La Mambanegra en Cuba: Un público de pie bailando música latina

Thalía Fuentes Puebla
26/6/2019

Una de las orquestas más importantes que defiende hoy los ritmos latinos llegó a Cuba para cumplir un deseo: enamorar a un pueblo que tiene intrínseco el baile y la pasión por la música. La Mambanegra viajó directamente desde Colombia como invitada al evento AM-PM América por su Música y terminó en la clausura del I Coloquio Internacional de Estudios sobre Afroamérica.

Fotos: Ariel Cecilio Lemus
 

El público que asistió el pasado viernes a la Sala Che Guevara de la Casa de las Américas no pudo contenerse y bailó de pie al compás de “El sabor de la guayaba”, una de las canciones más populares de la agrupación. Este tema, con su sonoridad peculiar y rítmica, es un homenaje al director de cine Martin Scorsese, a la ciudad de Cali y a todos los taxistas del mundo.

Cuenta la canción que 1976 Scorsese llegó a la ciudad de Cali de manera incógnita, queriendo explorar un fenómeno que solo se da en esta tierra, más conocido como “el sabor de la guayaba”. Según narra la historia, terminó enamorado de la chica que vendía empanadas. De ese romance nació una famosa bailarina de salsa que desde muy joven estuvo enamorada de un taxista a quien le decían Lulo el Internacional, famoso por ser el único en Cali que manejaba el taxi del sabor y transportaba a todos los músicos de la ciudad. Esta leyenda popular también enamoró a los cubanos, así como a todos los latinos que la han escuchado. Trajo hasta la Isla esas tradiciones locales que enriquecen la cultura tradicional de cada país de Latinoamérica.

Este y otros temas de La Mambanegra, así como la cordial bienvenida del público, ratificaron la aspiración de Jacobo Vélez —director de la banda— de que el concierto fuera un vínculo de amor gigante y que ese vínculo siga fortaleciéndose en la medida en que se amplíen las colaboraciones culturales entre ambos países.

Sobre Cuba Vélez aseguró en anteriores entrevistas: “Yo viví aquí (en La Habana) dos años, hay una historia de mi bisabuelo que no sé si sea cierta o no, pero aquí yo me siento cómodo. Si me preguntas en qué parte del mundo quisiera vivir, te diría que en La Habana. Estoy en el lugar donde se genera la música que más amo, y que es el centro de gravedad de mi proyecto”.

Realmente, aún desconozco que fue lo que más le gustó al público de La Mambanegra: la salsa neoyorkina de los años 70, que a su vez integra elementos de la música jamaiquina, el funk y el hip-hop, la peculiaridad de las letras de las canciones o la energía y el carisma con que se proyectaron sus músicos en el escenario.

 

Jacobo Vélez, “El Callegüeso”, en el saxofón, la voz y la dirección musical; Julia Díaz en el canto; Jefferson Arango en las congas; Brayan Parker y Frank Alexis en el saxofón barítono; Diego Giraldo en la trompeta; Víctor González en el teclado; Checho Orobio en los coros y el güiro; Harold Orozco en la batería timbal; Mifa Lukumi en el trombón y Jefrry Obando en el bajo, inyectan a la orquesta sus ganas de hacer, trayendo así un nuevo concepto de la salsa y la música latina para el mundo.

En vez de tener bongó y timbal, una batería remplaza a los dos instrumentos, incluyendo en sus partes un timbal y dos campanas; el bombo dispone de un micrófono especial que convierte el sonido acústico en electrónico, y de esta manera se pueden escoger sonidos que evocan al house.

Además, tienen las congas, el bajo, el piano, la guitarra eléctrica, el saxofón barítono, el trombón y la trompeta, esta última también utiliza un sistema digital que le suma un sonido más. Para completar la estructura, tienen una corista femenina, un corista masculino que toca el güiro y el propio director, que también canta.

 

La Habana conoció de cerca la estética particular de La Mambanegra, donde confluyen ritmos jamaiquinos y cubanos, con una letra cruda que habla sobre la humanidad, que enamora y logra siempre el mismo efecto: un público de pie bailando música latina.