan con el mercantilismo.

Gracias a Germán Velazco, César López, Alfred Thompson, Evaristo Denis y Yamil Schery, al equipo de realización, al Sello discografico Egrem y al jurado del Cubadisco 2019. Gracias porque el alma de los cubanos necesita de sustentos como este que resultan hoy, más que nunca, esenciales para  la alegría de nuestras vidas y la defensa de nuestra soberanía cultural.

Tomado de Del canto y el tiempo, sitio del CIDMUC